lunes, 26 de mayo de 2014

CALLE PICHINCHA



YO TE RECUERDO ASI...

Por Francisco Piano



En la intersección de dos épocas, cuando la ciudad asis­tía a una renovación de la segunda década del siglo, es decir allá por el año 1920, surge en un sector de la misma un gru­po de "casa de tolerancia" que le dieron aquel sitio renom­bre inigualado y que aún perdura en el recuerdo de los me­moriosos.

Su popularidad había superado el ámbito local y se exten­día hasta la Capital Federal así como a una amplia zona de nuestra provincia. Los transitadores de la noche conservan — en su memoria— aquel reducto con su entorno como un agua­fuerte de Quinquela; vieja y recordada PICHINCHA cuántos hom­bres caminaron tus veredas procurando el placer en aquellas "maisons" que encerraban instantes de amor comprado. Los que hoy pueden volver con sus recuerdos a aquel tiempo, se reencontrarán en las ochavas esquineras la aventura de horas inolvidables.

Se encontrará con nombres como: "El Irianón", "El Italia", "El mina de Oro", "El 90", todos ellos eran parte de la calle Pi­chincha, que hoy conocemos como Richeri; para tener una idea cabal de los lugares en los cuales el parroquiano podía pasar su tiempo, diremos que se podía estimar en alrededor de 15 establecimientos. De todos ellos se destacaba "Madame Sa­fo" (hoy Ideal) donde se encontraba un ambiente muy refina­do y elegante. El mismo era muy exclusivo y la admisión de los asistentes se efectuaba observando por una mirilla coloca­da en la puerta principal; el-"conserje" luego de examinar detenidamente al interesado, según fuera su aspecto, franqueaba la puerta o le negaba el acceso al lugar. La mayoría d las "femes" eran de origen francés, todas ellas de una gran belleza. Se organizaban espectáculos coreográficos de tipo re visteril, no exentos de erotismo para atender los requerimiento de los "visitantes".

Para tener una idea de como funcionaban estas "maisons' señalaremos que se habilitaban a las 16 horas y concluían s labor a las 4 horas del día siguiente. Estos burdeles contaba con un personal que oscilaba entre trescientas o cuatrocientas mujeres, quienes eran rigurosamente controladas por el departamento de salubridad, pues los mismos contaban con 1 aprobación de las autoridades de la ciudad.

Las características edilicias de estas casas eran similares se componían de un pasillo amplio de entrada que desembocaba en un "gran hall" de 10 x 40 metros, el cual se encontraba rodeado de habitaciones. En uno de sus extremos generalmente, desgranaba tangos y valses una pianola, dándole al lugar un toque muy especial.

En los burdeles que podríamos llamar más populares, habían mujeres de todas las nacionalidades en el hall no existían mesas ni sillas. Los concurrentes se ubicaban por lo general junto a las paredes, y hacia ellos se aproximaban la mujeres elegantemente ataviadas y conversaban unos minutos para luego invitarlos a su habitación, circunstancia que quedaba a la libre decisión de cada uno.

Los días sábados por la noche, aquel sector comprendido por Pichincha entre Jujuy y Brown, se convertía en un centre con un movimiento incesante de parroquianos, entre los qu< era dado advertir rostros y personajes de distinto origen, si mezclaban los idiomas ya que era muy normal que los tripulantes de los barcos surtos en el puerto se volcaban a la zona Para establecer un punto de referencia diremos que las joma das sabatinas de nuestra peatonal son similares a aquellas noc turnas que rememoramos.

Las pinceladas finales de este relato están referidas ; algunos tipos de características muy especiales; en prime término mencionaremos al "rufián", quien se ocupaba de las "contrataciones" de las mujeres, tanto a nivel nacional como internacional, eran los "capos" que manejaban el negocio y establecían las reglas de juego a las que debían ajustarse todos los que se movían en este ambiente. Luego le seguía ese personaje tan especial conocido como "cafishio", sujeto que conquistaba a !a mujer con amor y ternura, poseedor de fácil palabra, tenía además un gran sentido paternalista, era hombre de una sola mujer y poco amante del "laburo", de mo­do que vivía a costa de su pareja.

Debemos mencionar también a la "encargada" de controlar el "trabajo" de las mujeres a quien se le identificaba como "ma­dame"; ella regenteaba toda la actividad que allí se desarro­llaba.

Como es de imaginarse, la zona estaba controlada por efec­tivos de la policía, quienes mantenían un orden estricto, para evitar cualquier tipo de transgresión; no obstante ello, ocu­rrían de pronto, algunos encuentros entre "cafishios" —per­sonajes borgianos— sujetos extraños, capaces de la suprema abnegación y de la suprema ruindad. Esos enfrentamientos se producían generalmente por problemas de mujeres, conocidas en el argot lunfardo como naifas, minas o percantas y en muchas ocasiones tenían un trágico final.

Como anécdota, podemos señalar que muchas de aquellas "mujeres" se alejaron del .ambiente y formaron su hogar integrándose a la sociedad, dejando atrás un capítulo de su vida, totalmente superado.

En forma breve, he intentado revivir un tiempo pasado, que conforma la historia de la que en otra época fue reco­nocida como la "Chicago Argentina", título que se había ga­nado por el esfuerzo de sus pobladores, por su actividad cre­ciente, por su empuje. Todo eso quedó atrás, pertenece al pasado... éramos el quinto país en importancia en el mundo, todos nos respetaban y los "gringos" venían a hacer la Amé­rica. Para las nuevas generaciones este "retrato" de un tiem­po que es desconocido para ellos, ha de aproximarlos a un período de ¡a vida de nuestra "city", como se podrá apreciar "no hay nada nuevo bajo el sol", sobre todo cuando nos ha­blan del "destape".... a otro con ese cuento.
Bibliografía: Güía de Rosario de Francisco Planos