martes, 2 de septiembre de 2014

'ROSARIO, CUNA DE CAMPEONES



por Osvaldo F. Albertelli

Frase breve, pero hondamente expresiva. Tal vez haya si­do dicha mucho antes y en diver­sas circunstancias. Sin embar­go, quien la fijó definitivamente en la historia deportiva de la ciu­dad fue Octavio J. Díaz, aquel ex­traordinario guardavallas de Rosario Central.
Ese grito estentóreo fue lanza­do al aire por el "Negro" Díaz el 15 de octubre de 1929, cuando el combinado de la desaparecida Liga Rosarina se consagraba campeón argentino al vencer por dos a uno a la Federación Tucumana en el viejo estadio de River Plate, ubicado entonces en ave­nida Alvear y Tagle de la Capital Federal. El tremendo vozarrón del imponente arquero rosarino vibró en aquellas viejas tribunas de madera y nos pareció a quie­nes estábamos allí, que esa enor­me exteriorización de júbilo re­corría el cielo de esa cálida tar­de de octubre para depositarse en pleno corazón de Rosario. La ciudad lo recibió alborozado y lo festejó largamente; era la prime­ra vez que una embajada futbo­lística local obtenía ese precia­do galardón.
Crónicas amarillentas y des­coloridas fotografías de los me­dios más prestigiosos de Buenos Aires, llevaron al país la imagen imponente del gran Octavio, acompañado esa tarde por Fran­cisco De Cicco, Juan González, Silvestre Conti, Victoria Faggiani, Julián Sosa, Agustín Peruch, Francisco Scaroni, Adolfo Cristini, Luis Indaco y Francisco Barreiro. Detrás del alambrado, transpirando más que si estuvie­ran adentro, quedaron como "mi­rones" Gabino Sosa (que estaba lesionado), Hectorino Pacotti. Ginés Burset, Serapio Mujica, Alfonso Etchepare. Osvaldo Coicoechea y Antonio Del Felice. Alfonso Etchepare. Osvaldo Coicoechea y Antonio Del Felice.  
Al comentar el triunfo del com­binado rosarino. la revista "El Gráfico, publicaba la legendaria fotografía del capitán alzando la copa en triunfo, y decía:  “Es  la imagen (Octavio Díaz) de una tradición gloriosa que se yergue en el reverdecer de los laureles marchitos: es todo un pasado que renace: es el ayer que vuelve; es. acaso, la anunciación inefable de una nueva en de glorias: es el símbolo de Rosario en la apoteosis del campeonato          ".
 Invocando los duendes de un pasado esplendoroso (Zenón Dí­az. Pinato Víale. Harry Hayes. Guillermo Dannaher. Julio Libonatti el petiso Miguel y el eterno Gabino. genio de varias décadas Llarrnista preanunciaba una resurrección del fútbol de la ciudad. A partir de aquel grito en­sordecedor de Octavio. "Rosario, cuna de campeones', sabíamos que esa tarde, en la vieja cancha de River. se abría una nueva y provechosa etapa en la brillante historia futbolística rosarina.
Osvaldo Faustino Albertelli es una verdadera reliquia viviente de la ciudad. Unos cuantos años muy perpetua juventud. No hay persona alguna en la ciudad que habiendo pasado por algún me­dio de difusión, no haya apren­dido algo de don Osvaldo. Las re­dacciones de viejos diarios ya desaparecidos, así como la agen­cia local del matutino porteño "La Prensa" . y una cantidad im­presionante de corresponsalías nacionales y extranjeras cono­cen de su gran capacidad perio­dística y su innata condición de maestro. (A.B.).


Fuente Extraído de la Revista Historia de aquí a la vuelta. Autor Andrés Bossio  de Abril 1991.