lunes, 27 de febrero de 2017

El doctor Juan T. Lewis

Fue organizador del instituto de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario dándole reputación internacional y promovió la fundación de la Asociación Rosarina de Cultura inglesa, de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias y la Asociación Rosarina para el Fomento de la Investigación Científica (ÁRFIC).

Por Jimmy Lewis*

Soy el octavo hijo de nueve nacidos vivos del matrimonio de Juan T (Treharne) Lewis y de Olive Mary Thomas. Mi padre, doctor en Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires y mi madre, Medical Doctor de la London (Royal Free Hospital) Medical School for Women. Los estudios primarios de mi padre fueron en la Preparatory School en Kensington, Inglaterra, finalizando en el colegio de los Hermanos de La Salle de Buenos Aires, Argentina y los estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Los de mi madre, tanto primarios como secundarios en la Haberdasher's School de Acton Londres, Inglaterra. Ambos recibieron la típica educación basada en el estudio del latín.
Juan T. se graduó de médico en 1919, a los 21 años, y se doctoró en 1921, recibiendo el premio de la facultad de Ciencias Médicas a la mejor tesis "Fisiología de las glándulas suprarrenales". Luego hizo el internado en el Hospital Durand en 1919 y en el Hospital Nacional de Clínicas en 1920. En el principio de su carrera se sucede una vorágine de intereses y actividades. En 1922 se suma al grupo de colaboradores del doctor Escudero en el Hospital Nacional de Clínicas y en 1922-1923 es jefe de Clínica en el Departamento del doctor Escudero, al mismo tiempo empieza a trabajar en el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de Buenos Aires donde en 1924 se encarga de los trabajos prácticos. En el período 1924-1929 fue asistente de la Cátedra de Fisiología dirigida por el doctor Bernardo A. Houssay. Durante 1924 toma a su cargo el curso oficial de fisiología durante la ausencia del doctor Houssay en su viaje a Europa, y en esos años fue la cabeza de la sección Farmacológica del Instituto de Bacteriología del departamento Nacional de Higiene. Aquí asegura su determinación de dedicarse a la investigación científica, full-time en la medida de lo posible aun sabiendo que esto significaba una vida de sacrificio y de austeridad. Durante estos años tuvo pruebas simples y contundentes de que podía hacer una carrera ascendente como clínico con sus éxitos en la práctica privada bajo la tutela del doctor Escalier, Ministro de Salud Pública de Bolivia y amigo de la familia que lo invitó a compartir sus consultorios.
En 1925 ganó una Beca de Investigación de la Universidad de Buenos Aires junto con la Fundación Rockefeller de EEUU, para perfeccionar sus conocimientos de Fisiología, especialmente en técnicas experimentales en EEUU y en Europa. El fue el primer argentino en obtener este tipo de Beca. Por ese motivo, se ausentó dos años de sus distintos compromisos, primero estuvo en la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, bajo la guía del profesor Walter Cannon, uno de los grandes maestros en trabajos de Investigación, donde continuó con sus experiencias sobre las glándulas suprarrenales. Estaba feliz en Harvard e hizo muchas amistades, especialmente con la familia Cannon. Al doctor Cannon le hubiera gustado hacerle un lugar permanente en su laboratorio pero desafortunadamente al fin del año tuvo un,severo quiebre físico como resultado de años de exceso de trabajo y de una desatención a las señales de una tuberculosis pulmonar.
Tuvo uno o dos picos de hemoptisis el último año en Buenos Aires, pero su médico el doctor Gregorio Aráoz Alfaro le aseguró que el problema era la desatención. De todos modos un día fue encontrado en el suelo del laboratorio donde estaba trabajando y quedó en coma por dos o tres semanas en el Hospital Peter Bent Brigham de Boston. Años más tarde le dijo a mi madre que creía que había tenido un ataque de tuberculosis miliar que era considerado fatal en aquella época, pero que por algún milagro había sobrevivido. Estuvo varios meses en rehabilitación en el Sanatorio Trudeau en los Adirondacks que le dieron gran experiencia en cuidados expertos de enfermería. Pudo finalizar su curación en Chamonix en los Alpes, donde tuvo que ser sometido a una operación quirúrgica de apendicitis a la que llegó justo a tiempo, luego de un temerario viaje nocturno en automóvil hacia Ginebra para la cirugía, antes que el apéndice se perforara. Mi padre, acompañado por su madre que había viajado a los EEUU
para estar con él, se encontraron allí. Alrededor de 1926 estaba lo suficientemente recuperado como para ir visitando muchos centros en Francia y en Suiza donde se hacía investigación en medicina y fisiología. Pero, le llegó el momento de retornar a Buenos Aires en marzo de 1927. Su beca preveía un año de estudios en Inglaterra después de su estadía en Harvard, pero ésto hubo que cancelarlo y sólo pudo hacer a último momento una visita a Londres, que sólo duró una semana pero que tuvo importantísimas consecuencias.
Al llegar a Londres, la última semana de febrero de 1927, llamó primero a su tío, el doctor Charles James Thomas, médico oficial senior del Concejo del Condado de Londres, con oficinas en el todavía inconcluso edificio de este Concejo en el lado opuesto del puente de Westminster. El doctor Thomas estaba casado con la matemática Winifred May Lewis, una hermana del padre de Juan T. e insistió que papá se quedara en su casa mientras estuviera en Inglaterra. Allí conoció a su prima Olive Mary Thomas, de 21 años de edad, que justo estaba terminando sus estudios en la London Medical School for Women. Se enamoraron a primera vista, y cuando tomó su pasaje para el programado viaje el 5 de marzo de 1927 a Buenos Aires, se encontró comprometido para casarse. Hizo lo imposible para resistirse a esos sentimientos ya que sentía lo incierto de una posición laboral y financiera y el hecho de querer llevar a Olive lejos de su familia, amigos, carrera, medio ambiente convertían su casamiento en un gran riesgo. Dadas como se dieron las cosas, Juan T. siempre creyó que ésto fue lo mejor que le pudo haber pasado a él, y ninguno de los dos jamás pensaron en volver atrás.
Una vez más en Buenos Aires, durante 1927, Juan T. actuó como jefe de la sección fisiología del Instituto Universitario de Fisiología, reteniendo su posición como jefe del departamento de Farmacología del Instituto Nacional de Bacteriología donde se convirtió en el responsable para el Programa Nacional para el Tratamiento de las Enfermedades de la Tiroides en la provincia de Salta. Su afianzamiento como profesor asistente full-time a cargo de la investigación en el Instituto de Fisiología llegó en diciembre y entonces, inmediatamente, envió un cable a su prima diciendo que estaba en condiciones de ir y casarse con ella. Su noviazgo fue realizado por correspondencia durante el año y justo antes que el cable llegara, Olive había sido recibida dentro de la Iglesia Católica Romana por el R.P.Kuypers, el Prior del
Priorato Benedictino de Ealing, que actualmente es Abadía.
Juan T. llegó a Inglaterra la última semana de enero de 1928 y la necesaria dispensa para el casamiento entre primos hermanos había llegado de Roma, de modo que el 4 de febrero éste se realizó en el Priorato de San Benito, de Ealing, El tío de Juan T., más tarde Sir Ashley Ward, presidente del directorio de los Talleres Metalúrgicos Albion de Sheffield, casado con Hilda Lewis, otra de las hermanas de su padre fue el padrino y las dos hermanas de mi madre, Margaret y Sally, las damas de honor. Después de tres semanas de luna de miel en París regresaron a Londres donde mi padre tuvo ocasión de conocer a otro pariente, el primo de su padre, médico del Rey, famoso fisiólogo experimental en el Colegio Universitario de Londres quien cambió conceptos previos sobre el funcionamiento del corazón, también estableció una profunda amistad con el doctor Henry Dale, director del Instituto Nacional de Investigaciones Médicas de Hampstead, cuyo trabajo sobre la Transmisión Química de los Impulsos Nerviosos le hizo ganar el Premio Nobel 1936. Juan T. se interesó mucho en este campo de investigación pero no se sentía aún capaz de realizar algo solo.
De regreso en Argentina, a fines de marzo de 1928, después de una visita con mi madre a Salta, acompañado por el doctor Sordelli, Director del Instituto de Bacteriología y de su asistente para inspeccionar los resultados de la campaña de prevención de enfermedades de la tiroides, tomó otra vez su cargo de Profesor asistente e investigador full-time, dando clases de endocrinología. En octubre de 1929 fue invitado a hacerse cargo de la cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina de Rosario. Sus actividades y escritos habían sido minuciosamente registrados esta vez en el curriculum vitae presentado.
En Rosario se ocupó en organizar el Instituto de Fisiología con dedicación exclusiva a la investigación y docencia. Su Instituto pronto adquirió reputación internacional, y se convirtió en amigo, mentor y maestro de incontables colegas y estudiantes, contagiando a muchos de ellos su entusiasmo y devoción por su trabajo. Siempre fue un jefe muy generoso, dispuesto a dar alguna sugerencia para el estudio o a dar manos anónimas de ayuda cuando las ideas se esfumaban, tanto que era conocido en su instituto como el "Padre Nuestro". Tuvo la reputación de ser exigente entre los estudiantes de los que esperaba altas performances, pero siempre considerando actuar con justicia. Como decía de si mismo tiempo después, en un discurso que se hizo famoso cuando fue reinstalado nuevamente en su cátedra universitaria en mayo de 1945 después de su primera renuncia a causa de la facción gubernamental del momento: "He sido y espero seguir siendo un Profesor exigente, pero siempre tratando de ser justo, con esa justicia que es completa porque está basada y motivada por la caridad, que es un profundo amor por el alumno, inspirado