jueves, 3 de noviembre de 2016

El primer clásico del profesionalismo y el penal más largo de la historia

Por Leonardo Volpe (1),
Cristian Volpe (2) y
Soccorso Volpe (3)*



Tras la creación de la Asociación Rosa­rina de Fútbol, el domingo 2 de agosto de 1931 los dos clubes más represen­tativos de la ciudad se vieron las caras por primera vez en el nuevo marco del fútbol, que se había vuelto rentado. El encuentro se llevó a cabo en el estadio de Rosario Central, que contó con una numerosa concurrencia de público. Cerca de treinta mil almas, que no que­rían perderse el gran choque se dieron cita en la cancha desde muy temprano. Cabe recordar que casi un mes antes se habían enfrentado por última vez en la Liga Rosarina. En aquella ocasión La Lepra se impuso por 2 a 1, por lo que existía un ánimo de revancha entre los hinchas canallas.

Esa tarde invernal Rosario Central alis­tó a Octavio Díaz; Francisco De Cicco y Juan González; Arturo Podestá, Teó­filo Juárez y Ernesto Cordone; Pascual Salvia, Nazareno Luna, Ramón Luna, Gerardo Rivas y Juan Francia. Mien­tras que Newell's Oíd Boys formó con Gerónimo Díaz; Ildefonso Bureu y Fermín Lecea; Alfredo Chabrolín, Alfredo Díaz y Antonio Denessine; Agustín Peruch, Napoleón Seghini, Ignacio González, Máxi­mo Fernández y Pedro Galimberti. El cotejo arrancó favorable a los rojinegros que a los 20' lograron desnivelar el juego a su favor mediante un remate cruzado de Agus­tín Peruch, que doblegó a Octavio Díaz y se transformó en la primera conquis­ta de la tarde. Luego de esa acción la tribuna popular donde estaba ubicada la parcialidad visitante estalló en a rabia. No se alteró el marcador en restantes minutos del primer perí por lo tanto Newell 's se fue al descanso con la mínima ventaja en su haber.

En el complemento prosiguió la supremacía Ñuls, que a-un nuevo gol intermedio de nació González. Desde ese mentó el ambiente se tornó bastante. Hubo ñas fricciones entre los jugadores que indicaban que la normalidad cotejo podía alterarse, cosa que finalmente ocurrió dos minutos después segundo tanto rojinegro. En ese instantee se produjo una jugada polémica derivó en la suspensión del encuentro.

La acción que desató los inciden comenzó cuando Ramón Luna entró al área rival y al momento de sacar un disparo fue interceptado por Ildefonso Bureu, quien lo trabó. El delantero auriazul de todas formas pudo efectuar el remate que fue a parar a las manos de Gerónimo Díaz que tras dar un salto tomó el esférico. Enseguida el arbitro Ángel Gámez sancionó la pena máxi­ma, porque entendió que el defensor ro­jinegro había cometido una infracción.

El penal no pudo ser ejecutado, debi­do a la incesante protesta de Alfredo Chabrolín, capitán de Newell's, que se opuso tenazmente a la sanción del juez. En tanto los jugadores locales insistían en que se pateara rápidamente. En de­finitiva, se armó una tremenda gresca entre los protagonistas del partido que obligó a Gámez a suspender el encuen­tro. Triste final para un duelo que pro­metía buen juego.

Posteriormente en una reunión del Consejo Directivo de la A. R. F. se re­solvió reanudar el clásico, que comen­zaría con la ejecución de la falta que originó los inconvenientes. Por tal ra­zón el 20 del mismo mes se prosiguió el cotejo. Hubo algunas modificaciones en las alineaciones de los conjuntos, en el cuadro anfitrión Constantino Borio jugó en lugar de Teófilo Juárez, Evaris­to Cerfoglio entró por Gerardo Rivas y José Borio suplantó a Juan Francia. En tanto que por el lado de Ñuls Alfonso Etchepare reemplazó a Antonio De-nessine. Nuevamente muchos aficiona­dos asistieron a la contienda, cerca de veinte mil espectadores acudieron a Arroyito. Esta vez el réferi fue Hum­berto Scremín, que colocó la pelota en el lugar donde se patearía el penal, para que Arturo Podestá lanzara el disparo desde los doce pasos. Un intenso nervio­sismo bajó desde las gradas hacia el campo de juego y una tremenda ex­pectación se adue­ñó del estadio. Sonó el silbato del juez y Podestá lanzó el tiro que

el arquero leproso a tocar el Oso Díaz, guardameta rojine­gro, pero sin poder evitar que el balón besara la red y se transformara en el descuento auriazul. De esa manera se pateó el penal dieciocho días después de la fecha en que se tendría que ha­ber ejecutado. Se podría decir que ese fue el penal más prolongado de la historia, in­cluso más extenso que el del cuento de Osvaldo Soriano, titulado el pe­nal más largo del mundo (ambienta­do en un pueblito de la provincia de Río Negro en 1958), donde la pena máxima tardó una semana en lle­varse a cabo. Aquí se demoró once días más. Luego prosiguió el encuentro y el elenco visitante convirtió el tercero por intermedio de Galimberti, que puso el rozó con las manos, pero Scremín or­denó la repetición del remate, alegando que Nazareno Luna, jugador canalla, invadió el área. Podestá volvió a efec­tuar el lanzamiento, que otra vez llegó 3 a 1 final, con el que Newell's se im­puso en el primer clásico profesional de la ciudad de Rosario, que tuvo un desa­rrollo y epílogo dignos de ser publicados en una antología sobre cuentos de fútbol.


  1. Periodista depostivo. Investigación
  2. Diseñador gráfico. Gráfica.
  3. Licenciado en antropología. Asesoramiento.
Consultas en Internet:
leovolpe81@yahoo.com. ar .
Espacio dedicado a la Historia del Fút­bol Rosarino:



Bibliografía

"Anales del Fútbol Rosarino" (Cipriano Roldan - Diario "La Tribuna" 1959), diario "La Ac­ción" de agosto de 1931 y diario "Crónica" de Rosario del mes de agosto de 1931.




Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región” . Fascículo N.º 111 de Setiembre de 2012