miércoles, 23 de diciembre de 2015

La leyenda del guerrillero



Por Walter Palena

Es el más famoso de los nativos de la ciudad, aunque su nacimiento aquí se deba al azar. Pero el mito crece y su origen está en Rosario


El llanto primero del jueves 14 de junio de 1928 en el hospi­tal. El acta de nacimiento fe­chada ese mismo día en el registro. La magnificada profesión de amor hacia Rosario Central. No es mucho, pero al rosarino le basta para levantar el dedo que amonesta, inflar el pecho y asegu­rar con orgullo que el Che es de acá. Los que lo aman o lo odian comparten ese sentimiento localista con variada exaltación. Porque se trata, al fin, de un símbolo potente de la historia que ubica a la ciudad como el sitio que alumbró el principio de la épica.



Hay dos versiones sobre cómo operó el azar para que Ernesto Rafael Guevara de la Serna naciera en Rosario. No son opues­tas; sólo varían las circunstancias.

Una sostiene que el arquitecto Ernes­to Guevara Lynch y Ce­lia de la Serna quisieron brindar toda la seguri­dad al hijo por nacer y partieron desde Puerto Caraguatay (Misiones), donde residían, hacia la ciudad de Buenos Aires.

El barco que los traía por el Paraná tuvo que hacer una escala obligada en  Rosario, el parto se ade­lantó y     mismo día del amarre, el 14 de junio, "Teté" nació en el hospi­tal Centenario.

La otra propone una situación un poco más ventajosa para el ego ro­sarino. Celia de la Serna había heredado de sus padres unas hectáreas en Misiones y con su esposo deciden instalar una yerbatera. Ya con el embarazo avanzado, el matrimonio Guevara opta por trasladarse a Buenos Aires, pero antes pasan por Rosario para buscar el asesoramiento en el nuevo em-prendimiento de Julio Ulises Martin, un pionero del negocio de la yerba mate. Por esa inquietud comercial, la pareja se demo­ró y el Che nació en el lugar que no habían previsto sus padres.

Esta referencia biográfica, necesaria, es a la vez baladí. El carácter revolucionario, marxista y guerrillero leí Che se forjó marxista y guerrillero del Che se forjó fuera le las fronteras argen­tinas. Y cuando quiso traer estos atributos, ya provisto de fama, lo mataron antes de enterar, en Bolivia.

La rosarinidad del Che es, pues, otro apor­te al mito perenne. En sus cuadernos de viaje, en sus memorias, ensayos, discursos o proclamas no existe registro alguno de que Guevara se haya interesado por su ciudad natal. Salvo, claro está, por la cita futbolera que hizo Hugo Gambini en su libro biográfi­co. Esta "identificación" canalla sirvió para que un grupo de centralistas colocara una camiseta auriazul en el museo que el Che tiene en La Habana.

     Museo que Rosario aún le debe. La ca­sona de Entre Ríos 480 (22 D), el departa­mento que ocuparon los Guevara Lynch los visitantes. Hay, sí en la placa enfrente en la plaza de la Cooperación, en acompaña un mural pintando por Carpani en esa clásica estampa que inmortalizó el  fotógrafo  Alberto Korda.

  A falta de museo, la ciudad empieza a pagar deudas con su hijo famoso. Al menos  existe una cátedra con su nombre en la Universidad y se prepara de actividades para 2008 una serie de actividades para memorar los 40 años de su muerte. Allí se recordaran su historia, la niñez, el asma, el viaje en moto con Alberto Granados por Latinoamérica con Fidel en México. El viaje en el “ Granma”,   la carga de su fusil en la Sierra Maestra, la  batalla de Santa Clara, su intervención en la ONU. Serán todas hazañas contadas incluso la valentía de -La Higuera frente a  la ráfaga de la metralleta, la imagen crística en la camilla  que comenzó a encender la leyenda


Fuente: Extraído de la Revista de capital de los 140 años del año 1987.