Carmelita, la momia rosarina única por su conservación que atesora un amor entre Japón e Italia. Esta en la Facultad de Medicina
De apellido Colombo, Katsusaburo Miyamoto fue su esposo y quién realizó el trabajo de conservación. Hasta hoy, se desconoce la técnica exitosa que utilizó. Sus poros en la piel, sus cabellos, sus dientes y sus vísceras se mantienen intactas
10
de julio de 2021 - 19:51 | Ana Cecilia Berdicever
Rosario
tiene rincones mágicos, calle con raras historias, personajes
entrañables y hasta una momia que, además, es única en el
mundo. Es el cuerpo de una mujer que sufrió un accidente
cerebro vascular hemorrágico y al que su esposo, un japonés experto
en taxidermia, consiguió conservar intacto tras un trabajo minucioso
de dos años. Estuvo, sin que nadie sepa, trabajando de forma
artesanal con una técnica que hasta hoy es un misterio. Lo singular
es que logró mantener intacto cada pelo, los poros de la piel y
hasta las vísceras. Ese tesoro, de interés científico, está en la
Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. Eugenia
Cabral, secretaria estudiantil y vicedirectora del Museo de Ciencias
Morfológicas Juan Carlos Fajardo, que se encuentra dentro de
Medicina, contó a El Ciudadano la historia de amor eternizada en el
cuerpo de una mujer que hoy se encuentra bajo la custodia de la
Facultad por una orden judicial.
Katsusaburo
Miyamoto tenía 26 años aproximadamente cuando llegó a Rosario
contratado por el Ministerio de Agricultura para trabajar en el
Instituto Bacteriológico. “Era biólogo, médico veterinario y
tenía una gran afición en botánica. Se dice que el padre de
quien impuso la técnica de bonsái en Argentina y quién salvó al
famosos pino de San Lorenzo en 1956 ó 57”, enumera Cabral.
Miyamoto se hospeda en una pensión de quien será su futura esposa:
Carmela Colombo, una italiana que enviuda y en 1926, aproximadamente
conoce y se casa con el, hoy, reconocido, japonés.
“Ella
se dedicó a tareas domésticas, eran una pareja muy hermética, sin
hijos y no tenían gran contacto con la población, tenían muchas
plantas y animales”, relata Eugenia haciendo referencia a la
historia de la pareja que vivía en Riobamba 1058. Además explicó
su afición por la taxidermia: tenía embalsamado todo tipo de
animales, perros, gatos, lagartijas, etc. y todos con la misma
técnica de conservación que utilizaría para su difunta
esposa.
Foto:
Franco Trovato Fuoco
En
1968 Carmela sufre un accidente cardiovascular hemorrágico (ACV)y es
internada en un sanatorio privado de la ciudad. Su estado era
irreversible y su esposo consigue una internación domiciliaria ya
que aún estaba con vida. Muere en su domicilio, Miyamoto consigue,
no se sabe cómo, un certificado de defunción. Carmelita en vida
expresó su deseo de ser momificada. Él llevo ese proceso con una
técnica desconocida al día de hoy, “debe ser una técnica
milenaria japonesa y secreta”, supone Cabral al relatar la historia
de la momia más famosa del siglo XXI.
Minucioso, callado
y artesanal trabajo
Miyamoto pasó unos dos años, con el cuerpo
de su mujer postrado sobre un colchón y trabajando en su
conservación. “El proceso de taxidermia que utiliza se desconoce,
conserva todas sus vísceras, tiene los poros en la piel, no hay
indicios de ningún tipo de incisión. Ha trabajado con inyecciones
de centímetro por centímetro cuadrado, un silencio revelador, logra
hasta tener intacta las piezas dentales, todos sus cabellos, incluso
sus globos oculares, que luego él mismo reemplaza por unos de
acrílico ya que se los lleva en un viaje que realiza por cuestiones
personales a Japón y del cual no vuelve, porque fallece en su ciudad
natal”, se sigue sorprendiendo la vicedirectora del museo al
relatar la casi novela de amor rosarina.
Los ojos que
ciegan el método
“Los ojos que se lleva de Carmela eran lo
más próximo que podíamos tener para revelar la técnica que
utilizó, para conocer la cristalización de la sangre o el reemplazo
en la concentración iónica de la sustancia que tuvo que utilizar en
todos su organismo”, lamenta Cabral.
Made
in Rosario
Miyamoto tuvo que viajar a Japón por problemas
personales y dejar a su esposa, ya momificada, en su domicilio. El
cuerpo inmortalizado en una pose acostada y conservado intacto fue
hallado y dispuesto por orden de Poder Judicial al resguardo en la
Facultad de Medicina.
El japonés, en su tierra, intenta
por todos los medios llevar al cuerpo de su mujer, pero no lo
consigue. En 1970 lo pide para una exposición, deseo que también
fracasa. Un año después, fallece en su ciudad natal.
Foto:
Franco Trovato Fuoco
“Es la única momia del siglo XX”, exclama Eugenia. Sin embargo reconoce que no se la ha tratado muy bien: no ha estado al resguardo de la exposición solar, ni de la luz artificial con lo cual ha sufrido un deterioro importante.
“Carmelita está acá, en institución pública y es difícil mantenerla, el objetivo de este museo no es ser expositor sino un lugar donde los alumnos vienen a trabajar y poner en prácticas las teorías sobre anatomía”, aclara. Es que si bien el museo es abierto a todos, es un espacio pedagógico. Pero debe resguardar las piezas, ya que son humanas: “Un principio moral del tratamiento del cuerpo humano”, explica. Cada dos años hay cursos de formación de disectores, “pero justamente Carmelita es una muestra de una gran técnica que no sirve para ver por dentro lo que los alumnos van a aprender”.
Foto:
Franco Trovato Fuoco
Pino de San Lorenzo
En 1957,
autoridades locales le pidieron a Miyamoto que salvara el
pino histórico de San Lorenzo. Y el japonés revivió al árbol,
testigo del combate sanmartiniano. Descubrió una hormona vegetal
denominada “auxesina”, que regula muchos aspectos del
desarrollo y crecimiento de las plantas. Hidrató las raíces y al
tiempo volvió a dar sus tradicionales piñas.
Técnica
de conservación local
La técnica actual de conservación de
cuerpos, o partes de ellos, que se investiga en Rosario consiste en
el reemplazo de la sangre por una sustancia de la misma consistencia.
Se desarrolla, precisamente, en el Museo de Anatomía. Es una
innovadora técnica en seco, un trabajo artesanal que tiene sus
ventajas: en el museo hay piezas antiguas que conservan sus proteínas
y se puede discernir entre una estructura vascular, una nerviosa y un
defecto que es la oxidación: ese color característico de las piezas
y que dificulta conocer realmente el tiempo de exposición.
En
1958 el Museo de Anatomía de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Nacional de Rosario puso en práctica un original sistema
de
trabajo, único por entonces en el país: el denominado Museo
Dinámico. Promovido por quien fuera su Director, Juan Carlos
Fajardo, este
sistema consiste esencialmente en el préstamo de
material anatómico en forma similar al habitual de libros en una
biblioteca. Y la técnica antes mencionada se conoce con las siglas
MAR (Museo de Anatomía)