martes, 15 de noviembre de 2016

El último gran golpe de la banda de "El ángel"

Un grupo armado robó en 1932 el dinero destinado a sueldos y, producto de un informante, pudieron desarticular al grupo. Fue uno de los casos más resonantes de la época.
Por Juan Pablo Robledo


En la tarde del 8 de septiembre de 1932, tres hombres que simulaban ser obreros llegaron a los talleres del ferrocarril del Central Argentino vestidos con camisas y pantalones azules, tal como era el uniforme de los mecánicos, se mez­claron entre los obreros y se diri­gieron hacia el sector de carpinte­ría donde pagaban los sueldos de los operarios.

Los tres asaltantes se ocultaron con bigotes postizos y lentes ahu­mados. El coche que tenía parte de los sueldos estaba detenido frente a la oficina del ingeniero jefe me­cánico, custodiado por cuatro sol­dados armados. De su interior ba­jaron dos parejas de pagadores, que salieron de los talleres de Carpintería y de Aserradero.

Al ver ese escenario, los asaltantes se asustaron y optaron con robar a los pagadores de Luis Campogrande y Alfredo Remy que tenían sueldos de casi 90 empleados de la car­pintería.

Luego de un rato, los asaltantes redujeron a Campogran­de, tras increparlo con armas de fuego y un violento grito de -"Arriba las manos, no se haga matar"-. El encargado con mucho miedo le entregó las dos cajas con los sueldos cuya cifra superaba los 23.000 pesos.

Al mismo tiempo en las inmediacio­nes de Catamarca y Corrientes un cuarto cómplice abordó un taxi que manejaba un siciliano de 33 años y le pidió que lo llevara hasta Echeve­rría y Junín. El viaje trascurrió con normalidad y el cliente dijo que iba a buscar a su novia que trabajaba en una fábrica de las inmediaciones de la zona El taxista apagó el auto y luego de un rato de esperar el siciliano se quiso ir del lugar. Fue cuando el ocupante lo amenazó con una pistola. Segundos después, del muro de los ferrocarriles que daba a calle Echeverría aparecieron los tres asaltantes de los talleres corriendo a toda prisa. Subie­ron al taxi para darse a la fuga, mientras que el conductor salió corriendo del auto temiendo por su vida. Tiempo des­pués el taxi aparecería abandonado en Fisherton. Según la investigación policial, sospechaban de "delincuen­tes dirigidos o asesorados tal vez por algún ex obrero de la empresa" ya que sus movimientos fueron muy certeros y conocían bien el blanco de su robo.




La caída de la banda y las detenciones

El caso siguió su investiga­ción, pero pronto entró en un callejón sin salida. Cuando la causa parecía estar desti­nada al olvido, a principios de noviembre de 1933, un hombre declaró a la División de Investigaciones de la po­licía local, diciendo que uno de los ladrones vivía en la ciudad de Buenos Aires. El dato fue certero, el hombre se llamaba Anacleto López y era un boxeador español de 27 años. Según dijeron los uniformados, se había comprado una pensión poco des­pués del atraco. Al ser detenido confesó su autoría y el de sus cómplices: Luis Sebastián Carrión, español de 29 años, Luis Bourrouhil, argentino de 31 y Avis Ceballos otro es­pañol de 27.

Según el diario "La Capital" de la época, todos los asaltan­tes fueron detenidos en Rosario y condenados a prisión. Dos de los delincuentes, Carrión y Bourruhil tenían 17 años de antigüedad trabajando como mecánicos en la empresa. Asi­mismo Carrión era un destacado ex futbolista de Newell's y un sobresaliente boxeador, ya que había ganado un campeo­nato de la categoría pluma en Gimnasia y Esgrima. Tras las rejas, este personaje del mundo del hampa y del deporte local comenzó a escribir sus memorias, que publicó en 1949 bajo el título de "El ángel infame. La autobiografía del capitán de la banda que asaltó y robó 23.000 pesos a los pagadores del F.C. Central Argentino". Las memorias no se limitaron al asalto, ya que el autor re­memoró su vida desde la infancia, pasando por su afiliación gremial, hasta el asalto. Gran parte de la obra está dedicada a una vecina, Catalina de la cual el muchacho se enamo­ró. "La coqueta de Catalina se hundió como un estilete en mi alma sencilla de obre­ro", se lamentaba Carrión. La muchacha pertenecía a una clase social alta por la cual Carrión vio frustrado su amor. También en esas pági­nas argumenta que fue em­pujado al robo porque debía enviarle dinero a un herma­no que estudiaba en Italia. También parte de lo robado fue destinado a acciones be­néficas a sectores humildes, según contó en su obra. La banda organizada de de­lincuentes dio su último gol­pe y con ella inscribió uno de los casos más resonantes de la época de toda la historia criminal rosarina.

Bibliografía Utilizada
Aguirre, Osvaldo, "La Chicago argentina. Crimen, mafia y prostitución Rosario . Editorial Fundación Ross, año 2000.
Archivo diario "La Capital"
-Zinni, Héctor Nicolás - Ielpi Rafael Oscar, "Prostitución y Rufinismo” Editorial Homo Sapiens Ediciones, año 2004

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región N.º 100. Setiembre de 2011