viernes, 14 de agosto de 2020

SE AFIANZA LA FAMILIA CENTRALISTA



Por Andrés Bossio

El crecimiento social de Rosario Central era por ese entonces incesante. La gran "vedette" del momento era el balneario del club, que año a año merecía la mejor dedicación de dirigentes atentos a la necesidad de ofrecer otras cosas además del fútbol. Cuando terminó el año 1962 el registro societario de la institución marcaba un total de 25.074 socios, incluyendo todas las categorías. El último día de enero de 1963 (un mes apenas más tarde) ese registro hablase incrementado en casi un 60 %, marcando una cifra extraordinaria de 39.964 Se había ideado por entonces un sistema de suscripción que privilegiaba al grupo familiar obteniéndose en conse- cuencia un notorio resultado ya que mientras el padrón de los socios activos ascendió en un 25 % el de cadetes y damas trepó en más de un 50 % y el de precadetes en casi el 60 %. Evidentemente, ya por entonces se corroboraba aquello por lo que tanto había luchado don Federico J. Flynn: que Central fuera algo más que un club de fútbol. El mitológico presidente auriazul lo había lograco. Poco después, Boero primero y Vesco, luego, confirmarían esta tendencia que recién sufriría un evidente retroceso al paralizarse prácticamente todas las demás actividades para la construcción del Gigante. Volviendo al tema de este párrafo digamos que el pico máximo de la escalada societaria en Central se alcanzó por entonces en abril de 1963, al registrarse la cantidad de 40.349 asociados. 

Tantos esfuerzos no hallaron correspondencia en el desempeño del primer equipo que, en la temporada de 1963, volvió a mostrar una alarmante chatura. Para esa temporada ya no estuvo Biagioli, que jugó en Estudiantes, y el "Gitano" Juárez apenas alcanzó a disputar ocho encuentros. Una vez más las inferiores auriazules proveyeron al primer equipo de figuras que con el tiempo alcanzarían posiciones encumbradas: aparecieron en primera ese año José Malteo, Carlos Bulla, Jorge Sanitá y Otto Norberto Sesana. 

El torneo de 1963, merced a las famosas reestructuraciones que ensayaba AFA para complacer a los presidentes de Boca y de River, determinó la participación de sólo 14 equipos, ocupando Central la 10a posición final del torneo, con 22 puntos ganados. Central terminó la primera rueda con sólo dos partidos ganados, uno de los cuales fue ante Boca, por 3 a O, con goles de Menotti y uno de Storti. Ocupaba por entonces la penúltima colocación, compartida con Bánfield, Chacarita y San Lorenzo, superando únicamente a Gimnasia y Esgrima, el mismo Gimnasia y Esgrima que el año anterior peleó el campeonato y terminó tercero. 

Esa primera rueda había finalizado con una victoria ante Bánfield por dos a cero, con un gol de Menotti y otro de Giménez. Al comenzar la rueda de las revanchas, una racha goleadora de Menotti —desacostumbrada en esa época de fútbol rabiosamente defensivo— le da al equipo auriazul el alivio que significaba alejarse de las últimas posiciones. Empieza la segunda rueda ganándole a Gimnasia 3 a 2 en Arroyito; sigue hasta Avellane-da y derrota a Independiente 1 a 0 y por el mismo marcador a River Plate en nuestra ciudad. Todos los goles de esos tres partidos fueron convertidos por Menottti y estas actuaciones del goleador y de, su equipo se realzan si apun tamos que, finalmente, Independiente fue el campeón di ese año y River el subcampeón. Con todo, la posición final habla a las claras de un fracaso rotundo, como que Central sólo logró superar el puntaje a Gimnasia, Vélez Sársfield y Chacarita. Y otra vez Menotti —seria su último año en Central— estuvo entre- verado entre los máximos goleadores del año, con sus 12 tantos convertidos en el torneo. 


Fuente: Extraído dela Colección de Historia Rosario Central. Autor Andrés Bossio