por el amor de Dios". Estas no ran palabras vanas. Durante los años en que Juan T. fue profesor de fisiología en la Facultad de Medicina de Rosario, además de todas esas actividades asociadas con su profesión como por ejemplo ser miembro de sociedades, atender a la organización de congresos, simposios, cursos, siempre estuvo en permanente comunicación con el doctor Houssay, realmente intercambiaban por lo menos correspondencia diaria y frecuentemente visitaba Buenos Aires. En 1939, el 9 de octubre, en una sesión privada de la Academia Nacional de Medicina fue instituido Miembro Correspondiente. Pero no todo esto era suficiente para su espíritu inquieto. El creía implícitamente en la Buena Nueva de Cristo: "Aquel que ama al Señor, su Dios, con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente", éste es el primero de los dos grandes mandamientos. Y el segundo es parecido "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22, 37-39). Entonces mi padre sintió que era su deber, ayudar al máximo a los otros, en todos los aspectos de sus vidas, además del camino de la Ciencia. Ya había tenido como guía el lema usado en su Ex Libris "Cui multum datum est multum quaereter ab eo", y entonces Juan T. se embarcó en lo que podríamos llamar una suerte de actividad apostólica.
Pudo encontrar un pequeño grupo de personas que sentía lo mismo que él, entre ellos, el doctor José Ordóñez, que luego fue sacerdote católico, el doctor José María Fernández y su mujer María Inés Franzini. Decidieron estudiar los trabajos de Jacques Maritaln, empezando con "Humanisme Integral". Cuando Jacques Maritaln visitó la Argentina en 1937, mi padre pudo conocerlo y recibir gran ayuda e inspiración de alguien que sintió expresar y vivir la verdadera doctrina social de la Iglesia.
Organizó grupos para aprender Inglés, Alemán y Latín; dictó charlas y conferencias sobre los estudios sociales aplicables a la política (gobierno de la ciudad) y a la democracia (gobierno del pueblo) de Jacques Maritain; fue miembro del Rotary Club, aunque luego se sintió obligado a renunciar luego de ser vicepresidente; fue instrumento en la fundación de un grupo de boy scouts en Barrio Belgrano, sede de la parroquia del barrio de Fisherton, donde vivía (de este grupo salió un conocido sacerdote y varios pudieron acceder a estudios secundarios y universitarios); fue miembro fundador de la Asociación Rosarina de Cultura Inglesa ARCI), siendo primero su secretario y luego presidente. A partir de esta sociedad lo acompaña mi madre la que hasta ahora se encargaba de la gestación y crianza de una numerosa pro-
le (nueve nacidos vivos de doce embarazos, los no natos debido a una causa que recién con el tiempo se supo, algo que ver con el factor Rh). Volviendo a ARCI, ésta creció 'y desarrolló numerosísimas actividades sociales y culturales, además de promover filiales en distintas ciudades del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires.
Hubo otras tres actividades fundamentalísimas. Conseguir fondos para el desarrollo de las ciencias, llamar la atención del público femenino para paliar, si no solucionar las graves deficiencias en la atención de la enfermedad en la Argentina, y finalmente tratar de encausar los vaivenes políticos del país a través de la creación de un partido político democrático, basado en los valores cristianos, independiente de toda institución y jerarquía religiosa por más poderes que ésta poseyera. Las tres actividades se fueron concretando, dos de ellas con persistencia en el tiempo, la otra, con aparente fracaso aún mantiene su latencia, quizá esperando tiempos mejores donde los ánimos se apacigüen, las discordias se disipen y vuelva a reinar la paz luego de un iluminadísimo esclarecimiento. Todo esto rodeado de los avatares de la salud de Juan T. (curioso, para sus amigos políticos era Don Juan, para los científicos y profesionales el doctor Lewis, para sus familiares de origen Tito y el seudónimo para sus escritos religiosos, Plácido de San Benito).
También fue ideólogo y creador de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (y su Revista Ciencia e Investigación, de la cual, en mi adolescencia, fui ferviente lector y difusor), la Asociación Rosarina para el Fomento de la Investigación Científica ARFIC) y su laboratorio de Investigaciones Médicas del que fue director, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) del que no toda la información está en Internet debid al bajo perfil y modestia de Juan T. y a su penosa enfermedad que terminó con su vida pero no con la concreción de sus sueños (estos no se ventilan por Internet) además de la Escuela de enfermeras "Florence Nightingale" y el libro "La Educación Espiritual de los Niños" (con su avanzada lucidez en el tema).

* El autor rescata en la presente nota datos publicados por su madre, Olive Mary Thomas, en un opúsculo titulado "In memory of John Treharne Lewis. 1898-1976".

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región”. Fascículo N.º 83 de Marzo 2010.