martes, 9 de abril de 2019

El "himno canalla": la Marcha de Rosario Central




Por Jorge Brisaboa 


8 de mayo de 1945. El. mundo festeja "el día de la victoria". 

Se ha destruido al Tercer Reich, ha caído Berlín en manos de los aliados. Se supone que Hitler se ha suicidado y Mussolini es ejecutado. Pero Japón aún resiste. 

En el país se afianza entre la clase trabajadora el liderazgo del coronel Juan Perón. En Rosario pasan al Estado los elevadores y dependencias portuarias, como corolario del reintegro del puerto al patrimonio nacional. 

El fútbol es cada vez más popular. 

Laerte Carroli, un músico habitué en animar veladas con su orquesta en los salones, teatros y radios de Rosario, está a punto de producir la grabación de la Marcha de Rosario Central, ya aprobada por la comisión directiva. 

"Un día estaba esperando el tranvía en calle Mitre y empecé a armar unas estrofas, y las palabras fueron saliendo solas" le contaría veinticinco años después a uno, puesto a colaborar en el diario "Crónica" de Rosario. 


Te aplaude y te saluda jubilosa 

la hinchada deportiva que te admira.. 

Campeón de cien jornadas victoriosas 

valiente triunfador que orgullo inspira. 

El símbolo auriazul de tu divisa 

se enciende y resplandece como el sol 

cada vez que la cancha se electriza 

al estallar de la victoria al gol... 

Con su violín "corneta", el primero que se incorporó a la música de la ciudad, el maestro Laerte Carroli entusiasmaba al público. Pero la pasión que ponía sobre el escenario se trasladaba totalmente a las discusiones futboleras en el café "Madrid" de Rioja y Mitre, a pocos metros de la secretaría del club. En ese territorio "canalla" las estrofas le siguieron brotando... 

..Rosario Central, forjador de campeones. 

Con Rosario central, vibran los corazones. 

Corazones rosarinos que te aclaman 

y que tus glorias de entusiasmo inflaman. 

Otro gol de central rubrica la victoria 

y laurel triunfal reverdece en su historia 

esa historia jalonada de coraje 

de hazañas sin par, 

la gloria eterna de Rosario central... 


La idea del maestro era que la marcha fiera grabada por la orquesta de Héctor Lagna Fietta, que solía animar los bailables en el Hotel Savoy. Mientras, hacía los últimos ajustes a la letra y a la música. 

.Honrosos paladines del deporte 

atletas invencibles en la lid 

impávidos luchad sin que os importe 

la talla del rival fuerte y viril. 

Que nunca empalidezcan tus blasones 

que siempre brille el símbolo triunfal 

Arriba pues, campeones de campeones, 

para gloria del fútbol nacional... 

El 15 de mayo de 1945, catorce músicos y un cantor dirigidos por Lagna Fietta grabaron la marcha en los estudios Odeón de Buenos Aires. Durante más de cuatro horas se editaron diecisiete matrices hasta que se logró el okey del sonidista. 

El club corrió con los gastos tras la gestión de Carroli con el presidente Roberto Monserrat. Veinte días después los discos llegaron a Rosario y comenzó la difusión: con los años terminaría siendo el "himno canalla". 

Por más de cuarenta años esa grabación pasaría de generación en generación. Nunca imaginaría Laerte Carroli que un sobrino suyo, Enrique "Quique" Llopis, cantor popular de reconocimiento internacional, produciría la segunda grabación acompañado en el piano por el maestro Jorge Cánepa. 

Ese alio 1945, en lo futbolístico, sería irregular. Central ganaba partidos difíciles —a Boca le hizo perder el campeonato al vencerlo 2 a O y posibilitó que River lograra el título— y perdía fáciles. Tenía buenos jugadores (Bravo, Aguirre, Fogel, Ricardo, Yebra, Casalini), pero le costaba funcionar como conjunto. 

Los hinchas, igualmente, seguían al equipo. Y ya tenían un "himno de guerra". 

La guerra en serio, la letal, había terminado. La bomba atómica lanzada por Estados Unidos, con su secuela de doscientos mil muertos y ochenta mil heridos, hacía que Japón se rindiera. 

En la Argentina, el 17 de octubre produciría un profundo cambio social y político. El coronel Perón pasó a encabezar un singular movimiento de masas con el apoyo de obreros y trabajadores. Entre los principales gremios que lo sostenían se encontraba la Unión Ferroviaria que, en Rosario, congregaba mayoritariamente a los empleados del ferrocarril que le daban vida a Rosario Central. 

Un delegado de los trabajadores rosarinos del riel, veinteañero y atrevido, empezaba a participar en reuniones gremiales con Juan Perón y Evita, la precursora de ese 17 de octubre: Antonio Osvaldo Rodenas. Por supuesto, era hincha de Central. Y ya se sabía de memoria la marcha compuesta por Laerte Carroli. 

Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo Sapiens.