lunes, 12 de noviembre de 2018

EL SUEÑO DEL ESTADIO PROPIO/ ANECDOTARIO


Por Andrés Bossio


Fue en 1946 cuando Rosario Central da un paso institucional de singular trascendencia. Como se ha dicho en la crónica, eran épocas de dificultades financieras; pero no debe extrañar esa aparente contradicción entre contratiempos materiales o deportivos y soluciones favorables tendientes a conjurarías. Es una de las características de Central; emerger con provecho de las dificultades, como corresponde a toda empresa que es encarada con lucidez, idoneidad y responsabilidad. Además amor, cuota fundamental en todos los logros centralistas, aunque no aparezcan en el balance impreso.

La historia fue más o menos así: desde la inauguración oficial del estadio (facsímiles de las entradas fueron reproducidas en el fascículo Nº 2, página 21), ocurrida el 27 de octubre de 1929, todos los dirigentes que pasaron por la entidad perdían e sueño en pos de un anhelo que era compartido por todos los integantes de la familia auriazul: tener un estadio propio. Las instalaciones de Avenida Génova y Cordiviola estaban enclavadas sobre un terreno municipal acerca del cual se hablan producido ya diversos inconvenientes con algunas autoridades comunales no muy dispuestas a cooperar con la institución. Se trabajaba sobre ese estadio (tal corno lo narramos en el Fascículo Nº 3) pero los centralistas "sentían" que algo les faltaba. Y ese algo que andaban buscando lo encontraron aquel año de 1946.

Don Adrián Giannini —a quien vimos como dirigente, miembro de la subcomisión de fútbol y permanente luchador— vio la posibilidad de adquirir los terrenos ubicados en Avenida Pellegri. ni, Vera Mujica, Iriondo y el 'pasaje Boero; eran 38.665,16 metros cuadrados por los que Giannini peleé con funcionarios del Ferrocarril Central Argéntino —propietario del predio— hata lograr las ventajas de financiación y precio que tornaron posibe la adquisición. La Comisión Directiva —que presidía don Roberto Monserrat— resolvió en su reunión del 25 de junio de 1946 probar y apoyar todo lo actuado por Giannini. Y convocó a la familia centralista a avalar aquella operación, que fue finalmente corroborada y consolidada definitivamente el 2 de setiembre cuando se firmaron las pertinentes escrituras (el registro fotográfico de aquel histórico momento puede consultarse en el Fascículo N° 2, págs. 26/27). Central ya era dueño de su terreno. Lo demás vendría en años sucesivos y culminaría con la formidable realidad que es, hoy, el Gigante.

Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio