viernes, 8 de abril de 2016

Una noche teñida de sangre: Pichincha 1927



Por Juan Pablo Robledo

El 26 de septiembre de 1927 se cele­bró el bautismo de la primera hija de Dora Molina, una joven de 25 años que convivía con un carpintero llama­do Francisco Vilches en la esquina de Tucumán y Callao. Ese evento también sería una excusa para festejar el cum­pleaños de un amigo de la familia y vecino del barrio que tenía algunos an­tecedentes por robos y levantar apues­tas clandestinas, se trataba de Ventura Roldan.
La mayoría de los invitados tenía antecedentes por cuestiones relacionadas con la mala vida. Según la Policía de a época, pudo establecer que incluso Dora Molina ganaba su vida como prostituta en un bar de calle Almirante Brown 2950.
Según el diario "La Capital": "entre los vitados, se encontraban algunos perso-najes de cierta relevancia del hampa e la época, como Carlos "El chueco" Arguello que tenía una condena por homicidio". Pero los verdaderos protagonistas de esa noche teñida de san-e fueron el carnicero Horacio Luce-, el mecánico Juan Villalba (ambos n antecedentes por robo), su esposa Amelia Quinteros, Prudencio Acosta reconocido en la vida nocturna como “el machito" y Martín Coria.
Según la reconstrucción judicial, la a se realizó con normalidad y luego c organizó un baile entre los asisten tes. Enseguida quedó en evidencia la desproporción entre las cinco mujeres y los quince hombres que se hallaban presentes dispuestos a pasar una noche festiva.
El entusiasmo tuvo una nota destaca­da cuando Juan Villalba, notó que su esposa se hallaba demasiado cerca de Acosta. El hombre llamó a Amelia y la retó ya que notó como el hombre ro­zaba su mano en el cuerpo de la mujer. Recomenzó el baile y la circulación generosa de la bebida y el ambiente festivo contribuyó a hacer olvidar el incidente.
Pero Acosta estaba obsesionado por Amelia. Y en un descanso de la or­questa, se acercó a la chica y la llevó a un sitio apartado. Estimulado por el alcohol, le declaró su amor y le propu­so sin más trámites que abandonara a su marido para casarse con él. Pocos minutos después el enamorado sin ninguna disimulación se puso a cantar con ímpetu una canción amoro­sa para Amelia. Varios de los invitados lo aplaudieron y lo alentaron para con­tinuar el singular hecho. Pero como era de esperarse, comenzó una discusión, la música disminuyó y la fiesta se inte­rrumpió. El mecánico Horacio Lucero intervino en defensa de su amigo Vi­llalba y Coria salió a responder por su hermanastro.
Al instante el enamorado circunstan­cial sorprendió a todos gritando: "Me considero guapo con cualquiera. No hay más que salir a la cancha ".

Un duelo desigual
El desafío no fue lanzado en vano. So­bre todo cuando Villalba se enteró de que Acosta había pretendido llevarse a su mujer. Salieron todos a la calle y los dos hombres se prepararon para batirse a duelo con un cuchillo en sus manos. Pero Lucero y Villalba tenían revólve­res entre sus ropas y sin mediar palabra alguna de reconciliación, literalmente los fusilaron. En total hicieron doce de­tonaciones con toda la furia posible. Prudencio Acosta recibió un disparo en el corazón y murió en el acto. Horacio Coria recibió cuatro proyectiles y mu­rió tras una corta agonía, aunque antes pudo identificar a sus agresores. Villalba se entregó a la Policía, pero Horacio Lucero huyó luego de los dis­paros y se mantuvo prófugo hasta el 24 de septiembre de 1928 cuando bajo la orden de captura del juez Emilio Tasa­da, efectivos policiales encubiertos lo detuvieron en una casa de Ituzaingó al 3500. Los hechos terminaron de acla­rarse con de declaración de Bella Ame­lia, la estrella de esta oscura noche de barrio Pichincha.


Bibliografía Utilizada
Aguirre, Osvaldo, "La Chicago argentina. Crimen, mafia y prostitución en Rosario". Editorial Fundación Ross, año 2000. Archivo diario "La Capital". –
 Zinni, Héctor Nicolás - Ielpi Rafael Osear, "Prostitución y rufianismo". Editorial Homo Sapiens Ediciones, año 2004.

Fuente: Extraído de la Revista “Rosario, su Historia y Región. Fascículo Nº 103 de Diciembre de 2011.-