jueves, 30 de mayo de 2019

GRAVE CRISIS EN EL FUTBOL ARGENTINO



Por Andrés Bossio

La creación ce Futbolistas Argentinos Agremiados en 1945 —empezó a funcionar realmente un año después—terminó con una serie de injusticias a las que muchas veces los jugadores se vieron sometidos por la prepotencia de los dirigentes. Soplaban en el país aires de renovación. Cualquier trabajador
aun el futbolista profesional— comenzaba a ser tratado dignamente por su condición de tal. Hasta aquel momento se registraba gran cantidad de abusos; ¡os futbolistas eran multados con cualquier excusa, su actividad estaba bajo estaco de permanente sospecha; la sola palabra de un dirigente —movido la mayoría de las veces por su apasionamiento— era suficiente para aplicar un castigo. El jugador estaba realmente desprotegido. Aquella suspensión que River le impuso al peruano José Soriano, arquero de u primera división, no fue sino la chispa que encendió la hoguera. Los jugadores —que ya estaban tomando conciencia de la propia dignidad que tenían la obligación de exigir en su calidad ce futbolistas—sintieron el poder que les daba la unidad de todos en aquella jornada del 15 de junio de 1947 (que referimos anteriormente) al disponerse dos minutos de paro en cada partido jugado ese día.

Durante meses hubo incesantes tratativas. Los dirigentes respondieron con amenazas de suspensiones y resolvieron fijar una suma tope paro los contratos. Agremiados reclamaba insistentemente el pago de sumas adeudadas a sus afiliados. El 31 de octubre de 1948, al cumplirse la 25 fecha del torneo, se dispuso otro paro simbólico en todas las canchas. Conminó la AFA a desistir de la medida bajo amenazas de suspender el torneo. El paro se hizo y el campeonato no siguió. Una semana después, según se dijo "en homenaje a los hinchas", el torneo siguió con futbolistas amateurs. Rácing, que iba puntero, no se presentó a los eos últimos partidos y perdió el titulo; Gimnasia, que se fue al descenso, fue salvado por decreto. También por decreto fueron ascendidos para el año siguiente Atlanta y Ferro. Durante seis meses —noviembre 48 a abril del 49— hubo numerosas tratativas. Finalmente, el propio presidente de la Nación, Juan Domingo Perón instruyó a Oscar Nicolini, titular de AFA y hombre de su confianza, para superar la crisis; Nicolini negoció con Oscar Basso, jugador de San Lorenzo y dirigente máximo de Futbolistas Argentinos Agremia-dos. La cuestión fue transada y muchos jugadores —que se habían negado a firmar contrato con sus clubes— pudieron hacerlo; inclusive se dispuso mantener abierto el libro de pases hasta la finalización de la primera rueda (Boca, que peleó el descenso ese año contrató en la última fecha a Juan José Ferraro de Vélez). No obstante, quedó subsistente el tope máximo para los sueldos —que se estableció en 5 1.500 m/n— disposición ésta que fue aceptada por Agremiados contra la promesa oficial de un inmediato otorgamiento de la personería jurídica a la entidad, cosa que efectivamente se cumplió.

Esa limitación, no obstante ser violada frecuentemente de común acuerco por club y jugado,, motivó que varias de las grandes estrellas argentinas fueran tentadas desde el exterior. Abrió la ruta del nuevo éxodo José Manuel More para jugar en Chile (al año siguiente volvería a Boca); le siguieron, con destino a Italia, Roberto Alarcón, de Gimnasia; Rinaido Martino, Oscar Basso y Roberto Aballay, todos de San Lorenzo, y Mario Boyé, de Boca; Rosario Central también sufriría —y cómo!— la tentación que significó para los jugadores argentinos la apertura del mercado italiano: con ese rumbo (previa asamblea de asociados) se fue Benjamín Santos, transferico al lorino, tras jugar seis partidos en la temporada del 49). Con todo, el mayor drenaje de talentos futbolísticos comenzó a producirse cuando se formó la "Dimayor" en Colombia, liga sin afiliación a FIFA, que permitía anotar, en sus equipos a jugadores aun cuando carecieran del pase de sus respectivos clubes de origen. Así se fueron Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stéfano, Néstor Rossi, Manuel Giúdice, Julio Cozzi, René Pontoni, Antonio Farro, Mario Fernández, Angel Pcrucca, Alfredo Báez, Héctor Rial y muchísimos más. En Central se sintió también esta sangría ya que si bien se fueron pocos, eran valores de gran jerarquía: Osvaldo Pérez y Antonio Vilariño primero, Alejandro Mur después (a los que se sumó Juan Eduardo Hohberg, que recaló en Peñarol de Montevideo) mermaron grandemente el poderío de aquellas delanteras que, por lo que se ha visto en la crónica que venimos repasando, eran lo más destacado del equipo.


Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio