martes, 16 de junio de 2015

Las carreteras



Un hito insoslayable en la historia de las comunicaciones americanas lo constituyó el Primer Congreso Panamericano de Carreteras, realizado en Buenos Aires en 1925, que en conjunto con la flamante Confederación Panamericana de Carreteras, trazó un plan de trabajo tendiente a fomentar la construcción de rutas modernas. De esta manera se vendría a cumplimentar con los requerimientos de la pujante industria automotriz. El segundo Congreso Panamericano de Carreteras se celebró en 1929, en la ciudad de Río de Janeiro, con la jerarquía y rango de cumbre de Estados, con el apoyo del presidente de ese país, Washington Luís Pereira de Souza y el de los Estados Unidos de Norteamérica, Herbet Hoover, especialmente interesado en crear nuevos circuitos de comunicación dentro de la denominada política de Unión Panamericana. El representante de la argentina, el diputado nacional José Miguel Barbich, se refirió con conceptos generales a la voluntad del gobierno de Yrigoyen, "un americanista entusiasta" de sumarse a una política continental de charreteras asumiendo que se trataba de "un problema fundamental de la vida moderna", al que el gobierno radical daría "una solución paulatina, continuada y progresiva"4g, y función de lo cual el Congreso se aprestaba a sancionar "una gran ley de vialidad" que contribuyera a la gran obra planteada por los demás países.50
La Capital, otorgó especial cobertura a este encuentro que como máxima aspiración aspiraba a unir por cintas asfálticas amplias y duraderas a las capitales de América, y que por otra parte contaba con los auspicios de la Asociación de Construc­tores de Caminos y los delegados del presidente Hoover que impulsarían la construc­ción de la proyectada Carretera Panamericana.51
Simultáneamente en Buenos Aires se realizó un Congreso de Vialidad.52
El Congreso General Agrario, reunido por la Federación Agraria Argentina en Rosario, en agosto de 1929, que recientemente había conmemorado públicamente “El Día Agrario" o el "Día de la liberación del colono", al cumplirse el 17 aniversario del "Grito de Alcorta", y que convocó a 338 seccionales de la entidad, en agosto de 1929 dedicó uno de los puntos centrales de las deliberaciones a la situación de la situación de la vialidad en el país. Como resultado de las mismas se llegó a la conclusión que los caminos  de toda la república "eran malos y que los gobiernos de provincia tenían a la vialidad como  un recurso electoral pues sólo en momentos electorales se acuerdan de reparar en parte  los mismos, no existiendo un plan orgánico para mejorarlos".53
La temática automotriz fue ganando tal espacio que llegó a ser "suplemento “La Capital, con el nombre de "página de Vialidad", donde se abordaron aspectos tales como “la conducción" y "el manejo" de los automóviles, el listado de caminos que requerían reparación, disposiciones de tránsito en la Capital Federal, los               materiales en la construcción de los caminos, y hasta un sector de correspondencia, con informes de todas las localidades de la región.54
Hacia finales de la década del 30 las Universidades habían formado técnicos en la materia que junto a instituciones profesionales y personas de influencias comenzaron a exhortar con mayor frecuencia la necesidad de profundizar la realización de obras públicas de vinculación continental. Al respecto La Capital reflexionaba que nunca en la historia fueron tantas y tan fáciles las comunicaciones pero también pocas veces la distribución de los bienes económicos había resultado tan defectuosa ni tan discordante con las posibilidades de la técnica, condenando a regiones a la pobreza y generando conflictos que alteraban la paz mundial.55
En la década del 20 fue aún más usual la comparación entre Rosario y la ciudad norteamericana de Chicago lo que despertaba más orgullo que pesar. Tanto una como otra revalidaban el título de segunda ciudad en sus respectivas repúblicas. Hasta una tienda céntrica rosarina llevaba el nombre "A la gran ciudad de Chicago". Esta última ciudad ya estaba organizando una gran exposición internacional que se realizaría en 1933, en conmemoración de sus primeros cien años de vida. En La Capital, de marzo de 1929 se señalaba: "Rosario ha sido llamada muy acertadamente la Chicago Argentina, por la similitud entre la ciudad ubicada a orillas del lago Michi­gan y la ciudad al lado del Río Paraná, respecto de su rápido progreso, del espíritu mercantilista de sus habitantes, y del vigor y el empuje que se nota en todas las activi­dades por ellos emprendidas".56 Sin embargo, también ambas sociedades experimen­taban similitudes de marginalidad y delincuencia, tal el caso de la adulteración de productos alimenticios.57 Ninguna referencia se ha encontrado en la producción de los investigadores y docentes de la FACECYP acerca de la criminalidad y las asocia­ciones delictivas que en la década del 30 con la violencia de sus actividades conmocionaron  a la ciudad."58 Uno de los casos más impactantes de la época que tuvo reper­cusión nacional, y que tocó de cerca a la comunidad universitaria fue el secuestro y crimen, en abril de 1931, de Abel Ayerza, estudiante de Medicina en Buenos Aires, y que involucró una red mafiosa de origen siciliana radicada en Rosario y Córdoba, bajo las órdenes de Francisco Marrone y Juan Galiffi.59
