viernes, 19 de noviembre de 2021

CARLOS DANIEL AIMAR

 




Por Andrés Bossio

Había llegado desde su nativa Corral de Bustos con fama de buen” jugador; y hasta de discreto goleador. Con el tiempo, tras participar de títulos varios en divisiones inferiores, Carlos Daniel Aimar, se convertiría en el símbolo viviente de aquel grupo armado desde abajo por Griguol, que ocupó en corto tiempo el ciclo más brillante en materia de resultados en toda la historia centralista. Aimar fue llamado por Labruna a la primera di. visión, reemplazando esa tarde del 26 de agosto de 1971 al “Flaco” Landucci. Ese mismo año se afirmó como titular y fue campeón Nacional, halago que reitero en 1973. Hasta su desvinculación con el club de Arroyito en 1973 jugó na- da menos que 308 partidos oficiales, constituyéndose en uno de los profesionales que más veces vistió la casaca centralista, Por las características de su juego no frecuentó las áreas visitantes no obstan- te lo cual su nombre aparece en el lote de jugadores que más goles le convirtieron a Newell's, Es que Aimar, incansable hasta el desmayo cada vez que salía con la casaca auriazul, sacaba fuerzas invisibles de quien sabe dónde toda vez que veía enfrente la camiseta rojinegra. Era su amor propio. su vergüenza deportiva, su fervor inclaudicable que lo llevaba a no para nunca, a luchar, a “meter” con lealtad pero sin pudor, Con Aimar se produjo un raro fenómeno: su juego no era el que el hincha centralista prefería. Sin embargo, bien pronto el muchacho de Corral de Bustos se convirtió en figura querida, respetada y exaltada por la parcialidad canalla « —como decimos tantas Y ces— sabe reconocer a los suyos, a los que más allá de su juego, de sus actitudes deportivas, están consubsterciadas: con esa verdadera pasión popular llamada Rosario Central Y Aimar fue —sin ninguna duda— uno de ellos.

Fuente: Extraído de la colección Andrés Bossio