lunes, 3 de agosto de 2020

EL TRAMO FINAL



Por Héctor N. Zinni 


La jugosa entrevista con Rubén Fratto, nos depara aún más de una sorpresa, en especial por el tema reseñado en el capítulo anterior. Con su característica gracia y lenguaje sigue diciendo el Rey de la Mímica: 

- Te puedo contar una anécdota risueña. Al que estaba en el bar le decíamos Tatá y era un tipo al que le gustaba mucho el vino. 

- ¿En qué bar era eso? 

- En el que tenía El Nacional. Estaba siempre... 

-Alegre. 

- Superalegre, y, no obstante, se las ingeniaba. Resulta que lo único que traía era mortadela y pan pebete. Entonces ponía una sartén con un poquito de aceite y un ajo adentro, sobre el fuego, y ese aroma.., bueno, te hacía venir un hambre... "Tata, ¿qué está haciendo?". Y él, medio gangoso era, contestaba: "Nnnnada, nnnnada, e mmmio, si querés hay sssanguche...". Entonces uno, perdido por perdido se comía un sanguche de mortadela. Era un personaje. 

- Habrás conocido un montonazo. 

- Y en el teatro de revistas para hombres solamente, yo pongo a un estudiante de psicología allí y lo hago recibir en media hora. 

- Claro, con todos los tipos raros que irían allí. 

- No solo los de adentro. Estaban los que venían de afuera. Los que venían con un attaché, engominados, bien vestidos, tipo porteño y qué sé yo. Se ponían la valijita arriba de la pierna y cuando las chicas hacían estriptís, movían la mano y se hacían la del mono, viste? 

- Vos estuviste con Nélida Roca. ¿Qué te pareció? Lo que se dijo siempre sobre su personalidad es que era una buena mujer, un gran descubrimiento de Petit, por otra parte. 

- Lo confirmo. Una mujer que no se metía con nadie, estaba siempre en su camarín, saludaba a todo el mundo, si le hablabas te contestaba, hablaba muy suave, no se metía con nadie... Ella, zuummm! del escenario al camarín, no andaba por ahí ronroneando ni nada. Si ibas al camarín de ella, querías hablarle de algo, le golpeabas la puerta: ",Se puede?", 'Si, adelante, ¿quién es?", "Fratto, permiso". Entonces, bueno, sí: ",Qué pasa Frattito?"... 

- Algo bien de compañeros de trabajo. 

Anoche ahora sono pittore... 




- Pero no se metía con nadie, ni nada por el estilo, aparte era dulce para hablar, para conversar... En cambio había otras que no, parecían hombres, se la pasaban diciendo malas palabras. La Zulma Faiad, por ejemplo, cada tres palabras decía cinco malas palabras, no dejando por eso de ser una mujer buena. 

- Claro, hay formas distintas de trato. 

- Otras formas de ser. Otra buena chica que era de esas compañeras de fierro, otro tipo de mujer, de esas que se jugaban por vos, era Susana Brunetti. 

- Tengo la impresión de que era muy mujer muy querida y muy profesional. Lo que hacía lo llevaba dentro y, pobrecita, vino a morir joven. 

- Si, murió joven. Cuando yo entré en el Maipo la esposa de González - el hermano de Zully Moreno, que era empresario - era Hilda Mayo, después la largó y se casó con Susana Brunetti y cuando se murió ésta, se casó con Mimí Pons. 

- ¿Ajá? 

- Y hasta ahora seguirá casado con Mimí Pons, no sé. 

- Las hermanas Pons, rosarinas, tuvieron sus buenas oportunidades. Son de apellido Orazzi. 

- Orizzi. 

- Eso, son de Mendoza y Carriego. 

- Acá hicieron radioteatro en LT2, siempre iban con la madre a todo lado. Lo único que hicieron acá fue radioteatro, con Blesio... 

- ¿Así que a los muchachos de antes, que hacían fonomímica en Rosario no los volviste a ver más? 

- A Santangelo no, sé que se fue a Chile, volvió, salió de nuevo, no lo vi más, me parece que alguien lo vio en Venezuela hace algunos años. Al que lo veía en Buenos Aires era a Rubén Guerra, siempre, que estaba cantando en un cabaret cuyo dueño se llamaba España, creo. No se movió de Buenos Aires, se quedó cantando y vegetando. 

- ¿Vos sabés que yo también hice fonomímica? La orquesta invisible, se decía. 

- Claro, me acuerdo. 

- Se me dio por eso cuando vi primero a Henry Wilson y después aquellas películas en que Larry Parks personificaba a Al Jolson: El hombre inolvidable y Canta el corazón. Me compré los discos, ensayé, me presenté, tuve algún éxito y así como vos salistes afuera, yo también. Me llevaba Nicio Dachesky cuando era presentador de la orquesta de Julio Conti. Estuve en varios bailes en clubes de pueblo, como fin de fiesta, y aquí también. Un día el Club internacional, al que pertenecían Dachesky y Eduardo Gurovici me rindieron un homenaje haciéndome entrega de un banderín. Pero los discos murieron. Santangelo, con quien habíamos sido condiscípulos en el Colegio Nacional Nº 2, se hizo artista por mí, de yerme actuar. El salió, yo me quedé, vos te hiciste cuentista y subiste, yo me quedé y agarré para el lado del canto. Pero duró poco también y me dediqué al trabajo en serio. Anche ahora sono pittore, yo también fui pavito. 

