Por Jorge Brisaboa
Esta vez el brindis es en Buenos Aires. En el Hotel Savoy. Afuera, miles de "canallas" dan vueltas sobre la avenida Callao, saltan, cantan, una improvisada carroza con un Papá Noel en azul y amarillo sorprende a los porteños en la madrugada del domingo. Nadie quiere volver, por ahora, a Rosario. Adentro, la pelota del campeonato, cuyo dueño ha pasado a ser el uruguayo González, preside la mesa de los festejos sobre una hielera. A su alrededor, todos se preparan para brindar, con vino, con gaseosas, con lo que los mozos traigan. Hay sed de campeón. Ahí levantan sus copas Eduardo Solari, Aricó, los hermanos Killer, Carril, Poy, Colman, Cabral, Burgos, Aimar, Pascuttini, Biasutto, Giribet... Y llegan el profesor Arostegüi, y el médico Aparicio, y Vesco, y Rodenas. Y el técnico: Carlos Timoteo Griguol. Casi todos, campeones por segunda vez
Después, el encuentro con la gente en Callao. Si parece que hasta la luna a la que le canta Goyeneche va rodando en azul y amarillo. Aldo Poy y el "Oreja" Giribet son dos hinchas más subidos a un camión y con unos paraguas auriazules entre sus manos.
Los teléfonos del Savoy que suenan una y otra vez Y la voz del teléfono que anuncia: . En Rosario está todo el mundo en la calle, hay más que en el 71..."
Otra vez, iCentral campeón!
"Sí, sí, señores... yo soy canalla... sí, sí, señores, de corazón... porque este año desde Arroyito... desde Arroyito... salió el nuevo campeón
1973. "Cámpora al gobierno, Perón al poder" es la consigna. El "Tío" Cámpora había ganado las elecciones de marzo, pero tras un breve período en la presidencia debió renunciar ante la presión del peronismo ortodoxo para darle las riendas del gobierno al General que retorna al país para morir. La esperanza de revertir una época de sucesivos golpes militares y de violencia se desvanece rápidamente por la lucha entre sectores radicalizados del peronismo.
El "Tula" es más bombo que nunca: "¡... Lo dijo el Tío, lo dijo Perón... hacete canalla que sale campeón... ! ", canta también la hinchada.
Segundo campeonato en tres temporadas. Central revalida títulos con este Nacional 73.
Tras el primer grito de campeón en el 71 , se repitió el paso por la Copa Libertadores. El poderoso Independiente de dos ex "canallas", Pastoriza y "Perico" Raimondo, y los colombianos del Santa Fe de Bogotá y del Nacional de Medellín, fueron los rivales.
Pese al buen trabajo ante los equipos de Colombia, la diferencia la marcó Pastoriza con dos chanfles en sendos tiros libres. Clasificó Independiente. Y se reiteró la historia. Con un plantel escaso, Central no soportó el ritmo de dos torneos, el rigor de tantos viajes y partidos, y se quedó sin el pan y sin la torta. Afiiera de la Copa y -fracaso en el Metropolitano 72.
Labruna debió irse. Regesó Zof, que no pudo clasificar para el Nacional 72 y
empezó mal el 73. La consecuencia fue la de siempre: nuevo cambio de técnico. Con 37 años se hizo cargo de la primera quien había dgiado de jugar tres años antes para dedicarse a dirigir las inferiores: Carlos Timoteo Griguol.
A Central le llegó la hora del trabajo. Dos sesiones diarias, mucha tarea física, ensayo de jugadas, de tiros libres, quiénes van a cabecear, cómo se hacen los relevos, disciplina, concentraciones, pretemporada en La Cumbre. eso pedía Griguol con su tonada cordobesa.
Orden. ritmo sostenido, movimientos en la cancha casi de relojería. Un estilo, el de Griguol. y la imaginería popular que no tarda en definir a este Central: "La computadora"
La clave está en los cambios que produce en el medio. Al sacrificio de Aimar para marcar, correr. recuperar la pelota, Griguol le suma un socio con las mismas caracteristicas: Eduardo Solari. Y lo convence a Poy para que deje la número 9 y se ponga la 1(). para hacer lo que ha hecho siempre pero unos metros más atrás y, sobre todo, teniendo la cancha y el arco de frente. A Aldo se le amplía el panorama.
