lunes, 24 de febrero de 2020

José Fioravanti y el friso







“La creacion de la Bandera" 




Por Miguel Carrillo Bascary (*) 




Cuando en 1943 se inició la construcción del Monumento Nacional a la Bandera, se partió del anteproyecto "Invicta" que resultara ganador del concurso efectuado tres años antes. Hoy podemos decir que esta iniciativa fue inspirada fundamentalmente por Angel Guido, con los aportes de Alejandro Bustillo y de dos plásticos que debieron proponer los motivos escultóricos que ornamentarían la obra; tal era la exigencia de la convocatoria. Al firmarse el contrato para la construcción Bustillo se apartó, pero José Fioravanti y Alfredo Bigatti siguieron colaborando con Guido. Ambos lograron sintetizar en rasgos comunes sus diferentes talentos y repartieron equitativamente la ejecución de las esculturas que engalanan el Monumento, vitalizando así las líneas arquitectónicas y transmitiendo el mensaje histórico dirigido a los visitantes. 

Es un bajorrelieve elaborado en el mismo mármol travertino que recubre al Monumento lo que le permite identificarse con su textura, cromatismo y luminosidad. Para apreciar con mayor precisión sus detalles debe admirarse en las últimas horas de la tarde, cuando la incidencia del sol permite destacar sus volúmenes internos. El friso es de grandes proporciones; ocho metros la largo por dos de alto y presenta abrasiones de hasta veinte centímetros respecto a su perímetro. Está confeccionado en doce grandes placas, formando tres hileras. Las figuras se proponen desde cierta rigidez formal quebrada por el dinamismo que exulta Belgrano, en su centro. 

Analizaremos desde la crítica histórica los elementos que observamos allí, sin olvidar que el arte suele tomarse licencias que no por ello debemos convalidar. 

La figura protagónica se identifica con el entonces coronel Manuel Belgrano, a quien vemos a caballo, evidencia de su alto cargo. Sostiene la Enseña patria con su mano derecha; con ello satisface los requisitos del antiguo ceremonial de banderas y las costumbres ecuestres ancestrales, llevalr las riendas con la izquierda. Su rostro es algo más juvenil que los 42 años de edad que tenía en 1812. El uniforme es similar a los usados en la época, donde cada militar lo encargaba a su gusto; en este caso es una levita militar con sobrios alamares y granes charreteras. 

La Bandera se objetiviza en manos del Prócer. Obsérvese que no tiene ningún rasgo que evidencie su diseño. Este detalle aparentemente inocente indica la fina sensibilidad del artista quien, conocedor de las diferentes teorías que aluden a la conformación del paño, prefirió no seguir ninguna, dejando que cada observador mantenga sus convicciones para que su eventual discenso no despierte críticas. La enseña centraliza la visión del observador, al quedar enmarcada por los dos equinos. La actitud de Belgrano es clara. Se manifiesta como jefe militar, al frente de su tropa; con su brazo hace un gesto amplio, indicando que presenta la Bandera al pueblo reupido en el lugar. En esos rosarinos está representada toda la Nación. 


Contrasta la importancia de esta significación con el escaso espacio que le asigna el artista, en relación a los elementos militares. La representación de la civilidad es muy escueta pero suficiente: un sacerdote (Julián Navarro, por entonces párroco del Rosario); una pareja de paisanos y un niño clara expresión de las futuras generaciones de argentinos. 

Vemos también una de las licencias toleradas al arte: la Bandera expuesta está en un asta; cuando del relato que hace Belgrano resulta que la misma fue izada en un mástil erigido en la plaza de armas de la batería "Libertad". 

El tercer eleméito en cuanto a su volumen es el oficial montado que sigue a Belgrano. Podemos identificarlo con el Teniente Coronel Gregorio Perdriel, su segundo al mando. Semioculto hay otro jinete, el trompa de órdenes del regimiento hace sobar su cornetín anunciando la presentación de la Bandera y reclamando atención a la tropa. 

Sobre la izquierda de observa una masa de militares a pie. Un oficial subalterno, espada en mano y una formación de efectivos pertenecientes al "Reg. de Infantería Nro. 5", (Ex "Patricios") que por entonces comandaba Belgrano. Algo más atrás se advierten los rasgos negroides de los "Pardos. y Morenos" que también componían la dotación. Sobre el fondo se almea un escuadrón de la "Caballería de la Patria", con sus clásicas gorras cuarteleras, pañuelo al cuello y lanzas. 

Completa el cuadro una persona con atavíos gauchescos que para nuestra apreciación es un baqueano (insustituible en el desplazamiento de toda unidad militar de la época) con toda posibilidad miembro de la Milicia del Pago de los Arroyos, cuerpo auxiliar del contingente patriota. Otros miembros de esta unidad se observan en segundo plano. 

Veamos ahora el ambiente geográfico que contiene toda la escena. Hacia el fondo hay barcos que aluden a la condición de primitivo puerto de Rosario. Aquel 27 de febrero estaban surtos varios bajeles, que transportaban a otro cuerpo de tropas, los "Granaderos de Fernando VII", llamados también "de Terrada". Dando algo de sombra al pueblo presente se observa un árbol, lo que permite situar adecuadamente el paraje del primer izamiento: la "barranca de las Ceibas". 

Queda así expuesta la alegoría de aquel glorioso día, cuando los rayos solares castigaban la tierra y la guarnición podía mostrar con legítimo orgullo la finalización de los trabajos para instalar la batería "Independencia", mientras que era ya inminente la terminación de la "Libertad". El uso de estos nombres evidencia el liderazgo de Belgrano y su voluntad de romper las cadenas del coloniaje; aún a despecho de la posición del Gobierno. En tanto, el pueblo de Rosario se reunía expectante, respondiendo a la convocatoria belgraniana, sin saber que sería protagonista de uno de los días más gloriosos de nuestra historia nacional: el nacimiento de aquella Bandera celeste y blanca que hoy nos identifica ante el mundo. 

* Presidente del Inst. Belgraniano de Rosario (belgranianorosario@gmail.com) 




LA FIGURA PROTAGÓNICA SE IDENTIFICA CON EL ENTONCES CORONEL MANUEL BELGRANO, A QUIEN VEMOS A CABALLO, EVIDENCIA DE SU ALTO CARGO. SOSTIENE LA ENSEÑA PATRIA CON SU MANO DERECHA. 




José Fioravantí (1896-1977). 




Nació y murió en Buenos Aires. Autodidacta. Al comprometerse con la obra del Monumento estaba en la plenitud de su carrera. Había obtenido importantísimos premios en nuestro país y en el exterior. Entre 1925 y 1935 trabajó y expuso en Europa. La permanente búsqueda del artista le permitió evolucionar hasta la monumentalidad, destacándose por el manejo de la luz solar sobre las superficies descubiertas. 

Entre sus principales obras destacan: los "Lobos Marinos" (Mar del Plata); así como los monumentos a Bolívar, Sáenz Peña y Avellaneda (Buenos Aires). Pero su cenit lo encontró en el Monumento a la Bandera, en el que participó con tres bronces de fuste: "Belgrano"; la "Patria de la Fraternidad' y "Los Andes"; las esculturas en travertino: "Río Paraná"; "Norte", "Oeste" y siete escudos provinciales (Buenos Aires; Catamarca; Corrientes, Entre Ríos; Santiago; San Luis y Tucumán). 

Así como los frisos: "Creación de la Bandera"; "Las Damas Mendocinas bordan la Bandera çle los Andes" y "La Gloria" 




Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región” Fascículo Nº105 de Marzo 201