martes, 6 de diciembre de 2016

LA CASA QUINTA Y EL MUELLE DEL MARISCAL ANDRES SANTA CRUZ

Jorge Tomasini Freyre


En un sitio de privilegio por su paisaje con vista al río y entorno especial cons­tituido por el barrio Martin, el parque Urquiza con su planetario, otrora se levantaba la casa quinta del mariscal Santa Cruz. Dos lugares como testigos del pasado rosarino nos recuerdan la desparecida construcción. La plazole­ta popularmente conocida por el ape­llido del militar boliviano, ubicada en Ayacucho entre el pasaje Santa Cruz y Mendoza y el mencionado pasaje que consiste en sólo una cuadra adoquina­da y arbolada que posee un especial encanto urbano.
Andrés Santa Cruz en su juventud for­mó en las filas realistas, sin embargo en 1821 prisionero de los patriotas, San Martín lo incorporó al ejército liber­tador del Perú donde se distinguió en importantes acciones militares. Años después presidió la República de Bolivia y la Confederación Perú- Bolivia que organizó con miras expansionistas afectando intereses territoriales de Chile y Argentina, países que inde­pendientemente le declararon la gue­rra. Derrotado en la batalla de Yungay, fue hecho prisionero, condenado y posteriormente liberado con la condi­ción de no regresar de por vida a Chile, Perú y Bolivia.
Exiliado se radicó en Francia, donde no obstante su condena, el presidente Boliviano Manuel Belzú lo nombró ministro plenipotenciario en Francia, Inglaterra, Bélgica, España y la San­ta Sede. Aspirando nuevamente a la presidencia de Bolivia, buscó el apoyo amigos argentinos en Salta y Entre Ríos. Se radicó en esta última provin­cia donde conoció a Urquiza con quien estableció relaciones comerciales y personales. Su hijo Simón casó con una de las hijas del presidente de la Confederación, Juana Urquiza y Sambrano, e incorporado al ejército con el grado de coronel combatió en Cepeda y Pavón, desempeñando posteriormen­te una meritoria carrera en el ejército argentino. En 1859 a pocas cuadras de su residencia, en lo que hoy constitu­ye el parque Urquiza, al mando de las baterías de la Confederación rechazó el ataque de la escuadra porteña que bombardeaba la ciudad. Entre los años 1880 y 1887 fue Director del Colegio Militar de la Nación.
Santa Cruz adquirió extensos campos en la provincia, y se inició en diversos emprendimientos comerciales, entre ellos el negocio de la navegación flu­vial. En 1857 celebró un contrato con el gobierno de la Confederación para iniciar la exploración del río Bermejo, con el objeto de canalizar dicha vía flu­vial y facilitar la extracción de frutos y productos procedentes del norte argen­tino y Bolivia. Un año después en 1858 el gobierno de la provincia le cedió en Rosario sobre el Paraná un terreno dedoscientas varas cuadradas para la construcción de un muelle. Allí en las barrancas también construyó su vi­vienda,que era mentada como "man­sión", pero de la que no poseíamos una descripción precisa, hasta hace unos pocos años en que encontramos un expediente judicial donde además existe un inventario parcial del mobi­liario de la misma (1).

La casa principal constaba de dos plan­tas, la fachada con molduras, techo de tejas y revocado el conjunto a la cal.
La planta baja poseía una amplia sala de recibo, un salón comedor y cinco estancias, un zaguán, baño, cocina y despensa. Pisos de pinotea y baldosas importadas de Francia. Una escalera conducía a la planta alta que constaba de baño y cuatro dormitorios con cielorrasos de madera y una azotea con vista al río. Un ala lateral con frente al norte de 22 varas de largo, con cin­co habitaciones, baño, dos zaguanes y un pozo de balde. Una caballeriza de 25 varas haciendo frente al este y un altillo para depósito de forrajes, con dos cuartos al fondo del patio. Com­pletaba la edificación una cochera de 24 varas de extensión. El terreno de las edificaciones constaba de 2225 metros cuadrados, 71 varas y media frente el este, 53 y medias al norte, 78 varas de fondo al oeste y 20 al sur. Colindando con la vivienda principal, Santa Cruz adquirió diversos terrenos, entre ellos una quinta con una superficie de tres tercios cuadras cuadradas, donde exis­tían plantaciones de guindas, manza­nos y perales.