Las dos ciudades reconocían en el ferrocarril y en la navegación (de ríos y canales), para la exportación de materias primas, junto a la inmigración que supieron atraerá partir de mediados del siglo XIX, los principales factores del desarrollo y la conformación de una sociedad cosmopolita.
La fisonomía urbana del centro de la ciudad se configuraba a la sombra de las nuevas siluetas de "los edificios del cereal", es decir de aquellas construcciones hoy emblemáticas de una época de la ciudad, surgidos como resultado de la bonanza productiva tic la región y la época de oro del puerto de Rosario, con su impacto directo en su identidad de emporio mercantil.
El año 1929 fue prolífico en inauguraciones edilicias: el palacio de La
Favorita, Molinos Fénix, la Escuela Juana Blanco, la Iglesia del Perpetuo  Socorro, el  Sindicato del Seguro, el estadio de Newell's. Con la inauguración del Palacio  de la Bolsa de Comercio y el Palacio Minetti, en noviembre y diciembre de 1929, respec­tivamente, se completa esta etapa que terminó por configurar el rango arquitectónico de la calle Córdoba entre Corrientes y Paraguay.
Las principales sociedades de seguro y socorro agrícola construyeron también sus casas matrices y que por esa misma condición debían inspirar a sus asociados (residentes en localidades bonaerenses, cordobesas, entrerrianas, y santafesinas), la imagen de fortaleza económica e institucional.
La inauguración de la nueva sede de la Bolsa de Comercio es sumamente ilustrativa del proceso de interacción aquí reseñado y demuestra la madurez de una trama de intereses concomitantes lo suficientemente integradas y conscientes de su poderíos, manifestado con orgullo en la prensa. Aquella concentración de socios, empresarios, productores y comerciantes, era la resultante de tres décadas de creci­miento institucional sostenido, al punto de contar en sus filas con 1469 socios, una cifra récord, y un capital de 1.865.202 pesos. Pero más allá de la Bolsa de Comercio en sí, sus instituciones asociadas, las ya referidas Centro de Corredores de Cerea­les (1908), el Mercado de Productos Nacionales (1909), la Sociedad de Ruralistas (acopladores, 1920), y el Mercado de Títulos y Cambio (1928), tenían un protago­nismo nacional, fijando rumbos en sus respectivas especialidades, e interviniendo directamente ante la presidencia de la Nación en la defensa de los intereses del sector. A estas entidades que tenían entre sus finalidades garantir el dinamismo de los circui­tos comerciales, se sumaban instituciones que sin estar asociadas a la Bolsa compar­tían la misma prédica y acción en defensa de los intereses regionales de Rosario, como el Centro Unión de Almaceneros, que con sus 35 años de vida y varios cente­nares de socios (en 1929), gozaban de prestigio y fuerza efectiva a la hora de intervenir "en el concierto de las actividades del emporio de trabajo y eje principal del movimiento comercial e industrial de la República", como definían a Rosario.60'
Las instituciones mencionadas hacían uso de los adelantos técnicos en las comunicaciones porque la información era clave en sus operaciones, estando suscripta a líneas telegráficas internacionales y publicaciones periódicas. La Bolsa de Comercio contaba en su antigua sede con una oficina del Telégrafo Nacional y trasladada la nueva sede instaló una oficina de la Compañía Telegráfica Telefónica (Vía Madeira).61 La red telegráfica alámbrica del Estado soportaba años de falta de invesión, como el resto de las servicios de Correos y Telégrafos.62
Tanto La Bolsa de Comercio como la Federación Gremial del Comercio y la Industria (creada en 1919), y otras instituciones como el Centro Unión de Almacene­ros formaban hacia  finales de la década del 20 un frente dirigencial sólido sin antecedentes en historia de la ciudad.63

Notas.
50Ibldem.
51Ibldem, 10 de agosto de 1929.
52Ibídem, 1 9 de agosto de 1929.
53Ibídem.
54Ibídem, 20 de noviembre de 1929.
55           Ibídem, 22 de junio de 1939.
56   Ibídem, 24 de marzo de 1929.
57   Ibídem.
58   Verde Osvaldo AGUIRRE, "Historia de la mafia en la Argentina ", Editorial Norma, Buenos Aires, 2010.
59   Juan Pablo Robledo, "El caso Ayerza, secuestro y muerte de un estudiante universitario", en revista Rosario, su historia y región. Número 98, julio 2011.
60  Ibídem, I 1 de noviembre de 1929. 61(Ibídem. 7 de marzo de 1929.
 62 Ibídem, 13 de noviembre de 1929.
 63 Ibídem, 10 al 15 de julio de 1928.

Fuente:  extraído del  “Libro Ciudad Puerto De Marco, Miguel Angel Leopoldo Gabriel  – Universidad y Desarrollo Regional – Rosario 1919-1968” de noviembre 2013.