jueves, 14 de julio de 2016

La visión crítica de Juan Álvarez



El magistrado e historiador rosarino, Juan Álvarez, presidente de la delegación local de la filial de la Academia Nacional de la Historia en Rosario, integro e plantel de profesores fundadores, en 1920, de la FACECYP, desempeñándose durante años al frente de la cátedra de Economía Política hasta su radicación en Buenos Aires a mediados de la década del 30 para desempeñarse como Procurador de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 1940 publicó una pequeña nota "Sobre la conveniencia de escribir la historia de nuestros ríos", destacando que si bien abundaban estudios sobre la influencia que determinados personajes o partidos ejercieron sobre el cierre y apertura de los ríos Paraná y Uruguay al comercio mundial, resultaba "rarísimo hallarlos respecto de las facilidades u obstáculos que en cada época iban ofreciendo a esa navegación los ríos mismos”, y explicaba: "Absortos en la observación del hombre, nuestros investigadores prescinden de la obra de la naturaleza como si tal factor físico, por momentos decisivo ninguna atención mereciera. Conocemos así la historia política de nuestras vías fluviales harto mejor que su historia geográfica; y a causa de ello, la construcción de obras hidráulicas suelen causar inesperadas sorpresas a los ingenieros... No pocas de las catástrofes producidas por inundaciones en nuestros días, proceden de edificar sobre terrenos que una vez se garon en el pasado".37
En 1943 publicó su Historia de Rosario, en cuyo último capítulo efectuó una visión crítica de la dirección que en materia económica estaba tomando el país y la situación de abandono que se encontraba la ciudad por parte del gobierno nacional en materia de transporte y comunicaciones: No había logrado que la empresa concesionaria del puerto ampliara sus instalaciones, ni construido "la gran estación fluvial para pasajeros”, ni dragado los ríos establecidos por ley del Congreso como para que pudieran subir hasta Rosario los grandes buques de ultramar, ni disminuido las tarifas portuarias que mientras perjudicaban al comercio rosarino beneficiaban al de Buenos Aires, y piedra basal de la gran estación central de ferrocarriles sólo había quedado en ello.38
Sin embargo, Álvarez consideró que "el rapidísimo desarrollo de los transportes a motor abría nuevas perspectivas y permitiría organizar un sistema nacional de comunicaciones sobre bases más lógicas que las utilizadas para construir ferrocarriles", preparando mientras tanto "paraderos de ómnibus", afluyendo por distintos caminos de acceso camiones hacia el puerto, y funcionando empresas que prestaban servicios de transporte en caminos pavimentados o no. Se organizaban empresas turísticas en coches pulman, y pasarían por Rosario grandes rutas panamericanas. Todo esto produciría el abaratamiento de los fletes de ferrocarriles. Y si bien no se habían podido organizar con éxito servicios aeronáuticos regulares, "y fracasan los e se ensayaban a Buenos Aires y Montevideo", existía una actividad aeronáutica local firme.39
Junto al mencionado Dante Ardigó, Álvarez se situó en el sector de catedráticos liberales que no ocultaron su oposición a la economía dirigista en ciernes, que según él perjudicaba especialmente a Rosario por la cantidad de trabas y restricciones impuestas al desarrollo local, obstaculizando el ejercicio de iniciativas individuales sobre las que había cimentado su prosperidad. "Ahora hay poca, muy poca libertad económica, y mucha economía dirigida, muchísima intervención de funcionarios públicos en los negocios privados. Para conjurar trastornos transitorios producidos por las crisis periódicas, fruto del libre juego de ofertas y demandas, habrá ahora médico obligatorio, recetas inacabables y, en fin de cuentas, crisis crónica. El gobierno quiere remediarlo todo, inclusive las imprudencias de quienes aturdidamente se cargaron de deudas y desean que les ayude a salir del paso para seguir 8astando"40, escribió.

Un modelo económico que iría en detrimento del espíritu mismo de la ciudad como bastión de las libertades y el federalismo: "Economía dirigida.., hacia la metrópoli: eso parecía ser. Además, por obra de tan excesiva intervención del Estado, en todos los órdenes de la producción va creciendo un sentimiento de irresponsabilidad que hace esperar muchísimo de la ayuda oficial y muy poco del esfuerzo propio".41
Sin embargo, más allá de todo esto, Rosario había crecido como centro cultural y científico, con universidades con desatacada labor académica; con prestigiosos establecimientos de enseñanza secundaria y normal; con el florecimiento de los grupos de artes plásticas y de teatros y flamantes museos. Por eso concluía que si bien cada una de las diez generaciones que habían construido Rosario desde su fundación doscientos cincuenta años atrás, la última se destacaba especialmente por su esmero "en elevar el nivel intelectual y artístico, mientras tendría vastas redes de caminos pavimentados"42, una combinación de la que quizás ni siquiera el propio Juan Álvarez pudo dimensionar en su verdadera magnitud, aunque sí asoció al correr de la pluma en los últimos renglones de su Historia de Rosario: la simultaneidad de la expansión de las redes intelectuales y culturales con las redes de caminos.

Notas
37 JUAN ÁLVAREZ, "Sobre la conveniencia de escribir la historia de nuestros ríos", p. 11. En Anuario de Historia Argentina, 1940, Sociedad de Historia Argentina, imprenta de Domingo Viau y Cía, Buenos Aires, 1941, p. 11.
38 JUAN ALVAREZ, Historia de Rosario, ob. cit, p450.
39 Ibídem, p. 652.
40 Ibídem, p659.
41 Ibídem,p.660.
42 Ibídem, p. 667.
Fuente:  extraído del  “Libro Ciudad Puerto Universidad y Desarrollo Regional  De Marco, Miguel Angel  De Marco ( h)  – Rosario 1919-1968 “ Editado diciembre 2013.