miércoles, 12 de noviembre de 2014

1919-1925 LA PARADA CASTELLANOS



     Y otra vez la mitología, esa «narración maravillosa (...)  protagonizada por personajes de carácter divino o heroico» que «con frecuencia interpreta (...) gran­des acontecimientos de la humanidad». ¿Qué otra cosa podría ser la mudanza de una cancha en apenas 48 horas, sino una narración maravillosa protagonizada por personajes de carácter heroico..?
Porque, como aclara Brisaboa, «la convivencia entre los diri­gentes del club y las autoridades de la empresa no era de la mejor.  Y éstos siempre priorizaban los negocios al espíritu deportivo». Y  agrega, como preámbulo a lo que luego vendría, «... las rela­ciones de los ingleses con la comunidad rosarina y con Central continuaban mal. Ya era presidente Federico Flynn —había asu­mido en 1918, y notaba las diferencias. Periódicamente el Ferrocarril insistía en recuperar los predios que cedía, en parte por cuestiones comerciales y en parte —según decían los cen­tralistas— porque sus autoridades no habían asimilado nunca que el club se acriollara y permitiera que ingresaran socios que no fueran empleados de la Empresa» (12).
En la rigurosa Historia de Rosario Central de Andrés Bossio, bajo el título «A TRABAJAR SE HA DICHO...» se da cuenta de esta nueva epopeya: «En 1917, propietarios de una fran­ja de terreno que ocupaba el ferrocarril reclamaron la misma de inmediato. Era, justamente, parte también de la cancha que usaba Central para sus partidos oficiales. La Liga Rosarina, ante esta situación, intimó a Central para poner en condiciones su campo de juego —que había quedado 'mutilado' al entregarse el sector de terreno reclamado a sus propietarios—. Dos días después debían jugar contra Argentino (hoy Gimnasia) y si no arreglaban su campo debían jugar el bravo encuentro en el Parque. Cuando todos estaban desconsolados, pensando qué hacer, alguien resuelto exclamó: '¡Vamos, a trabajar se ha dicho, que solo faltan 48 horas para el partido! Allí comenzó una febril tarea. Jugadores, dirigentes y simpatizantes se unieron. Unos traían tierra, otros alisaban el terreno, mientras algunos se ocu­paban de correr los arcos. Agotados y exhaustos, al momento de comenzar el partido con Gimnasia —que terminó uno a uno— la nueva cancha estaba en condiciones y sus 'hacedores' satisfechos...» (13). El gol de Central en aquel partido fue con­vertido por Zenón Díaz, de penal.
La nueva cancha estaba en la Parada Castellanos, también cerca del Central Argentino, «... al comienzo de la calle Iriondo, contra la calle Facundo Zuviría, hoy Central Argentino, lindan­do con los viejos terrenos de esa empresa que, frente al comien­zo de la calle Humberto 1o, siguen teniendo acceso por el Portón n° 1» (14). Hoy Central Argentino es la Avenida Intendente Luis Lamas y esos terrenos forman parte del parque Scalabrini Ortiz.

En 1923 Federico J. Flynn convence a Mister M. F. Ryan, alto funcionario del Ferrocarril, de que éste done toda la madera que la empresa no utilizaba y «con la contratación de algunos peo­nes especializados y cientos de socios y simpatizantes centralis­tas que prestaron su desinteresada colaboración, se construyó una tribuna con cien metros de gradas de unos diez escalones, de cada lado de la cancha, con lo que se dio comodidad a unos quince mil espectadores» (15). El costo de la obra fue de $ 15.000 de aquel entonces.
Bibliografía
 12- BRISABOA,  JORGE: De Rosario y de Central, op. Cit.

Fuente: Bibliografía del Libro “ El Gigante de Arroyito – La Verdadera historia Autor Fabián Bazán Editorial Cultura Canaya – Año 2009.