martes, 18 de septiembre de 2012

EL CINE: LA NOVEDAD DEL NUEVO SIGLO- UN GRAN INVENTO


El invento del francés Louis Lumiere, patentado en 1895 y al que por fidelidad fraternal asociara a su hermano August, tardó muy poco en llegar a la Argentina, uno de los primeros países del mundo en tomar contacto con aquella novedad que parecía próxima a la magia o poco menos.
El 18 de julio de 1896, Francisco Pastor, empresario del teatro Odeón porteño, y el inquieto y dinámico español Eustaquio Pellicer, fundador de Caras y Caretas y Fray Mocho, organizan en aquella sala la primera exhibición pública. Entre esas "vistas" que los porteños observaron entre entusiasmados y absortos figuraba "La llegada del tren", producida por el sello de los Lumiere. "La función -consigna Ricardo Piccirilli- provocó el pánico entre algunos espectadores de la tertulia alta, uno de los cuales, al ver la locomotora que avanzaba, se lanzó a la platea, lastimándose..."
Dos inmigrantes, el belga Enrique Lepage y el austríaco Max Glucksmann, se interesaron por el tema en Buenos Aires, avizorando las posibilidades que ofrecía el cine, y fueron ellos los primeros en traer al país equipos proyectores y Rimadoras, que el primero vendía en su negocio de fotografía en Bolívar 375, del
que Glucksmann era empleado. Allí se exhibieron en 1897 las filmadoras Elgé, fabricadas por León Gaumont.
Lepage, y luego Glucksmann -que heredaría el negocio de su patrón- tendrían una sucursal en Rosario, la Casa Lepage, en calle Córdoba, y en las vidrieras de aquella "casa de música" esos hoy vetustos proyectores se convirtieron en una atracción para los rosarinos apenas comenzado el siglo XX, junto a los grafófonos, gramófonos y los pioneros discos de pasta.
Las primeras películas francesas llegaron a Rosario a través de Enrique Maquerons, en 1898, un año antes de que su compatriota Rene Guillemaut Despecher trajera a la ciudad dos automóviles franceses De Dion Button, que fueron los primeros que circularon por las calles rosarinas. Aquellas proyecciones iniciales se realizaron -se afirma- en el Cinematógrafo Lumiere, de Rioja 1151, que de ese modo pasaría a ser, para algunos, la primera sala en Sudamérica.
Fuente: Extraído de la colección  “Vida Cotidiana – Rosario ( 1900-1930) Editada por diario la “La Capital