Por Lucas Ameriso
Iluminado por la bohemia
Fue una querible combinación de talento y bonhomía. los escenarios, la radio los bares dejó un legad irreverencia, lealtad y ternura.
Innóvador, amante del jazz ye! tango, cultor de la amistad, actor y director de teatro, pero sobre todas las cosas un tipo "con códigos". Félix Reinoso dejó una huella indeleble en el teatro de los años ochenta, fue un luchador inclaudicable de las tablas del under rosarino y un soñador con todas las letras.
Muchos lo recuerdan por cambiarles la madrugada a los trasnochados, soñadores e insomnes oyentes de "La linterna". Pero su exitoso ciclo radial por Radio 2 fue sólo una faceta de este tipo de barrio, que hacía de sus orígenes un lugar de pertenencia. Quizás vale su frase latiguillo para ilustrar lo que el Pelado quería que la gente supiera de él, parafraseando a AnÍbal Troilo: "Tengo alma de valija porque siempre estoy volviendo". Evocarlo es repasar la Rosario bohemia de la incipiente democracia de los años 80, con los bares abiertos, y comedores hasta la madrugada llenos de artistas y soñadores.
Su elogiada carrera de director comenzó con una casona de Entre Ríos entre Mendoza y 3 de Febrero, donde daba cursos de teatro. Con la asunción de Raúl Alfonsín en 1983 y el advenimiento de la democracia; el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y La Casona fueron otros puntos de referencia desde donde valorizó obras como "Verde Julia", "La gran farsa" y "A qué jugamos". Fue pionero en llevar a las tablas las obras de Roberto Fontanarrosa. Y como actor brilló en "Cándida", de Bernard Shaw.
Luego llegarían "Chocá los cinco" y "Stofano" con Emilio Lenski. Y más tarde los ciclos en el Centro Cultural de poesía y música con integrantes de la Troya rosarina. En 1985 llegó el turno de comunicar por radio. Y "La linterna" marcó un antes y un después de las madrugadas rosarinas entre la una y las cinco.
Puertas adentro,se identificó como un gran coleccionista de poesía, revistas, discos y hasta llaves. Amante de los rituales, parroquiano infaltable del legendario comedor El Chaco y de El Cairo (donde integraba la "Mesa de los Galanes", a la cual además le puso el nombre), un oscuro sábado de 1995 apagó su vida y se llevó con él la magia de haber trasladado el teatro a la radio.
Terminó su programa un viernes con un tema de Goyeneche, casi cono a despedida, previa a una muerte rápida y sin agonía. Aquel lunes posterior a su adiós los oyentes saturaron los teléfonos dolor se apoderó del éter. Generoso, fiel sus amigos, amante del buen comer y beber. Así fue el Pelado, un tipo bien de barrio, pero iluminado por el talento y la bohemia.
Fuente: Extraído de la “Revista del diario La Capital” Aniversario 140 años de 1997.