viernes, 4 de noviembre de 2016

CENTRAL, GRANDE ENTRE LOS GRANDES



Los dirigentes de los clu­bes grandes del fútbol argen­tino vislumbraron por enton­ces la posibilidad de incorpo­rar a Rosario como plaza de­portiva del primer nivel y per­filaron una serie de ensayos para confirmar lo que presu­mían. Comienza a trabajarse la idea, tanto en Buenos Aires como en Rosario, de tener un puente a la posible incorpora­ción de las dos grandes enti­dades rosarinas al fútbol pro­fesional argentino. Un paso inicial de preponderancia ha­cia ese fin se plasma entre mediados de 1936 y principios de 1937, al organizarse un extraordinario certamen noc­turno que núcleo lo mejor del fútbol rioplatense, lo que sig­nificaba entonces lo mejor del mundo. Fue un torneo de ex­cepcional jerarquía, al que fue­ron especialmente invitados los equipos de Rosario Central y Newell's Oíd Boys, en lo que un par de años más tarde —a principios de 1939— sería es­grimido como argumento con­tundente para justificar la in­corporación de los dos elen­cos rosarinos a los campeo­natos superiores de la Asocia­ción del Fútbol Argentino.

Participaron de aquella con­frontación los dos gigantes del fútbol uruguayo —Nacional y Peñarol— y los cinco grandes (entonces, sí, GRANDES) de nuestro país: River Píate, con Minella, Peucelle, Bernabé Fe-rreyra, Moreno, Pedernera, Re­nato Cesariní, Sirní; Boca Jú-niors, con Yustrich, Valussí, Cherro, Varallo, Tenorio, Cu-satti, Vernieres; Independien­te, con Bello, Sastre, Leguiza-món, Erico, Lecea, Zorrilla, Celestino Martínez; Rácing, con una línea delantera antológíca que integraban Guaita, Zíto, Barrera, Scopelli y el ex centralista Enrique García. Y, por último, San Lorenzo de Al­magro, un equipo de estrellas donde brillaban Guaico, Gilli, Naón, Cantelli, Alarcón, Ma­san. Chividini y Tarrío.

En medio de esos gigantes Central mostró sus agallas. Y probó ser un grande entre los grandes, no obstante el mal momento que pasaba en los torneos rosarinos. Tras perder el clásico ante Newell's (2 a 1), cayó también derrotado ante esa "fábrica" de fútbol y goles que era el Independien­te de Sastre y Erico; 4 a 2 fue e| resultado para los rojos, re­cuperándose luego los auri­azules en dos épicos empates ante River Píate (3 a 3)', y San Lorenzo (4 a 4). De allí en más, Rosario Central gana to­dos sus encuentros, derrotan­do sucesivamente a Boca por 1 a 0, a Nacional por 2 a 1, a Peñarol por 4 a 1 y a Rácing por 2 a 1. El torneo lo ganó Independiente, invicto, con 13 puntos, superando por uno a San Lorenzo, quedando Cen­tral tercero con 10. Se ubican después River con 9, Newell's es quinto con 8, Cerrando Na­cional y Peñarol con 6, Boca con 5 y Rácing con 3.

El comportamiento centra­lista en el campo de juego, el de sus simpatizantes en cada encuentro internacional y la paciente e inteligente labor de sus directivos —especialmen­te a través del ingeniero Louhau, a la sazón presidente de la entidad, y Domingo Soto, fructificarían a comienzos del '39, cuando la entidad auri­azul y Newell's fueron invita­dos —quedándose para siem­pre— a tomar asiento en la mesa de los grandes del fút­bol nacional. Hidalgamente, los documentos oficiales auri­azules reconocen la importan­te gestión del presidente de N. O. Boys, doctor Carlos G. Colombres, en torno a aque­lla trascendente innovación.
Fuente:“ La historia de Rosario Central “, por Andrés Bossio.