viernes, 15 de mayo de 2020

MARCELO PAGANI



Por Andres Bossio 


En el seno de la familia Pagani, afincada en la localidad santafesina de Fuentes, había que ser carnicero para continuar con la tradición familiar que venía de varias generaciones. Pero Marcelo —nacido bajo el signo de Leo, el 19-8-41— no se sintió atraído por el negocio de su padre. Sí, en cambio, quedó cautivado por la pelota de fútbol y a los pocos años —asentado con sus padres en Casilda— empezó a defender los colores de Aprendices Casildenses. Ya antes, había nacido un romance, una pasión, que hasta hoy no lo abandona: su cariño por los colores centralistas. Marcelo Pagan¡, "canalla" de cuerpo y alma, suele contarlo así: 

—"En mi casa eran de Independiente, pero yo tenía 10 años cuando empecé a escuchar los partidos por radio. Central estaba en la "B" y salió campeón. Todavía recuerdo la alegría vivida ese año que yo seguía por radio cada sábado. Desde ese momento, fui hincha de Central, sin soñar todavía que algún día podría tener el honor de jugar en el club". 

Esa pasión, lejos de amainar con el paso de los años, recrudece cada día. Marcelo Pagani no se pierde un partido de Central. Nunca falta en los vestuarios cuando hay que dar la palabra de aliento a algún joven o felicitar a un crack. Su hombría de bien, su ponderado juicio, son apreciados por toda la familia centralista. 

Llegó a Rosario Central en 1956 y comenzó a jugar en la cuarta común. Fue pasando cada división hasta que inesperadamente recibió una grata sorpresa en 1958. En un partido contra San Lorenzo por la Copa Suecia —torneo que se disputaba mientras se jugaba el Mundial— fue llamado por don Juan Piotto para jugar en primera. Retornó luego a la tercera con sus escasos 16 años y su satisfacción de haberse entreverado ya entre los cracks. Un año después, el 19-7-59 ocupa la titularidad del primer equipo en un partido por el campeonato oficial. Es contra Atlanta y tiene como compañeros a Bertoldi. Cardoso, Ducca, Alvarez, Minni, La Rosa, Giménez, Rivero, Colla y Ochoa. Reemplaza nada menos que al "Gitano" Juérez. A partir de ahí va alternando partidos en primera y reserva hasta que queda como titular en la siguiente temporada. 

Su nombre ya empezaba a ser mencionado con insistencia. Ernesto Duchini lo había preseleccionado para el juvenil. Su potencia enel juego su velocidad en el área lo convirtieron bien pronto en punto de mira de muchos clubes grandes, siempre ávidos de hombres gol para sus equipos Su presencia de goleador y sus condiciones de buen jugado¡ no pasaron desapercibidas para un zorro viejo del fútbol argentino, don Victorio Spinetto, que en 1961 lo incorpora a la selección nacional. Debuta ganándole a Paraguay por 5 a 2 en cancha de independiente y convierte un gol. Viene luego la Copa Newton contra los uruguayos y una serie internacional contra Alemania y la Unión Soviética, erire otros. Recuerda todavía la actuación de aquellos fabulosos punteros lusos —Meshi y Merevelli—, que enloquecieron a 13 defensa argentina, Y una actuación. consagratoria en Buenos Aires, jugando contra la selección paulista: Argentina ganó '4 a O y los cuatro tantos fueron convertidos por Marcelo Pagani. Después de eso otra gran satisfacción defender los colores de la selección en un Mundial, el de Chile, junto a hombres como Rattin, Belén, Cap, Marzolini, Roma, Facundo, Rubén Sosa, Domínguez, Ramos Delgado, Navarro y otros. 

Ya para ese entonces, su fulgurante carrera había despertado el apetito de sus goles y fue nada menos que River Plate quien logró vencer en la puja entablada para con. seguirlo. Apenas había pasados 20 años y había tenido ya tantas satisfacciones que le parecía estar soñando. En Central ¡e tocó alternar nada me. nos que con Miguel Antonio Juárez la conducción del ata que. En River, con otro gran. de: Luisito Artime. Pero el futuro no había dicho su última palabra respecto a Pagani. 

Otra sorpresa le tenía preparada y muy grande: tras una temporada en River es transferido al Internazionale de Milán, el del legendario Helenio Herrera. Para un pibe de 22 años era todo un récord. Allá se quedó durante cuatro temporadas y retornó envuelto de añoranzas y nostalgias que los triunfos deportivos no lograron borrar. 

Su estrella le seguía alumbrando. De vuelta en casa, con la familia y en Rosario Central. Fueron dos temporadas —1966-67— que se dio gusto de vestir nuevamente los colores queridos, hasta que las exigencias profesionales lo llevaron nuevamente a trasponer las fronteras. Esta vez fue mucho más cerca, en Chile. 

Campeón y goleador con el Atlético Concepción en 1968, nuevamente goleador en 1969 con el Audax Italiano, debió retornar cuando la situación económica en el país hermano comenzó a deteriorarse. Estaba de regreso en la Argentina un goleador, en excelente estado físico y con 28 años de edad. Estuvo a punto de ingresar a Quilmes, a Argentinos Júniors, y a San Lorenzo, pero ninguna de las tratativas tuvo la seriedad suficiente como para concretarse. No quiso pensar en viajar nuevamente al exterior y así concluyó su ciclo de jugador profesional. 

Marcelo Pagani hoy es un próspero comerciante. Con la misma pinta y figura de cuando levantaba la tribuna centralista con una de sus espectaculares corridas. Con la misma sonrisa y el gesto de tipo bueno y noble, heredada quizás dé aquellos buenos y nobles carniceros de Fuentes, cuya tradición vino a romper Marcelo, siguiendo un derrotero distinto, rutilante, espectacular. Lo que no fue óbice, sin embargo, para que siguiera conservando aquellos valores morales inculcados en su hogar. Los mismos que hoy le hacen merecedor del cariño y el respeto de todos aquellos que lo conocen y lo tratan. Marcelo Pagani fue un ídolo centralista que nunca tuvo "contras", en ninguna hinchada. 







Fuente: Extraído de la colección de Andres Bossio