martes, 8 de octubre de 2013

VIENDO CINE EL CAFÉ



Antes y durante el Centenario, los salones y cafés eran protagonistas tas del furor de los rosarinos por ese nuevo lenguaje, al  que la falta  de sonorización no lo hacía menos interesante pon los  espectadores. De esos años son el acompañamiento a las imágenes a tra­vés de un fonógrafo colocado de­trás de la pantalla, reemplazado al t poco tiempo por un pianista que -bien o mal- iba dándole marco musical al argumento de películas cuyas protagonistas iban desde Anita Stewart a la notable y por mucho tiempo vigente Lillian Gish

De entre 1900 y 1910 son el Salón Nacional, en Córdoba 1185; el Sa­lón San Martín, en la calle de ese nombre entre Montevideo y Avda. Pellegrini; el Café General Mitre, ele Mitre y Zeballos; el Café Sportman, en Córdoba y Paraguay; el Salón París, en Sarmiento al 900; el Sol de Mayo, luego legendario cine, y el Café de la Estrella, en Güemes y Jujuy.
Pero no tardarían en aparecer, conviviendo con los anteriores, las que bien pueden ser designadas ya como salas de cine, la primera de las cuales según la mayoría de los testimonios fue la llamada Sala París, que funcionaba en el Café Columba de calle Córdoba, que tenía unos bancos en su parte delante­ra y butacas luego, hasta el fondo del salón.

A la lista debe sumarse el Lepage, en Córdoba 884, una gran sala que ocupaba parte de un vasto local en el que convivían la distribuidora cinemato­gráfica de Max Glucksmann, proveedora mayoritaria de las películas que se exhibían en la ciudad, y en la que los episodios de "Las peripecias de Paulina", con Pearl WbJte. con­gregaban a nutridos auditorios.
En el Lepage -se afirma- se inició el  cine continuado, que luego seda costum­bre extendida, y su auditorio estaba constituido por familias de presagio social.
Contemporáneas serían salas como el Moderno, en donde hoy se le­vanta el imponente edificio del Banco de la Nación, en San Martín entre Córdoba y Santa Fe, y el Royal Cinematógrafo, un poco posterior, en Santa Fe 1126, frente a lo que entonces era el edificio del Correo Central y en el terreno donde se construyera posteriormente un heredero que sobrevive: el Cine El Cairo.
Algunos de estos locales exhibirían desde 1910 en adelante 1; para entonces regocijantes aventuras del batallón de policías de Keystone o las bellezas de las regordetas bañistas de Mack Sennett, sin olvidar a los cómicos como Harold Lloyd o Char­les Chaplin, que hacían reir por entonces a los rosarinos tanto como los públicos de todo el mundo.
En ese furor del público tampoco quedarían al margen al­gunos hoteles como el Savoy, que entre 1915 y 1920 publica­ba su terraza como local como el Savoy, que entre 1915 y 1920 publica­ba su terraza como local cinematográfico, compitiendo con el vecino Café Central de Comercio, de San Martín 884, de Santiago Aguilc. el Café y Cinematógrafo Sportivo, en San Martín 1155, donde hacía oír sus sones otra orquesta de señoritas, o el Café Central, en San Martín en­tre Córdoba y Rioja.


Fuente: extraído la Bibliografía usada de la Colección “Vida Cotidiana de 1900-1930 del Autor Rafael Ielpi del fascículo N• 2