lunes, 17 de junio de 2013

MOMENTOS ARQUITECTONICOS


Repetidas veces, el caminante de Rosario se pregunta sobre cómo identificar un estilo arquitectónico, buscando desentrañar una expre­sión urbana para la ciudad, en los limites de una característica visual determinada.
Deberá compenetrarse profun­damente con el medio en su condi­ción de ciudadano y a través del íntimo conocimiento del cuerpo construido, descifrar las distintas lecturas posibles y llegar a un en­cuentro satisfactorio de la necesi­dad que cada uno haga nacer para sí, en medio de las escenografías urbanas que Rosario ofrece.
Hay ciudades que han incorpora­do como algo inseparable, aspectos urbanos que denotan así su propia idiosincracia, uniendo a su nombre aquel rasgo construido que deviene en emblema distintivo del lugar: los puentes de París, Roma "la eterna", Nueva York "la ciudad de los rasca­cielos", Buenos Aires anida en la garganta de Gardel y es "la reina del
Plata" según lo afirma el tango, a la vez que centinela de la puerta que el río homónimo concreta geográfi­camente.
Las ciudades no responden gene­ralmente a un solo rasgo que las distinga, a pesar de lo expresado. Rosario, ciudad aluvional si las hay, es un compendio ecléctico capaz de someterse a diversas lecturas. Quien no esté advertido sobre las características de los variados esti­los que integran la piel de la ciudad, deberá primero comprender la aparente confusión generada por una mezcla más o menos incon­trolada de expresiones construi­das, no generadas en un aquí y ahora determinados y supeditadas a la marcha del tiempo y sus conse­cuencias.
Una población integrada en un crisol de razas, materializa su en­torno arquitectónico según actos expresivos, donde pesan singular­mente los momentos económicos y los vaivenes que marcan para siempre al cuerpo urbano.
En la cuadricula española apa­rentemente infinita y abierta, los hombres y la historia han volcado su imaginación -o la falta de ella- y las nacionalidades y sus tradicio­nes han expresado su propia idio­sincracia, a lo que se suman los dictados estéticos desde los cen­tros de la moda y el poder.
Con todo esto y algunas cosas más, se ha conformado nuestro ambiente ciudadano. Oriol Bohigas, coautor del Parque de España, en sus primeras visitas a la ciudad, confesó estar convencido que "lo que salva a algunas ciudades de su aburrimiento, es el eclecticismo"... En el choque a veces brutal de lenguajes y formas pueden encon­trarse oposiciones de significación, constructoras de una característi­ca ciudadana.
Al ser Rosario una ciudad joven, la clasificación y catalogación de su patrimonio puede ayudar -y de he­cho que lo hace- a consolidar una identidad ciudadana. Razones va­lederas para que la ciudad atraiga, aún en su desorden, en el que puede nacer un carácter propio, con distintas vertientes, quizás ordenadas paradójicamente en su propia falta de sincronización, con idiomas sectoriales que se distinguen en el conjunto.
Si la esquina de Córdoba mentes muestra un clima de verdadera "city" en su máxima intensidad urbana, puntos pertenecientes a la zona financiera muere* a caer la tarde, irremediablemente Las zonas gastadas, que apuntan el clima de Súnchales y su memoria prostibularia, aparénteme n -contradicen con el ambiente Orofto, a medida que corre ha Parque.
La zona limitada por Urquiza y  Balcarce y el río, verdadero yacimiento de arquitectura italianizante  llena de imaginación -y a pesar las continuas pérdidas- puede oposición a la masa despezada de propiedad horizontal especulativa que invadió la planta urbana en las últimas dos  décadas especialmente. El sentido de coherencia en la diversidad que p ofrecer las viviendas del Monroe (Ovidio Lagos-Callao-9 Julio-Zeballos) o las de Mendoza y Felipe Moré, aún en su sencillez economía de medios, pueden una magnífica lección a pesar los años, si se analiza la falta imaginación de los conjuntos habitacionales de Grandoli al sur, o  de los barrios FO.NA.VI. casi general
 Otra presencia, que en una ciu­dad industrial se muestra con én­fasis, son las construcciones ferro­viarias, portuarias y de infraes­tructura general relacionadas con ellas, de las cuales pueden ser un ejemplo claro los talleres y vivien­das agrupados en el Portón N- 1 de Av. Alberdi, la hoy abandonada es­tación de Rosario Central con su más que centenaria torre, o el túnel recuperado hace poco en zona del Parque de España y los muelles y dependencias sobre el Paraná en zona de Puerto Norte (Refinería), o al sur del municipio en un recorri­do que debería comenzar desde Ba­jada Sgto. Cabral.
Ejemplos tomados casi al azar, impulsivamente, que dan la pauta sobre la condición de la ciudad y lo imposible de resumirla en un estilo controlado. Una ciudad como la nuestra, es en sí "varias ciudades", no tanto por lo que pueda leerse en su materialidad física, sino por las necesidades de indagación que cada uno se fije en el acto de comunica­ción con la misma.
La búsqueda analítica y la obser­vación del cuerpo urbano, llevan inexorablemente a concluir que "la ciudad no es un estilo". Rosario puede tener "estilo", como expre­sión de ciudad, pero será la bús­queda de los distintos momentos arquitectónicos de su vida, la que Este fascículo continúa en la in­dagación de algunos de los anterio­res, con énfasis en la etapa de bús­queda de la modernidad y sus an­tecedentes inmediatos.
Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 23 .  De Abril 1993. Autor: José Mario Bonacci