Aimar y Solari se corren todo, relevan al "Negro" González en sus proyecciones por derecha- quitan y lo tienen a Poy a dos metros para que empiece a circular la pelota y busque el cambio de ritmo en tres cuartos de cancha para la velocidad de Bóveda, Cabral y Aricó o Giribet. que ha retornado para reemplazar al "Chango" Gramaj()-
Y atrás, Biasutto —tras varios años alnagando— llega a la titularidad del arco. González sigue firme, Pascuttini sigue firme, se consolida Daniel Killer como stopper con una increíble fuerza y desvergonzado para perder y tornarse desquite en el próximo mano a mano con el 9 contrario. Y el lateral izquierdo es para que lo marque Mario Killer, y también un morocho que asoma para clausurar la raya sin estridencias: Juan Burgos.
Central es "la computadora". Griguol aclara que "esa máquina la crea la propia conciencia de los jugadores que conocen perfectamente sus limitaciones".
Y Central empieza a ser los "Picapiedras", producto de esa contracción al trabajo, con o sin la tonada cordobesa de Griguol, con esos dos que "pican" y "pican" en el medio, a "pico y pala" haciendo añicos las intenciones creativas de los rivales: Aimar y Solari. ¡Qué fácil debe ser —piensa uno—jugar de Pascuttini, barriendo en el fondo! Porque el que pasó la barrera de Aimar y Solari, e incluso —luego— la de Daniel Killer, debe llegar reventado, mansito.
El torneo Nacional ha sido dividido en dos zonas. Central logra el primer puesto en la suya, seguido de Atlanta. En la otra, los dos primeros lugares son para River y San Lorenzo. Los cuatro deben enfrentarse. El sistema es todos contra todos.
River busca ser campeón desesperadamente. Lo dirige Delem y están Jota Jola López, Merlo, el "Beta" Alonso, Morete. Hace dieciséis años que no da una vuelta olímpica. El primer cruce es con Central en Arroyito. El "Negro" González se va por derecha, a los minutos, tira el centro, Jota Jota cruza la pierna, gol en contra. Después todo es de Central a partir de la movilidad y la jerarquía de Poy para tirarse
a los costados, marearlo a Merlo, tener la pelota, y vía Bóveda o Cabral intentar llegar a "Perico" Pérez primero, a Fillol después. Y Bóveda y Cabral aumentarán en segundo tiempo a los 18 y 27. Descontará Alonso para un 3 a 1 final. Estos dos primeros puntos significan mucho. Por eso varios muchachos de la hinchada entran a la cancha antes de tiempo. El árbitro es Luis Pestarino, ese grandote de bigotes finos y gastos ampulosos. Para la pelota.
—Pibe, ¿por qué no te vas de la cancha?
—Me voy si me regala el pañuelo...
—Tomálo...
(Y el pibe se fue.)
—Nene, si no te volvés a la tribuna no empezamos el partido.
—Déjeme Pestarino, me quedo solito en un rincón... —i Te amonesto !
—(Y Pestarino sacó nomás la tarjeta amarilla. El chico también se fue).
Las ocurrencias de Pestarino quedarán testimoniadas en la revista "Goles", al igual que la seguridad de Poy: . en estas finales Central va a ser lo mismo en Buenos Aires que en Rosario...es un compromiso que nos fijamos. Además, con cuüo puntos creo que se es campeón en este torneo... por ahí se nos da...
Lo que viene es en Buenos Aires. Contra Atlanta y San Lorenzo, que en su partido han empatado cero a cero. Ocho mil "canallas" viajan a la cancha de Boca. Un día antes River le ha ganado a San Lorenzo 3 a 2, por lo que un triunfo ante el Atlanta de Onnis, Ribolzi y Gómez Voglino sería el pasaporte hacia el título. Central es más "computadora" y "picapiedra" que nunca. En el primer tiempo Solari, y en el segundo Aimar, de cabeza, ponen el dos a cero. El gol de Gómez Voglino sentenciará el dos a uno definitivo. Nuevamente, a un paso de la gloria y en un último partido contra San Lorenzo.
Central tiene 4 puntos, River 2, Atlanta y San Lorenzo l. Para los "Picapiedras" no hay misterios: con el empate se es campeón. Y puestos a trabajar resultados, el equipo de Griguol sabe el cómo.
Sábado 29 de diciembre. Central es local en cancha de River. La historia se repite. El tren, más de cien ómnibus, más de mil autos. Buenos Aires es invadida en azul v amarillo.
