miércoles, 31 de agosto de 2016

El famoso don Ramón

Por Rafael Ielpi
Pero las palmas de las excelencias de servicio, surtido y prestigio se las llevaría entre 1904 y 1930 Ramón Cifré, cuyo apellido estaría vinculado a la atención esmerada de las exigencias de banquetes, recep­ciones, veladas sociales, etcétera, de los rosarinos de cierta relevancia, sector para el que este tipo de actividades era parte substancial de su vida cotidiana y de su relación con los demás.
Cifré, inmigrante español, había iniciado su ascenso económico y comercial a comienzos de siglo con el "Bar Victoria" o "Victoria Tea Room", en Córdoba y San Martín, con especialidad en cocktails, tés, cafés y sandwichería. Monos y Monadas, en 1912, le dedica una nota en forma de carta, en la que se lo califica como el más hermoso de Sudamérica, el más chic y el mejor servido. El "Victoria", llamado popu­larmente "lo de don Ramón" o más sintéticamente "el Cifré", fue el escalón inicial del ascenso de aquel hombre regordete, ni alto ni bajo, de cara simpática y casi siempre sonriente.
Mucho de la fama de sus sucesivos establecimientos tenía que ver con la meticulosidad que Cifré exhibía para atender en forma perso­nal a los pormenores últimos del servicio y la atención a la clientela: El detalle es la obsesión de don Ramón: la copa y el vino, el plato y la fuente, el mantel, la servilleta, el plato tal o cual, las personas, la música, la loza, el vidrio, le menage bon marché, son elementos que ni con el reflector se encuen­tran allí fuera de lugar: todo es rico, del más refinado buen gusto, alababa la misma revista. La confitería era, además, reducto obligado de los caba­lleros de cierta relevancia social: La élite masculina de Rosario se reúne cu el bar, donde es el rendez vous obligado, siendo de lamentar que en tan her­moso sitio no se den cita más a menudo, siquiera fuese en días marcados, la élite femenina, se quejaba Monos y Monadas.
El crecimiento de la empresa llegaría a su punto más alto sobre los finales de los años 20, cuando Cifré traslada su negocio al recien­temente construido Palacio Fuentes, con entrada por Sarmiento 722, figurando como "Rotisserie Cifré" en los avisos de ese año, cuando quedan habilitados amplios salones para fiestas, para familias y un local especial para banquetes y grandes recepciones sociales, como casa­mientos, cumpleaños o la entonces obligada "presentación en socie­dad" de las señoritas y púberes rosarinas de esos años. Los "bailes del Cifré", como se los conociera, tuvieron asimismo una larga populari­dad entre jóvenes y familias de la sociedad. En enero de 1927, La Capital consignaba: Una reunión realmente simpática fue el lunch ofrecido anoche por don Ramón Cifré al periodismo, en su nuevo y lujoso salón del Palacio Fuentes, por la inauguración del mismo.
Algunos amarillentos impresos, de distintos años del período, señalan los gustos gastronómicos que presidían los menús de aque­llos banquetes. Cuatro de ellos, servidos precisamente por Cifré, son buenos ejemplos. El primero, del 20 de mayo de 1903, conmemo­rando el primer aniversario del Centro Juventud de Comercio, ofre­cía a los invitados, en riguroso francés y entre tragos de Sauternes, Margaux, Macón y Champagne Chefs de pejerrey á la Marguery, supreme de perdreaux Brillat-Savarin, chouxfleurs sauce mousseline y gateau Maríe Antoinette (sic).
El del 28 de septiembre de 1909, brindado por sus amigos al doctor Antonio F. Cafferata con motivo de su elección de Presidente del Jockey Club de Rosario, destacaba exquisiteces diversas: Failletes au par-mesan; dame de saumon sauce greviche; etuve d'aloyau nesselrode; chaud froid de perdreaux moderne; estomac de dinde et salade y asperges des sulta­nes saucepoloise (sic). La orquesta, dirigida por Pascual Romano, uno de los músicos italianos que llegado con una compañía lírica se radicó en la ciudad, ofreció, entre otras, versiones de El murciélago de Strauss y La viuda alegre, de Franz Lehar.
Doce años después, un banquete de la colonia italiana di Rosario di Santa Fe in onore del Comandante e degli Ufficiali della Regia Corzatta Roma (sic), sin orquesta, permitía a Don Ramón un menú que no mostraba que forma sensible algunos cambios, aunque estuviera siempre redactado en la lengua deVoltaire: Creme Reine Eléne; langostines a l'americainc; timbale milanaise, cotelettes d'agneau amiral, dindonneau broche y parfail palermitaine (sic), además de un gatean romain más cafés y habanos.
Mucho más importante, el 4 de octubre de 1925, sería el al­muerzo ofrecido por la Junta del (presunto) Segundo Centenario de la Ciudad de Rosario al presidente Marcelo T. de Alvear y al gober­nador santafesino Ricardo Aldao. En él, si bien se reiteraban los lan­gostines a l'amerícaine de cuatro años antes, había novedades sin duda delicadas: Foie d'oie a la Gefée, oeufs mignons, supremes de martinettes mascotte, glace des mandarín (sic), respetando la grafía de aquellos ya añejos menús.Todo regado, como correspondía a semejantes comen­sales, con el in-faltable y aún ponderado Pommery francés, cuya importadora, en los años del segundo centenario, era Frasco y Cía., en Córdoba 950.
En el libro de recuerdos de Berdou, en el capítulo "Córdoba y San Martín", se señala a la céntrica esquina como la de las grandes reu­niones de caballeros, adquiriendo mayor incremento en las horas apacibles del atardecer en que, como avanzadas de la quietud nocturna, crean ambiente repa­rador a las tertulias. Como centro de reunión, ocupando el rasgo de caracterís­ticas superiores, existió durante largos años el "Bar Cifré"...
 
Fuente: extraído de libro rosario del 900 a la “década infame”  tomo III  editado 2005 por la Editorial homo Sapiens Ediciones