lunes, 23 de febrero de 2015

CRÓNICA DE UN DÍA EN REFINERÍA



por Agustina Prieto
“Perezosamente se estira la mañana en el barrio. Cimbronazo fuerte el despertar. Somnolienta actividad tempranera precedió a la calma de las calles y a la crepitación de los engranajes de las fábricas.
Hora en que únicamente las mujeres se hallan en las casas y los desocupados en las esquinas la elegida por nosotros para visitar el populoso barrio obrero.
Refinería suena como a pueblo distante. Cuando la época de las grandes huelgas tuvo celebridad, y cuando el malevaje hacía estragos en los suburbios no se borró de la crónica de policía.
Fuerte del moreirismo madrugador, su conventillo El Atrevido, tan grande como mugriento, fue lugar de duelos trágicos. En sus inmediaciones el alma diabólica del gaucho ciudadanizado, guió más de un brazo diestro en las parábolas de muerte trazadas por el puñal, a la luz de la luna o al reflejo fosforescente del alcohol.
Mentada pero no descripta, la vida pintoresca de Refinería llegó a todos los oídos. Y casi como leyenda se conserva. Sábese que hay un barrio que trabaja, se divierte y, cuando está borracho pelea, y, cuando está en reclamaciones hace sentir sus fuerzas. (…)
No turban la quietud habitual más que las pitadas de las fábricas y las procesiones de obreros a la salida y entrada de los talleres.
El movimiento que se podría llamar central o urgente aminora a mediodía, cuando los ranchitos y los conventillos se animan con la presencia del obrero, y los muchachos se recogen alrededor del almuerzo.
Con las horas cambia el aspecto del lugar.
Si la mañana es silenciosa no lo es la tarde, que empieza con nervioso carreteo, se paraliza durante breves momentos de siesta
y se agita alegremente a la oración, cuando por las calles pasean su gracia las más coquetas obreritas y los galanes piropean con despreocupado orgullo, y las madres esperan a los suyos para la cena y en las casas se preparan el naipe para la tertulia nocturna, y los despachos de bebidas hacen su negocio con el aperitivo.
No hablamos de la noche, que con la mañana y la tarde, tiene su especial y única entonación.
Quisimos dejar al barrio en la tonalidad uniforme y modorra reconfortante del mediodía.”
Monos y monadas, Rosario, n° 52, 11 de junio de 1911.

Fuente: Ciudad de Rosario Museo de la Ciudad Editorial Municipal de Rosario
Ciudad de Rosario / Agustina Prieto ... [et.al.]. - 1a ed. - Rosario : Municipal de Rosario, 2010.  228 p. ; 23x18 cm.
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