martes, 29 de julio de 2014

LOS TUGURIOS DE LA 4a



En aquella pintoresca aun­que no menos censurable Babel pe­caminosa y de juerga corrida, la vi­da nocturna adquiría contornos de verdadera romería, con parroquia­nos que entraban y salían de los distintos locales, marineros prove­nientes de los barcos anclados en el puerto rosarino, carreros, estiba­dores y señores de pro que no trepi­daban en sumarse a esos verdade­ros "tours" a la cuarta de los quilom­bos.
De esa mezcolanza de sexo, alco­hol, naipes y diversión que incluía asimismo una gastronomía varia­da, quedan -casi siete décadas des­pués - sólo nostalgiosos testimonios de los sobrevivientes, y datos registrados por la documentación policial, los informes y digestos mu­nicipales y algunas noticias en el periodismo de la época, fuentes don­de se consignan nombres de boli­ches, fondas, comedores y lugares de encuentro exclusivamente etíli­co. Entre ellos, de la larga lista, pue­den mencionarse El Guaraní (Bv Oroño entre Jujuy y Brown), el Victoria (en el mismo boulevard y Jujuy; éste subsiste todavía aunque sin demasiada lozanía); el de La Blanca Rosa (y su cónyuge apoda do Juan, el Sucio), en Bv. Oroño y Salta; La Madrugada, en Pueyrredón y Salta; Los Genoveses, en Guemes y Balcarce; Los Chivos, en Weelwrighty Balcarce, que resistiría el paso del tiempo hasta entrada la década del 60; El Charrúa, en Pueyrredón y Guemes; El Baturro, en Brown, y Balcarce; El Ebro, en San­tiago esquina Brown; el bar de Cue­nto, en Bv. Oroño entre Brown y Jujuy, y su vecino, el del RusoMoishe, en Jujuy entre Alvear y Bv. Oroño; La Carmelita o Gianduia, en Weelwright al 1500, luego trasladada a Guemes y Bv. Oroño, antes de su instalación y fama posteriores en el barrio de Pichincha, y muchos otros.
La sección cuarta no agotaba allí sus atractivos para el público mas­culino: el centro del interés de esa concurrencia que pululaba por sus calles estaba en los prostíbulos de todo tipo, que habían convertido a la zona en un indiscutido ghetto pe­caminoso. Los había de real lujo en su ornamentación y "servicios" a los clientes de toda edad, condición y procedencia, como el de Madame Trance, en Balcarce 42 o la pensión de Mongardin, en Jujuy entre Balcarce y Moreno, con una tarifa de 5 pesos, muy alta para la época.
Ambos locales ejemplifican la pre­eminencia que los franceses tení­an, por entonces, en la sección cuarta, donde dominaban el nego­cio prostibulario, algo que seguirí­an haciendo sin problemas hasta su desplazamiento por las corpora­ciones de polacos y judíos, como ocurriría en el resto del país y especialmente en la Capital Federal, donde aquella real guerra de rufia­nes alcanzó proporciones mayores que en Rosario.
Los franceses, calificados por la jerga rosarina como panzoñes, de­nominación genérica que se endilgaba a los rufianes, proxenetas macrós o como quiera llamárselos tenían incluso su lugar de cita en la sección: un café, de ignoto nombre ya, instalado en la esquina de Brown y Moreno, en el que se reunían pa ra tratar los asuntos de pupilas y arreglar cuentas del negocio. Está preeminencia de los "franchutes duraría desde 1905 a 1920 aproximadamente, para apagarse luego aunque la fama de las francesas los sobreviviría luengamente. . .

Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 8.  De Diciembre 1990. Autor: Rafael Ielpi