viernes, 26 de junio de 2015

GARDEL ENTRE PINTORES, INDIOS Y CARNAVALES



1916. En febrero aparece El Alma Que Canta, revista de canciones populares que en Buenos Aires dirigen Blas y Vicente Bucchieri, dos ex canillitas. A no asombrarse que don Alfonso Longo, también lo fue en Rosario, y de vender libros, diarios y revistas en los trenes pasó a establecerse con imprenta y librería asociándose con el padre de quien, con los años sería un gran cirujano argentino: Raúl Matera. De idénticos comienzos humildes fue el librero Amoldo Ross —fundador de un imperio en la Chicago Argentina— y el gallego Benítez de Castro, quien llegó a tener tres librerías y habiendo comenzado en España trayéndole los libros al cura del pueblo a lomo de burro...

Este año muere Gabino Ezeiza, Gardel filma Flor de Durazno, Luis Teisseire escribe el tango Entrada Prohibida y Francisco Canaro dota a su conjunto de un nuevo y misterioso instrumento: el contrabajo, que por primera vez se integra a la orquesta típica en forma permanente. Y así como Gardel, Teisseire y Canaro pintan musicalmente el alma de porteños y rosarinos, entre los que nacen un par de años después dentro de la bohemia pictórica de las paletas, los pinceles y las telas vienen al mundo dos pintores que tendrán larga trayectoria en Rosario: Ambrosio Gatti y Raúl Domínguez. - Gatti, que ha nacido en San Nicolás (Bs. Aires) en 1918, se rosariniza muy pronto, realizando sus estudios artísticos con el maestro Enrique Munné. Resulta ser un pintor con vocación marinista, apuntando su técnica a la temática del río, el mar, las embarcaciones. Entre otros cargos, será Director de la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto y Presidente de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos de Rosario'. El segundo de los nombrados, Raúl Domínguez, llamado El Pintor del Paraná y las Islas por rosarinos, santafesinos e innumerables admiradores del Litoral Argentino ha nacido en Rosario y es profeta en su tierra, donde ha nacido un 5 de diciembre de 1918, curiosamente el mismo día, mes y año que su inseparable esposa doña Clemencia Teixeira. Alumno del gran artista catalán Eugenio Fornells, realizará su primera exposición en 1938 y será dibujante y docente de la Fabrica Militar Fray Luis Bertrán durante 25 años.2

Hacia esta época, la vida empieza a ser un poco más larga para los que nacen. Es que en la segunda mitad del siglo XIX, el genio de Pasteur ha inaugurado la Era Microbiana. Las consecuencias prácticas de sus descubrimientos —pasteurización, asepsia, antisepsia, vacunas, obras sanitarias, etc.— imprimen una nueva aceleración al aumento de la población mundial por descenso de la mortalidad. En las primeras décadas del siglo XX la tendencia se ha afirmado por la difusión y paulatino perfeccionamiento de la higiene pública y privada. Crecerá el promedio de vida, que si orilló los cuarenta años en el siglo XIX, rondará los cincuenta en vísperas de la Segunda Guerra.3

La visión genocida del malón oficial contra el indio que encabezara Julio Argentino Roca, tornase con los años en velada acusación, vergüenza y remordimiento de muchos argentinos, muchos de los cuales —los poetas especialmente— no dejan pasar oportunidad de recordar para las nuevas generaciones, la personalidad valiente, vibrante y altiva del aborigen de nuestro suelo, como sucede en este bello poema escrito y publicado en 1923.

EL CADAVER DEL SALVAJE

Llevadle, sí, dadle a la llanura

Y sepultad allí su cuerpo yerto,

Que la grama del campo y su verdura

Deben ser la modesta sepultura

Del hijo valeroso del desierto.

Al despojo del hombre y a la muerte

Debe el hombre respeto y sentimiento,

porque es siempre sagrado el polvo inerte

Que fue templo de noble pensamiento

Yanimó Dios con su inmortal aliento.

En su robusto pecho palpitaba

Un corazón magnánimo y altivo

Yen su mirada ardiente reflejaba

El alma que sin mancha conservaba

 La grandeza del hombre primitivo.

Del más grandioso ser que ha Dios formado,

Su bella imagen, la criatura humana,

Sólo queda ese resto inanimado,

De cuya yerta sien será borrado

El sello de su mano soberana.

Ese hombre nunca conoció ciudades

Ni admiró de sus artes el portento,

Porque lejos del mundo y sus maldades,

Vivió errante en las vastas soledades

Bajo el palio turquí del firmamento.

De tierra virgen hízolo la mano

Que formó nuestra raza, y siempre unido

A su montaña y al florido llano,

Vivió de sus florestas soberano

En él silencio de su aduar querido.

El amaba las brisas rumorosas

Yde los montes la apacible sombra,

El cielo azul, las noches silenciosas,

Ylas fuentes que ruedan bulliciosas

YDe la llanura por la verde alfombra.

Hijos de las florestas, las quería

Como a su patria y a su hogar nativo.

Yen medio de la intemperie allí vivía

Sin resguardarse de la lluvia fría

Ni de los rayos del calor estivo.

