viernes, 6 de marzo de 2015

COSSETTINI, Leticia y Olga ( 1904-2004 / 1899-1997)



Por Marcela Isaías

LA LIBERTAD VIVE EN LAS AULAS

Fueron excepcionales. A una sensibilidad única le sumaron su innato amor  por la infancia , que volcó en una obra cuyo legado permanecerá en el tiempo.  La clave era su respecto por la inteligencia  de los chicos.

Desde la primera vez que Leti­cia me abrió la puerta de su casa en barrio Alberdi en­tendí que a la obra de las hermanas Cossettini era posible dimensionarla en imágenes y sensaciones.
Vestida de blanco, nos invitó a pasar. Rubén Naranjo me acompañaba, era un gran amigo de la maestra santafesina.
Pasaron pocos segundos para que Leti­cia me llevara a ver las plantas de su jar­dín, mostrara cuadros que había pintado y esculturas. También contó que el juego de té sobre la mesa era uno de los tantos regalos que conservaba de sus alumnos.
Al igual que su hermana Olga, se gra­duó de maestra normal a los 16 años en la Escuela Normal de Coronda. Desde en­tonces empezarían a escribir una historia pedagógica imborrable.
Una y otra eran intelectuales de su época. Su oficio de enseñar fue tocado por la pintura, la literatura, la música y un apego infinito a la naturaleza. A tal pun­to que escritores y artistas de la talla de Bernardo Canal Feijóo, Javier Villafañe, Margarita Xirgú y Juan Ramón Jiménez desfilaron por Rosario para conocer la lla­mada "Escuela Serena".
"Digno del paraíso", fue el comentario de la poeta Gabriela Mistral al escuchar el "Coro de pájaros" formado por los niños de
la maestra Leticia.
La experiencia, que puso a la escuela pública en el mejor de los lugares, duró entre 1935 y 1950. La pasión por el co­nocimiento y la expresión fue la premisa del trabajo que alcanzó a los 600 alumnos que por esos años poblaron la Escuela Ca­rrasco.
Olga fue la directora de este proyec­to que trascendió al mundo, que removió adormecidas didácticas para dar lugar a una verdadera revolución del aprendizaje y la enseñanza. Bajo su dirección no hubo un libro de lecturas, sino muchas obras lite­rarias; la ciencia se buscó en la naturaleza y los valores se aprendieron en la democracia ejercida en las aulas, donde convivían los hijos de obreros y pescadores, y los de las clases más cultas y acomodadas.

Pero el rasgo distintivo de "La Escue­la de la Señorita Olga", tal como llamó el realizador Mario Piazza a la película de­dicada a la experiencia, fue el respeto a la inteligencia de los niños.
En 1950 un decreto ministerial separó a Olga de la dirección. Fue un intento de detener lo que la educación pública era ca­paz de lograr con buenos maestros Imposible. En cierta oportunidad, Ol­ga ya había develado en qué consistía el método de su trabajo de maestros frente en su capacidad, nuestra confianza en su obra, nuestra amistad, nuestro cariño, nuestro apoyo, que él siente y de tal manera nos devuelve (…), de nadie más que de él es esa armonía, esa amistad, ese ambiente alegre; mueve en el aire, hasta que nos dice hasta mañana".

Las hermanas Leticia y Olga fueron un  manantial inagotable de enseñanza para sus alumnos de la "Escuela Serena".


Fuente: Extraído de la Revista de capital de los 140 años del año 1987