viernes, 12 de julio de 2019

El Casino: todo un clásico



Por Rafael Ielpi


Aunque su inauguración se produjo en 1914, el Teatro Casino, emplazado en la esquina N.O. de Jujuy y Pichincha (hoy Ricchieri) tendría su real etapa de gran éxito en las décadas del 40 al 60, cuando una incondicional platea lo convertiría en arquetipo del burlesco ylas variedades, condición que nadie le discutiría hasta su cierre definitivo en los comienzos de la década del 60. 

Esa etapa coincide con el ciclo de Félix Daquia como propietario de la sala, que manteniendo sus características de teatro, con su platea baja y sus palcos, albergaba a diario a una audiencia casi exclusivamente masculina, en la que se mezclaban estudiantes secundarios y universitarios, obreros, empleados, jubilados, todos interesados en un espectáculo que les permitía una participación activa. 

Como los varietés, el Casino congregaba a artistas de distintos géneros, desde las habituales vedettes y bailarinas a los aludidos cómicos, ilusionistas, bailarines, malabaristas, acróbatas, excéntricos musicales, recitadores, payadores, cantores y cancionistas, a los que se sumaban los músicos estables. Sería sin embargo el elenco femenino el que concentraría el interés mayoritario, y por el escenario del teatro pasarían algunas artistas que lograrían enorme popularidad en el género e incluso terminarían protagonizando una exitosa carrera en el género en Buenos Aires. 

Sería el caso de Diana Lupe, vedette y actriz de grandes condiciones para la revista, y de las hermanas Norma y Miiní Pons, que iniciarían allí una carrera profesional que, en el caso de la primera, mantiene plena vigencia en la actualidad. Del mismo modo, en el Casino actuaría en el período, como lo haría asimismo en otros locales del género, Juana González, que con su nombre artístico de Rita La Salvaje, se convertiría en una cuasi leyenda rosarina. No menos suceso tendría toda otra larga nómina de artistas cuyos nombres reales pasarían al olvido sepultados por el "nombre artístico" que las identificaba sobre el escenario: La Bella Dorita, Orquídea Negra, Lily Bonet, Petite Vivianne, Flor de Cuba y muchas otras.

A su lado, los exponentes de otro ingrediente infaltable: los cómicos, encargados de matizar con un humor que hoy parecería en muchos casos inocente, el transcurso de un espectáculo cuya duración orillaba las dos horas. El Casino contaría con algunos de larga memoria en el público: el " Flaco" Flores, cuyo nombre real era Joaquín Martínez; José Bordonato -de larga actuación-, que sería parte de un trío que trabajaría en muchos locales del período: Bertoldo, Bertoldino y Casaseno; Félix Pancrasio, "Nato" France y otros. 

Múltiples anécdotas, todavía vigentes en la memoria de cientos de rosarinos, pintan aquel ambiente de jolgorio, de gruesos epítetos cruzados entre los cómicos o las vedettes y la tumultuosa platea, las alusiones sexuales indisimuladas, las chanzas de subido tono a los desprevenidos que debían levantarse de sus butacas para utilizar los baños, o la práctica de orinar desde los palcos hacia los desprevenidos y por supuesto indignados espectadores de abajo... 

Fuente: Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado por el diario “La Capital”