viernes, 2 de octubre de 2020

-PUCHERITO DE GALLINA Fragmento de Capitulo 10

 



Por Hector N Zinni 


Rosario, surge una variante aún no explotada del espectáculo. Se ta del café concert. Pretende introducir la novedad La Casa del viejo Tío Pablo. "Esto es una cosa seria, -proclama Roberto Albretch, uno de los responsables del proyecto-; hay que darle vida al aspecto cultural de la ciudad y hacerlo llegar a la gente jóven« El local logra acumular algunas noches célebres, como, por ejemplo, cuando lo transitan Miguel Saravia y Héctor Giunta, los invitados bajan las botellas de la repisa, sostenida por cadenas donde el barman Giordano conserva los brebajes para sus creaciones que se cotizan entre 130 y 150 pesos. 

Pero ninguna definición logra superar a la que desliza, una noche, el hirsuto director de cámaras de Canal 5 Raúl Agote: "Esto es como una guardería infantil: hasta nos cuidan" Quizá por eso, La Casa del viejo Tío Pablo (donde cinco confundidas damas fueron a pedir trabajo y no tuvieron suerte) se ha convertido en un lugar a la page: no se necesita ir en pareja, y el saco y la corbata han sido definitivamente excluidos. 

La ciudad alberga, asimismo, una cadena de locales nocturnos que constituyen el mejor ejemplo de las medias tintas. La pantera rosa, algo bastante diferente de la sofisticación que proponía el director Blake Edwards en su película, asegura por 320 pesos una excursión acuática: la humedad ha reptado por todas las paredes, y los asistentes insisten en que, durante el verano, se baila sobre agua. Por más que uno quiera, no se puede indagar sobre los orígenes del torrente. A lo sumo, los que penetran en La pantera rosa, en la calle Mitre al 600 optan por quedarse una hora, y trasladarse a la esquina de Mitre y Santa Fe para ver si pasa algo mejor en el Odeón. 

La lista, no obstante, se vuelve interminable: Jezabel, Marabú, Royal, Caracol, Le Papillón, Can-Can, entre otros, proponen el mismo grado de aburrimiento para los que ven en la noche la gran posibilidad de liberación. "Ya los conocemos a todos -se lamenta un adicto a los lugares nocturnos-siempre pasa lo mismo y se ven caras idénticas: por desgracia no podemos dejar de ir".3 Es de señalar que el vetusto edificio ocupado por Le Papillón en Sarmiento al 500 ha sido vivienda familiar de reconocidos apellidos por los años de María Castaña, pasando a ser ocupado por oficinas donde conocidos rematadores currlieron su periplo sin dejar de hacer sus agostos y, antes de transformarse en un misterioso y ensombrecido bailable, fue sede de ARICANA. 

Y ya que de vetusto hablamos, en la esquina de Mitre y Santa Fe, donde campea el bar Odeón, aparecen féminas nocturnas en tren de quemar sus últimos cartuchos: "La pesca suele ser abundante", señala un valiente dispuesto a todo. 

Fuera de este panorama, los bolichones céntricos ejercen su encanto: La Buena Medida, ubicado en la esquina SE de Buenos Aire y Rioja es uno de los pocos lugares donde el diálogo se extiende y la prisa se disuelve en una taza de café. Construido en 1897, funcionará hasta mediados de década de los 70 como Almacén y Bar, el primero sobre expendio de mercaderías sobre Buenos Aires. 

La fórmula muy efectiva de bueno y barato es el puntal de su fama El café al más bajo precio de la ciudad y los familiares gigantes parecen ser la combinación perfecta. Junto a ésto, La Buena Medida abre sus puertas a empleados del Correo, mujeres, militantes políticos, estudiantes, comerciantes, vendedores ambulantes y malandrines. "Aquí concurre todo el orden de la cultura -afirma su dueño-, es la buena medida para todos, desde el alto funcionario hasta la gente humilde.4 

Un bar muy conocido en la ciudad es El Cairo, inaugurado en 1943 en el mismo lugar donde estuvo la Tienda Dos Mundos, la intersección de Sarmiento y Santa Fé, esquina NO. En este año aún hay una enorme cantidad de billares ocupando un espacio importante y existe, cerca de la entrada, un tablado semicircular desde donde ejecutan sus instrumentos las orquestas. En los años 70 se harán importantes reformas colocándose el piso de parquet, cambiándose el techo y la barra, pero la modificación más significativa estará signada por el fin de los billares. Quien esto escribe, ha visto en 1951, desde la esquina, cómo jugaban un partido de billar nada menos que Edmundo Rivero y sus guitarristas.5 Otros bares como el Olimpia y el Madrid, seguirán siendo sede de billaristas de raza. 

NOTAS: 

3. Boom, Rosario. Año 1 Nro. 4. id.id. 

4.MeIlna Sainz. op. cit. 




Fuente: Extraído del Libro “ El Rosario de Satanás” Tomo III. Editorial Fundación Ross. Año 2000.