Con gran éxito de público se
iniciaron los corsos del año 1967, en tiempos que, al decir de La Capital
"la ciudad vivía la alegría del carnaval". Una bulliciosa multitud
asistió al corso municipal de bulevar Seguí, inaugurado por el intendente Luis
Beltramo, al concurso de máscaras de la Sociedad Rural y a los bailes
organizados por diversos clubes, y vecinales. En dos días el Club Provincial
reunió a 31.825 personas; Gimnasia y Esgrima 25.494; Rosario Central 14.700;
Unión y Progreso 7.500 y Newell's Old Boys, 6906. Las dos primeras de las
instituciones obtuvieron recaudaciones récord a nivel nacional. También se
realizaron reuniones en otros clubes: Central Córdoba, Temperley, Náutico
Sportivo Avellaneda, Italiano, Regatas, Servando Bayo, Unión y Progreso, CAOVA,
Libertad, Unión Argentina, Río Negro, Leña y Leña, Morning Star, Saladillo,
Tiro Suizo, entre otros. Se destacaron numerosos artistas nacionales como, por
ejemplo: Osvaldo Pugliese, Walter Gómez y sus Globertrotters, Chico Novarro,
Palito Ortega, Juan D´arienzo, Julio Sosa, Varela Varelita, Sandro, Los 5
Latinos, Leonardo Favio, Sergio Denis, y Yaco Monti, entre otros. Conjuntos
musicales: Industria Nacional, Los Iracundos, Alma y Vida, Pintura Fresca,
Fedra y Maximiliano, Carlos Bisso y su Conexión Nº 5, Pomada, Los Náufragos, La
Joven Guardia, Juan y Juan, Bárbara y Dick y más. Entre los números musicales
del orden internacional, actuaron: Roberto Carlos, Altemar Dutra, Pedrito Rico,
Joan Manuel Serrat (con el nombre de Juan Manuel Serrano), los franceses Sachá
Distel, Silvie Vartan, Johnny Holliday, y el francés Hervé Vilard. También
llegaron los hispanos Camilo Sesto y Raphael. En la década de los 60 se
veía por televisión una serie estadounidense de gran éxito en nuestro país,
“Ruta 66”, con la actuación de Martin Milner y George Maharis, éste último
estuvo en Rosario como cantante, suscitando una expectativa notable como su
rotundo fracaso.
También
actuaron la brasileña Yuyú Da Silva, Leo Bélico, Tito Rodríguez, Los Plateros,
Los Panchos, el catalán Xavier Cugat con una impresionante orquesta y como
cantante y bailarina su bella esposa Abbe Lane. El grupo de rock inglés The
Tremeloes, que se destacaba por tener entre sus instrumentos un violín. También
obtuvieron un resonado éxito Tom Jones y Paul Anka. Ya desde 1961, la
Municipalidad de Rosario se encargó de la organización de los Carnavales con el
objetivo de atraer al Turismo. En este año se realizó el “Primer Carnaval Internacional
de Rosario”, siendo su impulsor el intendente doctor Luis Cándido Carballo. La
reglamentación dispuesta por la provincia fue modificada sustancialmente,
permitiéndose todo lo prohibido, pero dentro de los límites del Corso Oficial,
siempre y cuando no se ofendiera la moral pública ni las instituciones antes
mencionadas. Se denominó “Internacional” porque se habían invitado a todas las
Colectividades residentes en nuestra ciudad. El lugar fue el Parque de la
Independencia. Se preparó una ornamentación inédita para la ciudad. En la
puerta de acceso se colocó el Dios Momo de 16 metros de altura. Se convirtió al
Laguito en un imaginario “canal” de la ciudad de Venecia, con góndolas y
embarcaciones de la época, adornándose también a los puentes. En la recordada
Montañita se instalaron cantinas de las distintas Colectividades. Los mozos
lucían trajes alusivos y había música y danzas típicas. Se recreó una pirámide
incaica. Era tal la cantidad de serpentinas y papel picado, que a veces los
tractores que tiraban las carrozas parecían como que se trasladaban en el aire
y las cadenas estaban envueltas por las serpentinas y papel picado ofreciendo
un espectáculo sorprendente y multicolor. Se repartían gratuitamente
serpentinas, papel picado y matracas. También se realizaba la elección de la
Reina del Carnaval. El último día era coronada por el intendente Carballo
acompañado por todo el Ejecutivo Municipal. En los distintos clubes se
organizaban espacios reservados para distintos estilos musicales: tango, jazz,
música brasileña, española, (el lugar se denominaba “colmao”) y también había
un espacio para el folklore. Este tipo de corsos y carnavales se desarrollaron
prácticamente durante década y media, con grandes inversiones por parte de los
clubes y la intendencia. Tres bombas de estruendo daban el toque final a la
fiesta popular cada noche, para luego continuar con los bailes de carnaval en
los respectivos clubes. Podría sostenerse, sin temor a exagerar, que la llama
del ritual fue extinguiéndose paulatinamente. El Carnaval, su esencia, se
pierde en el pasado. Como muchas otras cosas, el carnaval sólo vive en la
memoria de aquellos que lo conocieron. Quizás, cuando la memoria y el deseo
popular vuelvan a cruzar sus intenciones, se reediten aquellos entrañables días
locos
Fuente: Anónima