jueves, 14 de junio de 2012

HILARION HERNANDEZ LARGÍA - UN ESTADISTA


A su notable talento como arquitecto, que plasmó en obras que embellecen la ciudad, le sumó un generoso polifacetimo y una calidez humana que lo convirtieron en maestro más allá de los límites de su profesión. Don Hila , un auténtico ejemplo de vida.

Por Aníbal Fucaraccio

Su cuna le abrió el camino. Hijo de una familia acomodada en el país desde el siglo XVII, Hilarión Hernández Larguía fue un adelantado que creó, modeló y legó un universo cultural único para la ciudad de Rosario. Proyectista y artista, incansable promotor, fue uno de los actores más destacados e influyentes de la arquitectura moderna en toda la región. Un maestro que se preocupó por transmitir su pensamiento con compromiso y autoridad. Un hombre de acción que no conoció límites disciplinares.
Don Hilarión nació en Buenos Aires en 1892, creció en el campo y murió en Rosario en 1978. Estuvo casado con Lucía Correa Morales y fue padre de Iván y Cristian, otros rosarinos notables. Perteneció a un ambiente de avanzada cultural y artística que marcó a la sociedad rosarina.
En 1912 ingresó a la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional de Buenos Aires y se graduó en 1916. Fue colaborador de las revistas "Ideas" y "Cla­rín" entre 1914 y 1920. En 1924 arribó a Rosario y fundó su estudio junto a Juan Manuel Newton. Hasta 1930 su principal comitente fue el Banco Edificador Rosarino. En ese período don Hilarión consiguió una gran experiencia en edificios de renta. Entre 1930 y 1950, sus realizaciones evidenciaron un comprobable eclecticismo  En ocasiones se inclinó hacia el art decó, como en el pasaje Monroe y los edificios de Laprida y Urquiza e Italia y San Lorenzo. Pero también se apoyó en un racionalismo contundente, tales los casos del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, su obra emblemática, y de los edificios de San Lorenzo y Paraguay y Córdoba al 1700.
En los años cuarenta en su estudio se incrementaron los trabajos en viviendas particulares y casas de campo. En 1950, ya separado de Newton y con Rufino de la Torre como socio, construye La Mercantil Rosarina (Mitre y San Lorenzo). Sobre los sesenta se verificó una marcada influencia del finlandés Alvar Aalto, especialmente en la sede de Aricana.
Durante su desarrollo profesional siempre se interesó por los avances disciplinares. Investigó las técnicas constructivas que dominaban el escenario de la construcción de aquel tiempo, gran inquietud estética. Escribió artículos que reflejaban esa constante preocupación. La búsqueda de la actualización fue un desafío permanente
Fue uno de los fundadores de la Asociación de Arquitectos de Rosario. Intervino en la ley que reglamentó el ejercicio; profesional en la construcción. De 1931; presidió la Comisión Municipal de Bellas Artes y desde 1937 fue el primer del Museo Castagnino, al que convirtió en un extraordinario foco de irradiación cultural. Se comprometió con gran; dad de entidades culturales y desde plataforma que encontró, apoyó producción de expresiones creativas.
Su labor y su ideología dejaron huellas tangibles. Su principal receptor arquitectura fue el Estudio H (letra lo homenajea), constituido entre a 1967 y 1970 por Rufino de la Torre, Aníbal Moliné, Alberto Santanera, Daniel Vidal, Armando Torio y Raúl Utges. Pero también captaron su legado Gary Vila Ortiz Riestra (literatura), Rubén de la Colina y Rubén Naranjo (artes plásticas), que no dudaron en reconocerlo como a ur. referente.
Don Hila fue un maestro. Un soñador enfundado en la discreción de su gris. Un incansable conquistador de espacios culturales. Un arquitecto con mayúsculas que se ganó el reconocimiento de su tiempo y su gente.

Fuente:
Bibliografía de la revista de diario la capital de los 140 años