lunes, 30 de julio de 2012

FLORENCIO SANCHEZ




Florencio Sánchez.
Caricatura de Santiago publicada por Centro Editor de América latina. Florencio Sánchez, el gran dramaturgo vio frustrarse en Rosario el estreno de "Gente honrada", cuya representación inicial anunciada en el "Politeama" (Mitre entre Córdoba y Santa Fe), impidió la policía. Cesanteados por hacer una huelga junto a Miguel Angel Correa (Mateo Booz) y otros periodistas locales, fundaron el diario "La Epoca", donde aparecieron extensos comentarios deportivos.


Florencio Sánchez se radicó en Rosario en los primeros años del siglo y trabajó en la "Refinería Argentina de Azúcar", establecimiento que daría nombre a un importante barrio del norte de la ciudad. Participó en la famosa huelga de 1901. desempeñándose como secretario de prensa del sindicato.
El célebre dramaturgo uruguayo detestaba el fútbol, jamás había estado en una cancha. En un momento determinado estaba pasándola muy mal. En el diario "La República", que contaba con su valiosa pluma, lo dejaron cesante por adherir a una huelga. Poco después, la policía frustró el estreno de "Gente honrada", que se había anunciado en el Teatro Politeama (1), de nuestra ciudad. Apesadumbrado, no opuso mayor resistencia cuando un grupo de amigos lo llevó a ver un partido de Rosario Central. A la vuelta, en la rueda bohemia del desaparecido café Siglo XX, le preguntaron a Sánchez qué le había parecido el cotejo, y respondió, "He visto a veintidós hombres grandes luchando afanosa por la conquista de un globo. Una real tontería. Pero había entre ellos un "Negro" que me maravilló..."
Ese "Negro" ya había cautivado con su estampa, su juego y su personalidad, a sabios y profanos: se llamaba Zenón Díaz y fue el primero de los grandes ídobs que lucieron la camiseta de Central.

1) Según la prolija registrackón de Wladimir C. Mikielievich, estaba ubicado en calle Progreso (hoy Mitre) entre Córdoba y Santa Fe

Fuente: extraído de la revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta  Fascículo N• 2 de abril de 1991  Autor  Andrés Bossio