lunes, 21 de septiembre de 2015

EL COLMO DELA DESVERGÜENZA



"Rosario tiene su barrio de miseria, como lo tienen todas las ciudades más o menos de cierta importancia. su barrio de lenocinios, de vicio y de libertinaje. claro está, con ordenanzas de mayor rigor, más conveniente­mente alejados del centro de la población y con preferencia de los lugares donde existen hogares de obreros y familias laboriosas, y se sobre entien­de, donde es por lógica, mayor la abundancia de niños y menores.
"En rosario esto no ocurre. precisamente el barrio destinado a esta clase de comercio, está ubicado en un lugar donde la población obrera es más densa. un barrio que por esa causa, está relegado a no progresar mientras esa epidemia subsista. un barrio que está custodiado por una seccional policial que nada hace por evitar que la vergüenza no traspase los límites del colmo.
"Nos referimos a las autoridades policiales déla comisaría 9a., que parecen vivir en el mundo de la inercia, embriagadas por la mas rotunda
"En efecto, ciegas deben ser las autoridades de la sección 9a., al no ver y reprimir los bochornosos cuadros, que a diario se pintan en esas calles. Si al lector se le ocurre ¡ra pasear por las calles Salta, Pichincha, Jujuy, Güemes, Brown, Suipacha, Ovidio Lagos, etc., y aún algo más retirado, verá lo mismo a las primeras horas de la mañana, en los atardeceres y a toda hora de la noche: una interminable caravana de vagos, atorrantes, degenerados y, sobre todo en súper abundancia, "macrofs", "caftens"' o "caficios", explotadores y delincuentes bien prontuariados, que con la mayor libertad y desvergüenza se pasean por las indicadas calles, en man­ilas de camisa, en camiseta, en zapatillas, arrastrando la podredumbre de sus míseras vidas de boliche en boliche, o formando coros en las esquinas o puertas de sus pocilgas.
Estas escenas se triplican en la noche, a la hora del cierre de los lupa­nares. Cuando las mujeres se retiran, ellos, en la más denigrante de las ver­güenzas, se estacionan a esperarlas, especialmente los lunes, o bien se sientan por ahí, haciendo rueda en las puertas de calle, semidesnudos, mientras en sus lenguajes de rusos, polacos o franceses, comentan con harto zafismo la marcha o novedades de sus comercios.
Es tiempo que estas escenas que baten todo record de la podredumbre y por el resto del pobre barrio de Pichincha, terminen de una buena vez, y es imprescindible que todos esos maleantes, explotadores del más desmenunzado vicio, sean eliminados o desterrados. Al señor comisario de la Sección 9a., responsable único de lo que ocurre, le corresponde proceder con energía. Bien conoce a ese elemento y fácil le será probar que vagos, explotadores, sin otro oficio ni ocupación, viven del producto de ese vil comercio.
Que en su casi totalidad son rusos, polacos o franceses, expulsados de toda tierra donde existen leyes y moralidad. El señor comisario de la Sec­ción 9a., único capacitado para efectuar esa limpieza, verdadera obra de profilaxis social, así debe y está obligado moral y materialmente a reali­zarla, obligando a su vez a que su personal subalterno, sea menos contemplativo, menos complaciente y menos ciego.
Si así no procede el señor comisario de la Sección 9a., único encarga­rlo de conservar algo de higiene social en el pobre barrio Pichincha, será miso de creer, que las acciones de intereses creados que se susurra existen, son en realidad evidentes .. . Esperamos que el señor comisario de la Sección 9ª..  así proceda. Pichincha, la vieja y famosa barriada se lo agradece­ré y nosotros también .. ."3
A pesar del alegato, las autoridades siguen sordas, ciegas y mudas. To­llo parece fracasar ante el rufianísimo infiltrado en el poderoso aparato del gobierno. Hasta la alegría demostrada por La Reacción en el comenta­do suelto del 16 de enero a rafe de una exitosa campana  llevada a cabo periódico contra la prostitución clandestina se transforma en amargura, terminando por denunciar, en su edición del 27 de marzo.
NOTAS
1    La Reacción. No 1993, 6 de febrero 1927.
2    Justo Palacios, ¡d.id.
3   La Reacción. No 2000, 13 de marzo 1927

Fuente; Extraído de Libro “El Rosario de Satanas” Autor Héctor Nicolás Zinni. Tomo I Editorial Fundación Ross. 3ra. Edición 2000