- Y... todo pasa. A veces hay que evolucionar para que no te coman los leones, esta ciudad es dura. 


En defensa propia 

- ¿Cómo se te dio por pegar la vuelta a Rosario? 

- Y ... mirá, cometí un error, hice lo que no debía hacer, me enamoré y me casé con una mujer que no tenía que ver con el ambiente. Y entonces, viste?, empezaron las historias, los roces, y como mi hermana tenía un local acá, me dijo: ",Ouerés venir a ponerte un negocio?". Yo estaba ya un poco cansado de la soledad. 

- Y de remar tantos años sin parar... 

- Y después... de ciertos amigos que eran agrios, ásperos, viste? En el PetitTabarís, que era un teatro, había un gallego de apellido García Guzmán a quien le decían El Flaco, hijo de Gloria Guzmán, aquella famosa vedette española radicada entre nosotros. 

-Si. 

- Yo trabajaba ahí haciendo comicidad como primera figura. Bueno, existía allí la antiley para todo. Yo siempre hinchaba desde abajo para que las pobres pibas, que daban lástima, estuvieran un poco mejor, porque se comían un sanguichito y algunas, todavía, se iban a, trabajar al cabaret. Entonces cae un abogado, un tan Zichello - que hoy es director o no sé qué de la Escuela de Abogados de Buenos Aires (sic) - de parte del Sindicato de Artistas de Variedades. Pregunta cómo andábamos, qué nos fallaba, qué no nos faltaba... 

- Y saltó la bronca, supongo. 

- Tenían miedo de hablar. Yo dije un montón de cosas. Entonces él me dijo: "Tomé mi tarjeta y hablame por teléfono". Así lo hice y le conté que, entre otras cosas, estábamos sin contrato. Viene al otro día, nos reúne a todos y apunta: "Aquí hace falta un delegado". Todos me señalan a mí. Yo primero no quise: "Dejame, que me voy a embromar la vida", pero insistieron. Yo me dije "por lo menos este sindicato se preocupó de cómo estábamos", en ese momento mandaba Isabelita en el gobierno de la Nación y al frente del Sindicato de Variedades estaba Hugo Marcel, que cantaba tangos. 

- ¿Y? 

- A la semana me echaron. Vino un acólito del gallego y me dijo: "Lo lamento en el alma porque te quiero mucho, qué sé yo, pero el gallego dice que el sábado terminás", digo "Por qué?", dice "No sé". 

- ¿Vos habías levantado el avispero? 

- Lo único hasta ese momento que yo había hecho era hacer poner un botiquín y nada más. Ah, y que pusiera un doctor para ver si cuando una chica se enfermaba fuera cierto, porque el gallego decía que la chica se acostaba con el médico y se arreglaba el asunto. Y yo le dije: "Mande un doctor usted, como cualquier empresa. Va el doctor de Variedades y va el doctor de la Empresa, no le parece?". Y eso le molestó. Me echó. Entonces me llamó este Zichello, el abogado, y me dijo que le tenía que dar la mitad de lo que cobrara. 


La vuelta al pago 

- ¿Fueron a juicio? 

- lbamos a juicio, pero llegamos al arreglo. Parte se la di a Zichello, y cuando me vino el toco grosso, agarré, dije chau y me vine para Rosario. Ya estaba cansado de todo, puse el negocio, una granja, mi papá me ayudó un poco, mi hermana no podía porque era maestra de escuela... 

- ¿Que edad tenés? 

- ¿Yo? Sesenta y cinco. 

- Tenés tres más que yo. Este año cumplo sesenta y dos. 

- En el negocio estaba solo y tenía que remarcar todos los días. 

- Fue cuando vino toda esa historia de la hiperinflacián. 

- Yo estaba cerca del cine Ambassador, en la calle San Martín. Ese nombre también lo puse a la granja, pero no fue bien. Estaba firme hasta los domingos al medio día a ver si entraba la gente que volvía de misa, porque está la Iglesia San José ahí. Pero parece que a mi me compraban de última, se escondían en todas las puertas. En el día vos los veías que andaban con los bultos de comida... 

- Y después te entraban a comprar alguna cosita que habían olvidado. 

- Tuve que cerrar y entré a trabajar en un laboratorio de visitador médico. Después me agarró un infarto, trabajé en el Hotel Riviera y en algún otro lugar haciendo sanguches y café, me jubilé y hoy, como jubilado, gano 145 pesos 1. 

NOTAS: 

1 Testimonio de Rubén Frati,,. Entrevista realizada el 21211996 en Maipti 1455, Rosario. 




Fuentes: extraído Capítulo 4 de la cuarta parte: LA VIDA VIVIDA del libro Rosario era un espectáculo ¿Arriba el telón! Autor: Héctor N. Zinni de 1997.