Ni el mejor ni el más talentoso
1-Dicen que Aldo Poy está escondido en la isla. Se lo escuché decir a mi papá. -Y qué querés que haga, si lo quieren vender.
2- El amor tiene sus maneras. Una mujer, una idea, un amigo, las rayas verticales azules y amarillas. Cosas del corazón sostenidas en el tiempo.
Es por eso que el hombre perdura, de lo contrario su nombre sería pan del olvido. Un triste escalón de la estadística. Las fintas en el césped, los goles decisivos no alcanzan. Es necesario sumar pasión al talento.
3- Hay saudades que tengo de mis diez años: picados en la calle, figuritas, besos en la plaza López, helados de palito.
Ese gol fue el mejor regalo de mi infancia:
Jorge González arrancó por el lateral derecho, una pantera en busca de su presa. A él no lo perjudicaba la transmisión en blanco y negro que emitía la tele, ni el día gris ni los gritos oscuros de los hinchas leprosos. Tiempo después me di cuenta que González y Ramón Bóveda fueron lo único positivo que dio la derecha en este país.
El Negro se adelantó casi hasta la posición del wing, Ramoncito delicadamente se internó hacia el área para dejarle espacio para el centro. Todos se movieron como en un ballet silencioso.
La pelota esquivó a Garrido que dio vuelta la cara, como avergonzado. Aldo la vio venir y se lanzó al cielo.
Justo sobre la raya del área chica quedó suspendido un instante para que los fotógrafos guardaran su cabezazo en el cofre de la memoria colectiva. La figura del número nueve levitando entre el desaliento de Jara y la pena de De Rienzo.
La pelota entró abajo, a la derecha del arquero Fenoy.
4- Ese día es como el de la muerte de Perón. Todos saben que estaban haciendo en ese preciso momento. ¿Dónde lo vieron? ¿Con quién? ¿Cómo estaban vestidos?
Basta que alguien mencione el tema, para que se sucedan las anécdotas. Los que estaban de verdad en el estadio de River cuentan la escena culminante con más detalles que un primer beso.
Los que no estaban en Núñez imaginan que lo vieron en vivo y en directo y relatan el gol con mayor precisión que los primeros. Cosas del fútbol.
5-Si como dicen: la poesía es el mínimo común denominador de todas las cosas bellas. Ese gol es un poema. Una construcción artística que puede recitarse en voz alta, como quería Borges, para encontrar sus diferentes intensidades.
El filósofo francés Edgar Morin asegura que, a pesar de los negocios y el bastardeo al que está sometido el deporte más popular del mundo, no ve al fútbol como una forma de alienación moderna sino más bien como una poesía colectiva.
6-El tipo es un prócer, no entiendo como su epopeya no se estudia en los colegios. Claro que con el tema del equilibrio ideológico nos infiltrarían varios capítulos sobre la zurda prodigiosa de Mario Zanabria. Es un riesgo, sí. No importa.
Aldo es un héroe. No lo dice el Manual Kapeluz. Lo indica con letras grandes El Gráfico del 21 de diciembre de 1971.
La revista lo muestra como San Martín mirando desafiante la cordillera de los Andes: el gesto amable y los bigotes generosos. En la tapa, a su lado, se luce el Lobo Fischer que viste la camiseta de San Lorenzo, la próxima víctima de la epopeya libertadora.
7- Aldo se casó frente a una multitud que ovacionó las instancias más emocionantes de la ceremonia religiosa. El Tula le daba con ganas al bombé con su poderoso brazo, por entonces, sin alquiler.
-¿Qué celebran estos tipos?
-Nada, la felicidad de quien los hizo felices.
8-El sentimiento tiene el peso de un magma sobre los estadios, pero no lo es todo. Ya lo dijo el escritor Milán Kundera, que no conoce a Aldo, pero disfruta con el buen trato a la pelota: el fútbol es un pensamiento que se juega. En el caso de Poy, la sagrada comunión entre los pies y la cabeza.
9- Ahora Aldo me mira desde una foto vieja que está pegada en la pared de la cocina. Está en cuclillas sobre la pelota, en esa pose sencilla que asumían los jugadores en la década del setenta antes de entrar en combate. Está agachado, como si fuera imposible hacerlo entrar de otra forma en el rectángulo de cartón.
La imagen tiene rayas de fibrón marrón en los costados, ese que usaban los diagramadores cuando la computadora todavía no reinaba en las redacciones.
La robé de Clarín. Recuerdo que la oculté en un sobre de papel madera junto a otro tesoro obtenido durante la misma incursión pirata por el archivo del diario: un fotograma del actor Bruno Ganz en la película Bajo el cielo de Berlín de Wim Wenders. En ese film, Ganz es un ángel que quiere volver a la tierra y, en esa imagen, tiene las alas desplegadas. Aldo también las tiene, pero nadie las ve.
10- No fue el mejor ni el más talentoso. Se metió en mi niñez como un rumor que bajaba de la popular para quedarse en el patio de mi casa, donde jugábamos con una pelota de goma, marca Pulpo, que lo acompañábamos en un contragolpe.
No fue el más goleador ni el más valioso. Pero en un fútbol sumido en la mediocridad y los negocios, algunos de sus gestos iluminan. Me gusta pensarlo en el gol de la gloria pero más me gusta recordarlo escondido en la isla.
Fue el más leal y el más sincero en sus fantasías: «en Rosario, somos imbatibles», decía. Y no se equivocaba.
No puedo pensar en Central sin evocarlo.
Fuente. Extraído del Libro “ Canalladas” “ Historias de la pasión” - HomoSapiens ediciones. Año 2000