miércoles, 11 de mayo de 2016

JUAN GALIFFI, alias CHICHO GRANDE

Por Nicolás F. de Vita





Este notorio delincuente que durante mucho tiempo acaparó la atención de las autoridades policiales de todo el país, según referencias obtenidas, nació en Sicilia (Italia), en el año 1893; y arribó a nuestro país cuando contaba con 17 años de edad. Luego de estar radicado durante cierto espacio de tiempo en la ciudad de Buenos Aires, se trasladó a la

Juan Galiffi (Chicho Grande) ciudad de Gálvez, en nuestra provincia, donde según algunos abrió una pequeña fonda y otros un negocio de peluquería. Lo cierto es que uno u otro negocio, le habría de servir para ocultar sus verdaderas intenciones. Asimismo y desde el primer momento en que se acomodó en Gálvez comenzó a interesarse por la política, a cuyo efecto comenzó a frecuentar uno de los comités de un importante partido político de la provincia, a no dudar con el fin de ganar amigos influyentes para usarlos en el futuro. En el aspecto político siempre se jactaba de que, gracias a "su trabajo", el Dr. Enzo Bordabehere nunca había podido triunfar en aquella ciudad.

No obstante esa engañosa posición Galiffi, durante su estada en la ciudad de Buenos Aires, ya había estado sospechado en hechos policiales que le valieron algunas detenciones pero que siempre, con inteligencia y sagacidad, pudo eludirlos y por consiguiente salir indemne y libre de culpa y cargos.

Esos primeros pasos delictivos debieron haberle procurado a Galiffi pingües ganancias, sino ¿como se justifica que yá, en esa época, suposición económica era tan desahogada?. Evidentemente ella, de ninguna manera pudo haberla procurado con las utilidades que la fonda o la peluquería podían haberle proporcionado; pero lo real, cierto y positivo es que aquel pobre inmigrante siciliano, llegado con sus pobres pertenencias unos pocos años antes a nuestro país, ya era noticia en la aún modesta ciudad de Gálvez, donde además, sin contar siquiera con carta de ciudadanía, estaba dedicado de lleno a comprar votos o a torcer voluntades.

Más adelante, quizás con el fin de ampliar sus "exitosos negocios", Galiffi pasa a fijar su residencia en esta ciudad de Rosario, donde contando con la adhesión de un grupo de connacionales entra a controlar en poco tiempo el mercado de frutas y huevos; y con ello no sólo consigue acrecentar su capital sino que también, como hombre de acción que era, como un padrino querido, respetado y obedecido por sus seguidores, su figura va adquiriendo la dimensión que él a no dudar buscaba, es decir el de constituirse en capo indiscutido.

Poco tiempo después su nombre vuelve a aparecer en las crónicas policiales, acusado de encontrarse involucrado en una seria estafa cometida en la ciudad de Buenos Aires por la compra de maderas finas; delito que tampoco pudo serle comprobado. Vuelve a nuestra ciudad y, al poco tiempo, entra a organizar una asociación mafiosa al estilo de la que entonces asolaban las Ciudades de Chicago y Nueva York. En primer lugar comienza por extorsionar a comerciantes e industriales mediante el ya comentado recurso de imponerles el pago obligatorio mensual de una determinada suma de dinero como protección personal y para ayuda de los connacionales necesitados. Esta actividad le posibilitaría a Galiffi y a su gente lograr un fácil y lucrativo negocio, como así también la posibilidad de encarar otros de mayor envergadura.

Al llegar al año 1930 a Galiffi se lo conoce como un importante industrial, con negocios en esta ciudad y en la de Buenos Aires, en donde se dedicaba con preferencia a la fabricación de muebles de estilo, por encargue y de primera calidad. Pareciere ser que a Don Juan o a don Chicho como lo llamaban sus allegados, le atraían los negocios de la madera, como así lo hemos podido observar. Gracias a sus ostentaciones se lo consideraba un hombre de fortuna, posición que lo ratificaban las contínuas compras de valiosas propiedades en muchas partes del país; dueño único de una bodega en Mendoza; y amante como lo era del turf, a mérito de los studs de su pertenencia, entra a formar parte de la élite de propietarios de pour-sangs y sus caballos Fausto y Guaira le darían la oportunidad de recibir los aplausos de los aficionados durante el paseo triunfal. No obstante todo lo antedicho, sería ingenuo pensar que esa imagen de hombre de bien le habría de hacer desistir de sus primitivas actividades, esas que le habían procurado enormes ganancias. Por el contrario, ellas no sólo se mantenían vigentes sino con deseos de ser ampliadas.

De la actividad ilícita que directa o indirectamente le fueran contabilizadas, sobresalen netamente la estafa cometida a Lorenzo Bordoy por la compra de maderas finas; la muerte del periodista Silvio Alzogaray y la del capo rival Chicho Chico; el secuestro del comerciante Marcelo Martín; etc.; hechos que no sólo él siempre los negó sino que tampoco pudieron o no quisieron serles probados fehacientemente; pero que a no dudar, si ellos no fueron ejecutados por su propia mano, lo fueron por órden directa del mismo; no obstante, esos delitos y otros anexos habrían de servir para que, en el mes de abril de 1935, le fuera aplicada la Ley N° 4144/02, llamada de "Residencia" y con ello ser de inmediato deportado a su país de origen, en donde vivió cómodamente hasta el 30/6/1943 cuando en plena guerra mundial, en una incursión aérea que la aviación aliada efectuara sobre la ciudad de Milán, el mismo muere presumiblemente por efectos de un paro cardíaco, producido quizás por miedo, llevándose consigo a la tumba todos los grandes secretos que, como presunto capo de la mafia en nuestro país, debía albergar su mente.
Fuente: Extraído del Libro ¡Echesortu! ( Ciudad pequeña, metida en la ciudad) Apuntes para su futura historia ( ensayo) y Segunda Parte (Miscelaneas de la Ciudad). Editorial Amalevi. Agosto 1994.