domingo, 17 de julio de 2016

EL CICLO FRIGORIFICO



La aparición de la industria frigorífica en el país había sido con­secuencia del agotamiento del ciclo de la lana, producido en el siglo XIX, y sus necesidades terminaron por reestructurar la ganadería ar­gentina subordinando a la vez el crecimiento de la agricultura.



En Paraná, el pariente del mar —obra colectiva editada por la Bi­blioteca Vigil en 1973— se señalan aquellos comienzos del ciclo: "Los frigoríficos fueron los primeros grandes establecimientos moder­nos existentes en el país. Hasta 1900, su trabajo tuvo un pronun­ciado carácter artesanal, siendo únicamente moderna la máquina para producir el frío. A partir de ese año, el comienzo del faenamiento del bovino (cuyo cuerpo era diez veces más pesado que el del ovino) y la creciente industrialización de los subproductos, iniciada por las empresas de los Estados Unidos, fueron aumentando el empleo de la fuerza mecánica y de la mano de obra... como los frigoríficos tra­bajaban todo el ano (contraria­mente a los saladeros que sólo en­traban en actividad en primavera y verano), crearon uno de los pri­meros grupos permanentes, y sin duda el más numeroso, de obreros con características sociales plena­mente modernas. Estos trabajado­res eran su mayoría criollos de las provincias del litoral fluvial, los que por su habilidad en las tra- dicionales tareas ganaderas y saladeriles, constituían un elemento humano indiscutible para las ta­reas del establecimiento frigorífico".
La construcción de la planta del Swift se inició en mayo de 1924, comenzando su funcionamiento pleno a partir de diciembre de ese mismo año. El 30 de dicho mes, "La Capital" destacaba: "Desde el día de ayer se ha notado en el mo­vimiento portuario una nueva ac­tividad con destino al exterior; se ha comenzado a embarcar carne congelada del Frigorífico Swift, que están terminando de construir en el barrio Roque Sáenz Peña".
La actividad compleja del fri­gorífico, desde las especificas has­ta la elaboración de productos aje­nos a ella, transformaron a mu­chos de ellos en verdaderos distri­tos industriales (el Swift de Rosario • se contó en esa nómina), que die­ron lugar, en torno a su em­plazamiento, al establecimiento de viviendas ocupadas por su perso­nal obrero aunque el frigorífico permaneciera ajeno a los recursos constructivos.
La instalación del Swift originó el tercer momento de la evolución del barrio, que está relacionado no sólo con la gran cantidad de inmi­grantes que —no siendo absorbi­dos por la ciudad— se instalaron en terrenos libres o alrededor de las vías del ferrocarril, sino tam­bién con la proliferación de loteos de predios llevados a cabo por la Sociedad Anónima del Saladillo, que dieron origen a las primeras
viviendas modestas que poco a po­co irían concretando la urbaniza­ción.
Un testigo del barrio, Ricardo Lanza, fundador del club Olegario V. Andrade (CAOVA), define certe­ramente esa transición: "A partir de la instalación del frigorífico, se detiene la gran mansión y comien­za la construcción de casas fami­liares..."
Junto con los loteos comenza­ron a llegar, también, los que con el correr de los años darían a este sector rosarino las características de una pujante barriada. Eso, sin embargo, tendría un costo para­lelo: la Industria que dio trabajo a los pobres, privó a los ricos del placer del descanso", señalaba "La Capital" el 30 de diciembre de 1932, ocho años después de la apertura del Swift.

El diario, en realidad, no hacía sino indicar un hecho de la rea­lidad: había cambiado definitiva­mente el carácter del barrio, que dejaba de ser residencial para transformarse en otra cosa total­mente distinta: un barrio obrero. La edificación, por su parte, se com­pacta, cambia, y se transforman también los usos y las costumbres: la violencia aparece en el lugar, donde (sin una explicación apa­rente) han sentado sus reales los capos de la mafia rosarina.
Las grandes residencias ven có­mo se las desuna, paulatinamente, a usos muy diferentes de los que les asignaba su antigua condición de mansiones de fin de semana de los rosarinos de pro. Algunas de ellas pasan a albergar estableci­mientos públicos o privados, mien­tras otras se transforman en inqui­linatos. El Saladillo, de esa ma­nera, dejó atrás su aristocrática fisonomía para dar lugar al asen­tamientos de los obreros de la zo­na.
  Así, comenzaron a levantarse casas de distintos materiales, que iban desde la chapa o lata al ladri­llo o la madera, todas precarias, y que delinearon, por los años de la década del 30, el primer núcleo urbano conocido como Pueblo Nuevo, en la actual jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez, y el sector co­nocido como Bajo Saladillo, inclui­do dentro del municipio rosarino.
Pueblo Nuevo, actualmente co­munidad ribereña, ocupa la sec­ción de la costa del río Paraná com­prendida entre los terrenos que hasta hace poco ocupaba la can­cha de golf del Frigorífico Swift, al norte, la Avenida Villa Diego y las barrancas al oeste. Se trata de una franja estrecha y larga, de alre­dedor de cuatro cuadras de ex­tensión en sentido longitudinal. La barranca del río alcanza en esta zona una altura aproximada de veinte metros y desciende en suave pendiente, permitiendo la forma­ción de una playa baja, en parte arenosa, que resulta accesible a los botes de los pescadores pero no para embarcaciones de mayor ca­lado.
En el decenio 1920-30 arriba­ron los primeros pobladores, gru­pos constituidos sobre todo por fa­milias de inmigrantes europeos, que construyeron sus viviendas sobre la costa de un canal del río, aprovechando que el calado del mismo permitía la entrada de pe­queños barcos. Sucesivas crecien­tes, sin embargo, arrasaron el lu­gar y destruyeron aquellas vivien­das iniciales, lo que motivó su abandono y la construcción de otras nuevas sobre terrenos más altos, donde se encuentran actual­mente.
Los primeros pobladores euro­peos fueron principalmente pola­cos, lituanos y rusos, hecho al que se debe su denominación genérica y popular de barrio de los rusos.
Miguel Piotrowski, emigrante polaco llegado a la Argentina en 1926 y actual miembro de la so­ciedad polonesa "Federico Chopin", que nuclea a la colectividad en Rosario, evocó para este trabajo sus recuerdos de aquella época: "Muchos extranjeros hicieron sus casitas lindas. Como todos traba­jaban en el Swift, los sábados se dedicaban a trabajar y a hacer sus casas... La gente se instalaba alre­dedor del frigorífico. Villa Goberna­dor Gálvez, Villa Diego; muchos que se habían venido desde Ro­sario se quedaban aquí, porque no tenían que pagar transporte para ir a trabajar, y a veces trabajaban de noche…”

Fuente: Extraído de la revista “Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 15  de Julio 1991. Autores: Sandra A. Bembo-Nelly I. Sander de Foster – Marisa Richa