En el inventario del mobiliario de casa habitación encontramos los siguientes bienes: tres sofás, veinticuatro sillas de estilo, dos confidentes una mesa de comedor, un aparad seis sillones, seis sillas y un taburete tapizados en damasco, un mueble Jacaranda, dos lámparas, una gran ar ña de Sala, un reloj grande de bronce, dos floreros, una mesa de sala, una mesita con resorte, dos espejos grande dos pequeños, un órgano, un escritorio, una biblioteca, una caja de hierro dos banquitos, una estufa, una cama, veintiocho sábanas, un mantel y servilletas, un lavatorio con espejo mármol de carrara, una cocina económica de hierro.
El muelle comenzó a construirse principios de 1859, obra a cargo d constructor Mateo Scotto quien adqui rió las maderas necesarias en Santa Fe que fueron desembarcadas en el terre­no adjudicado en el bajo a Santa Cruz. Poco tiempo después, Scotto advirtió que le faltaban 44 palos de Urunday. 25 tirantes de quebracho, vigas de lau­rel, y un martinete de hierro. Hizo la denuncia correspondiente, e informó que según datos fidedignos, dichos materiales se encontraban en la barra­ca propiedad del Señor José Arteaga presidente de la Sociedad Anónima del Muelle de Rosario. Requerido por la autoridad policial, este último mani­festó que con motivo de la creciente en que el río se llevó parte importante del muelle, comisionó a varias personas a los fines que rescataran los fragmentos que se hallaban esparcidos en la costa. Que por error explicable los elementos denunciados, se habrían confundido con los restos del muelle destruido. Ex­presó además, no tener inconvenientes en proceder a su devolución, siempre que el constructor Scotto acreditase la propiedad de los mismos.
El funcionario policial ante la presunta comisión de un hecho ilícito elevó las actuaciones ante el Juez doctor Ernes­to Velazco, quien convocó a diversos testigos a fin de que prestasen declara­ción testimonial. Fueron importantes las manifestaciones del testigo Ramón Carello quien afirmó que el martinete de referencia había sido construido en los talleres de su hermano Francisco en Buenos Aires, y que estaba en condiciones de presentar en forma un cer­tificado de la compra. El 12 de diciem­bre de 1859, el Juez Velazco, reunidos los antecedentes de la causa, dictó re­solución atribuyendo la propiedad de los elementos y herramientas al cons­tructor Mateo Scotto, quien pudo con­tinuar sus trabajos interrumpidos por este incidente. (2)

La casa quinta, la barraca y los terre­nos mencionados, fueron adjudicados como dote al matrimonio constitui­do por Elena Santa Cruz y el coronel Fermín Laprade. Los padres de Elena Andrés Santa Cruz y Francisca de Pau­la Cernadas, se comprometieron a en­tregar una dote de ciento cincuenta mil francos, siendo intención de los otor­gantes realizar dicho capital con bie­nes raíces que poseían en el Río de la Plata o Bolivia. Santa Cruz falleció en Versalles en 1865, y tres años después Martín Ruiz Moreno por indicación de los albaceas testamentarios les hizo formal entrega de los bienes. Estas propiedades fueron tasadas por Juan Barbieri en la suma de 20.500 pe­sos bolivianos, y los muebles existen­tes en el edificio principal en 1259 pe­sos de la misma moneda. El casco de la quinta o vivienda de Santa Cruz, fue rematada por el martiliero Santiago Wild en 13.050 pesos, aumentándose dicha cifra con la venta de la barraca que Santa Cruz poseía para acopio de frutos del país en las inmediaciones del muelle. Poco después, en 1870, Elena Santa Cruz de Laprade procedió a la venta de estos terrenos dividién­dolos en 84 lotes libres de calles. Los lotes resultantes de la división fueron adquiridos en su mayor parte por Car­los Casado destinados a instalaciones del ferrocarril Oeste, Julio Jaendell y Compañía que instaló una fábrica de tejas y el resto Lanús Arellano y Com­pañía.

La casa ocupaba exactamente la su­perficie de la plazoleta Santa Cruz, enclavada al este de la manzana deli­mitada por el pasaje Santa Cruz y las calles, Ayacucho, Mendoza y Alem, frente a la yerbatera Martin que mo­tivó el nombre del elegante barrio de Rosario. La denominación popular de plazoleta Santa Cruz, fue reemplaza­da con el nombre del ingeniero Ángel Monasterio constructor de las baterías emplazadas por Belgrano en las ba­rrancas .Es un hecho lamentable que se sustituyan nombres tradicionales de calles o sitios con significación his­tórica para la ciudad. Según Wladimir Mikielievich la mansión fue demolida en la década de 1910 cuando se la lla­maba "Cuartos de Santa Cruz" y ser­vía de alojamiento a los trashumantes coyas que, provenientes del altiplano recorrían todo el país vendiendo yer­bas medicinales y amuletos.

Notas:
1- Archivo General de Tribunales de Rosario.
Causas Civiles. Expediente N.º 93
Legajo 39 – Año 1868.
2 – Archivo General de Tribunales de Rosario.
Causas civiles. Expediente N.º 159.
Legajo 13 – Año 1859

Fuente: Extraídos de la Revista “ Rosario, su Historia y Región “. Fascículo N.º 110 – Agosto 2012