19 minutos. González que sube y descarga en Aldo Poy, que con su número sorprende por la derecha, busca el tondo. Bóveda
pica para adentro, Cabral también pero al segundo palo. Aldo desborda a Olguín, levanta el centro. Cabral salta. Rezza y Piris han quedado atrás, Sánchez cruza tardíamente. Cabezazo contra el palo derecho de D'Alessandro, y el Monumental que explota. El gol de "Pío" Cabral para empezar a asegurar el campeonato.
En las tribunas, el desborde festivo de los "canallas". En la cancha, el control del partido. Aimar y Solari marcan, achican los espacios, quitan. González ya no se va tanto para arriba, recibe y toca. Poy busca socios, y ahí está González, va por izquierda toca con Giribet, y circula por el medio apoyándose en Aimar, en Solari, que la protegerán todo lo que sea necesario hasta reencontrarse con Poy. Pasan los minutos. Recién, faltando siete, empata Scotta. Y las radios portátiles que traen más tranquilidad: en cancha de San Lorenzo, River y Atlanta están empatando dos a dos.
Casi ya está. Algunos chicos ingresan a la cancha, pretenden adelantar los festejos. Angel Coerezza, ;Coerezza!, el mismo árbitro que permitió jugar con miles de hinchas de Boca en el campo en la final del 70, detiene el partido, saca a los invasores. Unos minutos más, y nuevamente el grito. iCentraI campeón!
Vuelta olímpica en el Monumental. El delirio "canalla" baja desde las tribunas, se extiende en cada jugador, en Griguol. El uruguayo González que agarra la pelota, se la pone bajo la camiseta y se embaraza con el regalo que le había prometido a su familia; Cabral intercambia su camiseta con Pitarch. Los suplentes también celebran: Cornero, Rubiola, Carril, Rubén Rodríguez, Munutti. "Perico" Raimondo que baja al vestuario a saludar a sus compañeros de aquella tercera campeona del 64: Pascuttini. Poy, Giribet. Griguol que no pierde la calma y reflexiona: "Cada jugador aportó lo suyo, ftincionamos como equipo, pero, claro, no se puede negar la importancia de las subidas de González, de Aimar y Solari que no lucen pero son claves en nuestro esquema, de Poy, de Bóveda".
"Sí, sí, señores...yo soy canalla...sí, sí señores, de corazón...porque este año. .. desde Arroyito...desde Arroyito..,salió el nuevo campeón ".
Son mil, dos mil, cinco mil, diez mil, han invadido Buenos Aires. Todos los caminos conducen al Hotel Savoy.
Son mil, diez mil, treinta mil, cien mil, cientos de miles. Festejan en cada barrio de Rosario, en Arroyito, en Echesortu, en Tiro Suizo, en el centro, frente a la sede de calle Mitre, en el Monumento a la Bandera, por avenida Pellegrini, en la esquina de Comentes y Córdoba, Esperan a los campeones para dar la vuelta en la cancha de Central, Que vienen ahora, que no, que los va a recibir Perón en Olivos, que se posterga la recepción. Finalmente, el domingo por la tarde llegan los campeones. Tres horas dura el viaje de veinte kilómetros entre el ingreso a Rosario, en Molino Blanco, y la llegada a la cancha. En el vestuario los campeones reciben su primer premio de manos del presidente Vesco: un cheque por 22 millones de pesos viejos. Después, llegará el segundo: el grito ensordecedor de los hinchas.
iCentral...Central! se escucha hasta en las islas del Paraná. Y hay fiesta en Arroyito.
iQué fin de año para los "canallas"! Pero la fiesta sigue en el nuevo año. Se prolonga hasta esa noche en que Aldo Poy, cambiando la número por un impecable traje y con moñito, ingresa a la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro para casarse con María Isabel Gómez, hermana de "Hijitus". La iglesia está en el corazón de Arroyito, avenida Alberdi y French.
Mil, dos mil, cinco mil personas. Se corta el tráfico. El "Tula" hace sonar su bombo. Las banderas auriazules son desplegadas en la nave como si fuera la tribuna, los chicos se trepan a las rejas de la iglesia como si fuera el alambrado de la cancha. El cura Fermín Villagra tiene que acortar la ceremonia. Don Javier Barbará, viejo vecino del lugar y concurrente diario a las misas del padre Villagra no duda: "Hay más gente que en las procesiones de San Cayetano".
"iCentral... Central..!"
"iAldo Poy... Aldo Poy... el papá de ñulsolboys!" 'iCentral... Central..!"
El "Tula" estremece su bombo. Una vez más, hay fiesta en Arroyito
Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo
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