jueves, 3 de octubre de 2013

EL APOGEO DEL CINE


Entre 1920 y 1930 los cines invadieron la ciudad, en la primera posguerra del siglo, y la mayoría de los inaugurados en ese período son los que sobrevivirían mayoritariamente hasta las décadas del 60 y 70 e incluso del 80 en algunos casos. Una enumeración de esos cines lejanos podría ser tediosa si sus nombres no estuviesen unidos a la vida cotidiana de cientos de miles de hombres y mujeres paras quienes ir al cine era una costumbre cada vez más entrañable y placentera -en muchos casos incluso cotidiana- que se iría perdiendo con el paso del siglo por distintas razones, no todas ellas de índole económica. En 1927, la prensa comentaba: "El cine está tomando cada día más incremento en nuestra ciudad. La temporada de invierno próxima se inaugurarán doce nuevos cines ubicados en distintos barrios y zona céntrica..."
Ese año, en efecto, se habilitan el Capitol, en San Martín al 900; el Electric, en San Martín entre San Luis y San Juan; el Córdoba, en Córdo- ba al 1100; el Urquiza, en Urquiza 1637; el Cine Varíete La Bolsa, de -Lorenzo al 1200, hoy Cine Broadway, donde cantara Carlos Gardel: el Maipú, de Mendoza esquina Suipacha, finalmente habilitado como Cine Rivadavia; el Buenos Aires, en Buenos Aires 2338; el 9 de Julio, en la calle del mismo nombre al 2300, que se llamaría, en convertido en cine se llamaría luego Moderno y finalmente, más allá de 1930, Gran Rex, como hasta la actualidad; y el Mundial, en calle Entre Ríos al 2400, muchos de ellos pertenecientes a la empresa Max Glucksmann
Anteriores y funcionando para entonces eran el Doré, de Mendoza al 1700 ; el Empire Theatre, de Corrientes 842, cuyo hall de acceso pareció siempre tanto o más largo que la sala misma; el Gran Cine Varíete Rosario, en Sarmiento y Santa Fe; el Alvear, en Córdoba al 2300, y los conocidos Social Theatre, Belgrano, San Mar­tín. Libertad, Mo­derno y el Buckingham Palace, en Maipú 1174, al que la generación posterior cono­cería como Cine Bristol. Toda una sucesión de salas al servicio de los amantes del cine.
Para entonces, las salas habían llegado a los ba­rrios con cines como el Avenida, en Avda.Alberdi 623; el Marconi, de Ayacucho 5530; el Real, inaugu­rado en 1929, una sala amplia en la que se realizarían grandes bailes de Carnaval e incluso espectáculos teatrales; el Apolo, en 9 de Julio 385; el Bella Vista de Riobamba 3375, que sobreviviría luego bajo nombres como Godoy Lujan; el Arroyito, luego Cine Roca, en Avda. Alberdi 725, y el América, en San Martín 3270.
Esa proliferación de salas -en cuyas penumbras se refugiaban desde in­cipientes romances adolescentes a las más apacibles pasiones por el cine-aumentaría el número de éstas a proporciones que hoy parecen casi in­creíbles. Se abren -antes de 1930- el Cer­vantes, en San Juan al 2400; el Avellaneda, en Bvard. Avellaneda 894; el Radar, en Córdoba al 1100, hoy convertido en una tienda; El Pensa­dor, en Urquiza 4502, cuya nomen­clatura que quizás homenajeara a Auguste Rodin se cambiaría después, en una curiosa seguidilla greco-bb-na, por Olimpo, Lux y Luxor. Restarían otros como el Select. De Avda.Alberdi 253; el Majestic, de Corrientes 1242, convertido después en el segundo Teatro Olimpo de la ciudad y por fin en cenizas a consecuencia de un incendio en la década del 70, y el Estrella Ns 2, en Jujuy al 3200.
Una nómina de cines posteriores yjm algunos casos contemporáneos a los finales de la década del 30 debe necesariamente incluir otros nom­bres: Ambasador, de San Martín 1968: Alberdi. de Bvard. Rondeau 2030: Astoria, de San Martín 3302: Diana, de Avda. Diana 101: El Nilo, de Sarmiento 1338; Esmeralda, de Avda.Pe-llegrini 1379; Hindú, de Güemes 2060; Heraldo, de San Martín 862; Lumiere, en Vélez Sarsfield 1027; Mendoza, de Mendoza 5050; Normandie, en Salta 2955: Odeón, de Mitre 742; Opera, de Avda.Alberdi 629; Ocean, de Bvard. Ron­deau 750; Roma, de Mendoza 6490; Star, en 27 de Febrero 1065; Tiro Suizo, San Martin 5225; Victoria, en Cafferata 373 y Universal, en 25 de Diciembre 2233.

Ya sobre 1930. el furor del teatro había decrecido en la ciudad y los grandes espectáculos operísticos y las grandes compañías empezaban a ralear definitivamente. Sería el cine, entonces, el que posibilitaría a hom­bres y mujeres una recreación regular y económica, a la vez que el acceso  masivo a un arte en permanente superación estética y técnica.
Bibliografía usada de la Colección “Vida Cotidiana de 1900-1930 del Autor Rafael Ielpi del fascículo N•2