viernes, 18 de mayo de 2018

La fuerza de las imágenes


Por Rafael Ielpi

Desde 1930 en adelante, la pintura rosarina iba a transitar por caminos de definitivas búsquedas tanto expresivas como ideológicas; entre dicho año y 1940 se fundan numerosas asociaciones que canalizan el inconformismo de muchos de los hombres de la cultura, a la vez que aparecen publicaciones vinculadas a las artes plásticas, en las que se proponen nuevas formas expresivas y la necesidad de hacer manifiestos los problemas sociales de la época a través de la representación plástica.
Una de aquellas instituciones sería la Agrupación de Artistas Plásticos Refugio, de 1932, que concretaría el Primer Salón de Barrio dos años después, en una convocatoria que contaría con el apoyo de la asociación cultural Solidaridad Social, denominación que implicaba toda una definición de objetivos. Es en los mismos años cuando Antonio Berni, arribado de su período de estudio y residencia en Francia, e imbuido de las ideas de izquierda que sostendría con ejemplar fidelidad durante toda su vida, funda una entidad decisiva en el desarrollo de las artes plásticas en Rosario: la Mutual de Estudiantes y Artistas Plásticos.
El grupo liderado por Berni, en el que se integrarían pintores como Berlengieri, Medardo Pantoja, Calabrese, Leonidas Gambartes, Juan Grela, Gianzone, Garrone, Sigfrido Maza, Ricardo Sívori, Tita Maldonado, Pereiro y otros, no sólo introduciría el debate sobre lo social en el arte y propiciaría un permanente diálogo sobre el tema sino que propondría acciones concretas a favor de la extensión de la enseñanza de las artes plásticas, como el proyecto de creación de una Escuela Provincial de Bellas Artes, en 1935.
Contemporáneo de "La Mutual", como se la reconocería para siempre, sería asimismo el llamado Grupo de los Nueve, cuyas actividades iniciales se realizan en 1936 con el auspicio de la Comisión Municipal de Bellas Artes. Dicho año se concreta la primera muestra pública del grupo integrado por Demetrio Antoniadis, Eugenio Fomelis, José Miguel Beltraniino, Nicolás Meffi, Manuel Musto, Luis Ouvrard, Félix Pascual, Pablo Pierre y Augusto Schiavoni.
Aquella generación de pintores tendría exponentes relevantes -más allá de la innegable valía de muchos de los mencionados- como Musto (1893-1940), alumno de Ferrucio Pagni y de Giovanni Costetti, en Italia, que de las tendencias impresionistas iniciales pasaría a una serena temática en la que las huertas y paisajes suburbanos de Rosario se unirían a naturalezas muertas y retratos, y Schiavoni (1893-1942), estricto contemporáneo del anterior y compañero dilecto, con quien compartiría el viaje a Europa y la amistad de condiscípulos como Alfredo Guido o
Domingo Candia. Verdadero rebelde, según sus biógrafos, uniría a la precisión del realismo inquietantes aportes fantásticos, casi mágicos, que hacen de su obra una de las más personales de la pintura rosarina.
Antonio Berni (1905-1981), sin duda el de mayor renombre internacional junto a Fontana, terminaría siendo considerado por la crítica como uno de los padres del arte moderno en la Argentina, con una ductilidad que signaría su constante proceso evolutivo, que lo llevaría de un depurado clasicismo inicial al barroco, para transitar asimismo las experiencias surrealistas, el realismo social, el expresionismo, el informalismo, la nueva figuración y el pop art, como afirma la crítica Rosa María Rayera. Así como la Mutual de los años 30 iba a congregar a su alrededor a muchos de los jóvenes creadores, también después de 1960 y hasta su muerte, sus ideas y convicciones tanto como su obra tendrían fuerte influencia sobre muchos integrantes de las nuevas generaciones de artistas plásticos.
Lucio Fontana (1899-1968), escultor y pintor, protagonizaría una inquieta indagación en la materia hasta la creación en 1946 de lo que llamaría -en su "Manifiesto blanco"- arte espacial, concepto que se reiteraría en una serie de obras agrupadas bajo el título de Concepto Espacial. Su ciudad natal cuenta con parte valiosa de su obra escultórica, entre la que se destaca "Niño del Paraná" -actualmente en el Museo Juan B. Castagnino- y el bajorrelieve "El sembrador", emplazado contra las barrancas de la Avenida Belgrano, frente a la zona portuaria.

Las rasgaduras y perforaciones que cortan y desgarran sus telas -característica que sería visible asimismo en sus obras escultóricas- constituirían un rasgo diferencial de su obra, según consignara Eleonora Traficante, en especial la producida tras su definitiva radicación en Italia, donde obtendría un amplio reconocimiento.
Contemporáneo de los anteriores, Alfredo Guido (1892-1967) pertenecería a una familia con profunda vinculación con la cultura de la ciudad, a través de su hermano Angel y su sobrina Beatriz. Sus estudios en la Academia Morelli lo acercarían a artistas muy cercanos generacionalmente, como Emilia Bertolé, Musto, César Caggiano y Schiavoni, aun cuando su perfeccionamiento se produciría en la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires con maestros como Pío Collivadino o Carlos Ripamonte. Rafael Sendra ha señalado su profundización en distintas técnicas así como la utilización de nuevos materiales y herramientas propias del industrialismo, y su experimentación con la pintura mural al fresco o las obras con cerámicas como las realizadas en el subterráneo porteño.
Cercano ya el comienzo de la década del 40 se constituyen nuevos grupos plásticos como la Agrupación Arte Nuevo de la Zona Norte, cuyos fundadores serían Juan Grela, Cayetano Aquilino, Juan Buttice, Francisco La Menza, Juan Tortá, Isidoro Mognol y Casimiro Iglesias, en 1936. Un año después, nace la filial rosarina de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, cuya primera reunión se celebraría en un local de San Lorenzo 1035 y cuyas autoridades iniciales serían Melfi, Fornells y Pierre, decididos impulsores desde la entidad de la postergada creación de una Escuela de Bellas Artes.
Casi inmediatamente se concreta el primer salón anual de artistas plásticos de Rosario (1938), con el auspicio de la Comisión Municipal de Cultura, en el flamante Museo 'Juan B. Castagnino", levantado en Avda. Pellegrini y Bvard. Oroño sobre un proyecto del arquitecto Hilarión Hernández Larguia, y el mismo año se inicia el "Salón de Otoño", que a partir de 1939 pasa a conocerse como "Salón Rosario".
Como se ha señalado, las influencias estilísticas predominantes proceden de París imponiendo concepciones artísticas que viran hacia fórmulas no académicas. Se discute y analiza el cubismo y el surrealismo, que amenazan con sacudir los cimientos del arte y la cultura en Europa, aunque el signo de esos tiempos sería el paulatino abordaje de los temas sociales a través de la plástica.
Fuente: Extraído de la Revista del diario “La Capital” “ Vida Cotidiana” 1930/1960