Con desdén impasible desafiaba

La tempestad y el pavoroso trueno,

Las ondas con su brazo dominaba

Ycon audaz arrojo se lanzaba

De las cascadas al hirviente seno.

Las vírgenes florestas que al salvaje

Dan amparo, solaz, dicha y sustento,

El árbol de magnífico follaje

Cuyos frutos doblegan su manejo,

Fueron su anhelo y todo su contento.

Eran sus marchas en la selva umbría

Por los astros hermosos orientadas,

Ycon rumor, que el solo conocía,

YEl suelo silencioso le advertía

YDel distante enemigo las pisadas.

¡Valiente raza que ha desaparecido

Con su historia y sus selvas seculares!

Una raza rival le ha sucedido

Que altivos monumentos ha erigido

Sobre el polvo infeliz de sus aduares.

Su tierra es nuestra; el agua de sus fuentes

Apaga nuestra sed y nos recrea,

Mieses nos dan sus campos florecientes

Ya nuestras bellas de nevada frente

Y De su selva el ramaje las sombrea.

¡Pobres indios! Sus bosques y el collado

Donde al sol adoraban, son ya ajenos;

Su suelo entero ha sido conquistado

Ynada ¡nada! se les ha dejado

¡Que les queden sus tumbas a lo menos!

 Son los años que en los corsos rosarinos y también en los porteños aparecen comparsas de muchachos con el cuero al aire, pintarrajeados y remedando, no ya a los indios, sino a los negros. ¡Los Negros Escoberos!, moviéndose al son de sus tambores en danzas tribales copiadas de vaya a saberse dónde. Con sus escobas enjaezadas de espejitos y colgajos que agitan blandiendo el palo como lanzas guerreras, y que en realidad lo son, porque muchas de ellas esconden entre la paja de guinea un afilado cuchillo para herir o dar muerte...! Los Negros Escoberos!... fantasmagórica visión de un Carnaval que está llegando a su apogeo con el coro de voces graves que dicen: "Tumba, que tumba, que tumba que lá... que este neglo quiete peliá!...".

"—Los otros días hablaron de los corsos por radio y nadie se acordó de mencionar los que se hacían en Alberdi, patrocinados por don Roque Cassini. —¿En qué lugar del barrio tenían lugar?

—Bien frente a la Plaza Alberdi, porque hasta los anos treinta y pico, bulevar Rondeau tuvo un tramo pavimentado y el otro de tierra. Mi tío, que era carpintero. hacía los palcos y mi tía compraba percalina para hacernos los vestidos de paisanas a las chicas. Ellas eran todas morochitas y yo chocaba un poco porque era pelirroja, colorada, digamos... Fíjese: ¡una paisana colorada!... —Y bueno... vendría a ser como.la hija del pulpero o algo así, verdad?. —Sí, me causaba gracia. Ahora que en aquellos años, yo nací en 1918, todo era muy romántico. Nosotras llevábamos varas de nardos y cuando algún muchacho nos gustaba arrancábamos una flor de la vara y se la obsequiábamos. —¿Recuerda los corsos de Avenida Pellegrini?

—Claro que sí, por ahí pasaban las comparsas de Los Negros Escoberos, Los

Desocupados y Los Desesperados. Era todo muy lindo, se jugaba con el agua de

los pomos de plomo marca "Bella Porteña" que contenían líquido perfumado, se

jugaba con papel picado, con serpentinas, había carrozas...

—Y andaba el hermano de Libertad Lamarque vendiendo globos...

—Sí, era globero, muy conocido. Las comparsas traían un gran número de músicos

ue iban marchando a pie y tocando sus instrumentos. Detrás de ellos venían los isfrazados de la comparsa, bailando, saltando y haciendo cabriolas. Había muchas máscaras sueltas y, por sobre todo, mucha alegría. Después nos íbamos a bailar a Newell's que era uno de los únicos clubs donde se permitía jugar con agua.5
   Ahora debemos retroceder un poquito en el tiempo. Porque en el escenario de la historia contemporánea de las universidades argentinas se nos presenta la Facultad de Medicina de Rosario ocupando un puesto de honor. Ha iniciado sus actividades el 29 de mayo de 1920.

"Por ese entonces en esta ciudad laboriosa, abierta en calles largas y avenidas amplias, con su parque que contrasta con sus campos de deportes y su lago artificial abierta al cielo, abierta al río, se vio más claro el edificio de la Facultad de Medicina' aquel día 29 de mayo de 1920,. día de la iniciación de las clases, un día gris en una mañana lluviosa y fría.

Todo lo representativo de la ciudad se había reunido allí, frente a la puerta central de esta casa de estudios, para escuchar las palabras de los oradores. Era el día que se abría una salida al porvenir.

   El delegado organizador, doctor Antonio Agudo Avila, rodeado por los profesores y estudiantes, los miembros de 

la Comisión Constructiva del Hospital Centenario, las autoridades locales, el vicegobernador de la provincia, señor Juan Cepeda, y el ministro de instrucción pública, doctor Araya, caracterizados vecinos y una multitud numerosa, abrió*el acto con palabras alusivas para mejor destacar el hecho de que la nueva Facultad de Medicina que en esa fecha se inauguraba no era una facultad más, sino que había sido determinada por un noble sentimiento de un pueblo laborioso y pujante y por el imperioso deber de incorporar al acervo universitario una institución que abarcara las mayores zonas de la medicina..."6.
Desde 1916 en que un Gardel bajo, gordo y vestido de marinero protagonizara Flor de Durazno a un 1933 en que el mismo personaje sonriente, elegante, estilizado hace furor desde la pantalla, en el disco y en los escenarios han pasado solamente diecisiete años. Su carrera ha sido meteórica y brillante y todavía le falta realizar sus mejores películas que habrá de rodar en tos Estados Unidos. No en Hollywood, como muchos han dicho, sino en Long Island, Nueva York.

Es este mismo Gardel que se despide del público rosarino con sus presentaciones en radio y en el Cine Broadway, temas de los que he hablado ya en algunos de mis libros, aunque siempre queda algo por contar sobre el paso del Zorzal Criollo por Rosario:
"_Mi viejo fue director artístico de LT3, no se si cuando vino Gardel. Pero me

contaba que él fue el encargado de pagarle a Carlitos, quien no cobró.
—¿No cofcró? *
—No. "Lo mío se lo dan a aquel muchacho", dijo. ¿Qué había pasado?. En la
radio trabajaba un empleado que era un gran burrero y que lo había mangado a Gardel apenas lo vio. Este tipo lo tenía a maltratar a mi papá. Un día le dieron plata para que sacara unos pasajes a Buenos Aires y desapareció. Tomó el tren y se tue a jugar et resto en San Isidro. Hubo que rescatarlo de allá. Terminó suicidándose..."?
"—En 1933 yo Jugaba al básket para el Club Universitario de Rosario, que tenía la secretaría en Córdoba 940. Al lado estaba el Café Richmond, que era de Giménez Morales.
El café estaba a la altura del 956 y Giménez vivía en el 954. Lo cierto es que cuando terminábamos de jugar nos íbamos una barra de muchachos de mi edad al café de Giménez, que nos hacía precio en la consumisión. Un día, vemos que atraviesa la puerta giratoria del Richmond, nada menos que Carlitos Gardel seguido de una rubia despampanante y de otro tipo. ' —¿Cómo iba vestido, te acordes?
—Sí, con una pinta bárbara y tenía puesto un sombrero de esos, tipo Orion Bah era un Orion Stephson... —¿Y después, que pasó?
—Bueno, cuando entró, los muchachos de la mesa le gritaron "¡Carlitos! ¿Qué tal Carlitos?! . El saludó a todos, sonriendo y con un ademán, pero no se sentó a ninguna mesa sino que con la rubia y el otro se acodaron en la barra. Al rato salió. Otra vez, los muchachos lo saludaron: "¡Carlitos, Carlitos!...". El volvió a saludar y salieron de nuevo por aquella puerta giratoria. Cuando fuimos a pagar el mozo nos dijo: "Ya está todo pago, pagó Gardel". Fue la única vez que lo vi personalmente." 8
Notas
1    La primera exposición que realizó Ambrosio Gatti, tuvo lugar en 1937. Desde entonces siguió exponiendo ininterrumpidamente sus obras en los salones oficiales de Rosario, Santa Fe, Córdoba, La Plata, La Rioja, Pergamino. Marcos Juárez, Concordia, Rafaela, Curuzú Cuatiá, etc. En 1980 fue invitado especialmente por la embajada de nuestro país en Roma para realizar una exitosa muestra. Desde 1939 ha sido distinguido y premiado en las principales
* salas del país. Su capacidad docente lo llevó a crear su propia escuela de pintura, por donde desfilaron numerosos alumnos que, a su vez han expuesto en salas locales. V. La Rural. Año XXIX. 2da. Época Nro. 6. Rosario, enero/ febrero 1997.
2        La Estación Fluvial de Rosario se engalana con los enormes murales ejecutados por Raúl Domínguez quien muestra allí la vida cotidiana del isleño y su folklore en forma minuciosa y atractiva. Profesor y maestro director de su Escuela Regional infantil de Alfarería y pintura que, en forma gratuita, forma a alumnos de9 a 12 años, ha visitado importantes centros culturales de Europa y América, donde se ha presentado como artista plástico, escritor y disertante. V. La Rural. Año XXIX. id., id.
3        Antonio Bellora. La Salud Pública, en La Historia Popular Nro. 82. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1972.
4        Colibrí. Páginas para los Niños. Editado por la fábrica de chocolate Águila Saint. Año II Nro. 4. Buenos Aires, abril 1923.
5        Testimonio de María Deferraris obtenido en Librería Argentina, Maipú 1455. Rosario, el 21.2.1997.
6        Raimundo Bosch. Los Cincuenta Años de la Facultad de Medicina. La Capital. Rosario 30.5.1970.


Fuente: Fragmento extraído de Libro “Barrios de Tango y otras Yerbas de Héctor Nicolás Zinni . Ediciones Del Viejo Almacén . Año 1997