miércoles, 1 de abril de 2020

EL COOPERATIVISMO DE CREDITO




El ano 1958 marca una inflexión en la vida de la cooperación organizada al fundarse en Rosario el Instituto MoviIizador de Fondos Cooperativos. Ahora de ese modo una operatoria renovadora traducida en dinamismo, la orientación doctrinaria a las entidades adheridas (en su mayoría las hoy desaparecidas Caja de Crédito, llamadas acertadamente "banquitos con alma"), el apoyo a cooperativas de todo el país con miras al financiamiento de sus respectivos cm-prendimientos, etc., que funcionó sin desmayos hasta que medidas restrictivas de gobiernos espúreos interrumpieron esa dinámica. 

La crisis imperante en el país los desaciertos oficiales facilitar el ingreso de la banca extranjera con su correlato de concentración de capital, poniendo en crecientes dificultades a las pequeñas y medianas empresas de capital nacional, generándose al calor de tak circunstancias una conciencia que fue madurando, acerca de la necesidad de obtener financiación; propia. 

El 20 y 21 de junio de 1958 s realizó una trascendental conferencia en el local de la Federación Gremial del Comercio y la Industria de Rosario, con asistencia de representantes de todas las cooperativas del país, aprobándose un documento declarativo de la necesidad de organizar una entidad de segundo grado en pos de la mayor interacción y dinámica del cooperativismo argentino. 

El 22 de noviembre, en el mismo recinto, se llevó a cabo el Congreso Argentino de Cooperativas, conformándose durante el mismo el Instituto Movillzador de Fondos Cooperativos destinado a "facilitar la captación y movilización de recursos financieros entre las diversas regiones y actividades del país, compensando los desequilibrios sectoriales, regionales y estacionales, propios del carácter desarmónico de nuestra estructura económica". 

Los últimos días de la década del 50 y los primeros de la siguiente enmarcaron un fuerte desarrollo institucional que incidió en forma manifiesta en la economía nacional y por ende, en la economía local: ningún barrio carecía de su caja de crédito para atender sin restricciones los requerimientos de la población. 

Las vicisitudes del "crédito solidario" liderado por el Instituto Movilizador marcaron, por un lado, la indisposición de los sectores del privilegio ante la socialización del crédito que representaban las citadas cajas de créditos, y por el otro, afirmaron la combatividad del sector en la defensa de los más caros intereses comunitarios, entendiendo, incluso, que no podían ser ajenos a los vaivenes cambiantes de la sociedad argentina. 

En el complejo mundo de las finanzas fueron apareciendo medidas anticooperat!vas que alcanzaron su punto máximo como consecuencia del golpe militar de 1966, a partir del cual el gran capital financiero comenzó a presionar con mayor eficacia para el logro de medidas restrictivas que llevaron al sector cooperativo a encarar su periodo más crítico. Las nuevas medidas significaron, en la práctica, la virtual desaparición de las Cajas de Crédito. En rigor, de las mil entidades existentes, para ese entonces, a nivel nacional, la mitad debió resignar su gestión. Recordemos que en 1966 y bajo el "onganiato" el Instituto Movilizador soportó una alevosa campaña de desprestigio, siendo encarcelados además en nuestra ciudad quince dirigentes, con la finalidad de amedrentar al movimiento cooperativo. 

El pueblo argentino pudo felizmente reinstalar la democracia luego de sobrellevar siete años de dictadura militar, suscitándose entonces un fervoroso clima esperanzado en las expectativas de cambio. Lamentablemente, las mismas se diluyeron con la Instauración del terrorismo de Estado y la escalada represiva en todos los sectores populares. Consecuentemente, la actividad política se fue endureciendo. El dirigismo estatal en los medios de comunicación, especialmente en los masivos, con privación de la libertad de expresión, y la inacción de gran parte de la dirigencia argentina, franquearon el camino a los tradicionales "golpistas" de gobiernos normalmente constituidos. En tal sentido, puede marcarse a fuego como el día más trágico de la historia argentina contemporánea, al 24 de marzo de 1976. 

Los años posteriores al infausto ciclo que se inició entonces, más allá del asesinato de miles de compatriotas entre los años 1976-83, produjeron una política salvajemente liberal, catastrófica para la industria nacional al provocar el cierre de fábricas y los despidos masivos de trabajadores. El endeudamiento externo ascendió a cifras Inusitadas y la estrategia del retraso del tipo cambiario determinó la aparición de la patria financiera. 

El movimiento cooperativo, obviamente, no quedó al margen de la crisis. El panorama se agravó al sancionarse la Ley de Entidades Financieras (Ley 21526), el 15 de febrero de 1977, que si bien vedaba a las Cajas de Crédito la posibilidad de operar en cuentas a la vista, les otorgaba plazo para optar por transformarse en Bancos Comerciales, conservando la forma jurídica cooperativa. 

De las 400 cajas de crédito existentes en 1977, 300 solicitaron su transformación en bancos, constituyéndose a la sazón 77 nuevas entidades de este tipo hacia fines de 1979, que sumados a los ocho bancos cooperativos existentes, elevó a 85 el número de los mismos. 

A grandes rasgos, se podría afirmar que la reconversión del sistema financiero, a partir de la implementación de la ley 21526, trajo como consecuencia un quiebre de la política económica argentina y, por ende, en la política crediticia. En el plano concreto del cooperativismo, este proceso de fusión de las Cajas de Crédito y su transformación en bancos, determinó un contexto dramático: resignar en gran medida la generosa tarea de contribuir con el crédito barato al desarrollo de los pequeños y medianos empresarios de la ciudad y el campo y, contra su voluntad, adaptarse al perverso esquema económico encamado por el plan dictatorial. 

Para el organigrama previsto por la nueva ley —en un país donde la especulación reemplazaría a la producción— el mercado interno no tenía razón de ser, privilegiándose aquellos productos destinados a la exportación. 

En abril de 1978 comenzó a funcionar el primer banco cooperativo reglado por la ley 21526 (el banco ACISO) en barrio Echesortu y en diciembre del mismo año surgieron otros dos: el Modelo, con la fusión de la Cooperativa Integral Modelo y Barrio Echesortu, y el Udecoop, constituido por la fusión de 17 cajas de Rosario, Tucumán, Mendoza y San Juan. 

En dicho período se establecieron además, sucursales bancarias de instituciones rochdaleanas con administración central en otras ciudades del país. Ello incrementó el aporte financiero de carácter solidario registrado en Rosario, siendo oportuno señalar que además de entidades de dicha naturaleza adheridas al Instituto Movilizador, existen otras que desarrollan su actividad bajo la égida de la Federación de Bancos Cooperativos - FEBANCOOP—, organismo de segundo grado con sede central en la ciudad de Buenos Aires. 


Fuente. Extraído de revista “ Rosario aquí a la vuelta” Fascículo Nº 12 Autores: Héctor G. Deppler- Ricardo Rocuzzo De Mayo 1991.-