sábado, 22 de octubre de 2016

Varietés y diversiones de otros tiempos

Por Eduardo Sánchez



En la década de 1920, Arroyito ya comenzaba a perfilarse como una zona con características propias, con un alto porcentaje de población compuesto en su mayoría de obreros, un interesante desarrollo urbano, actividad sostenida de sus establecimientos fabriles y comerciales, aunque todavía con numerosos terrenos baldíos.

Quedaban materias pendientes como por ejemplo el terna de servicios sanitarios, muchas calles de tierra, iluminación algo escasa, y con su principal arteria, la avenida Alberdi algo abandonada por las autoridades. A lo anterior se agregaba un detalle importante: el trazado del barrio quedaba separado virtualmente del resto de la ciudad por las vías ferroviarias, un verdadero cinturón de hierro que dificultaba las circulación rápida con el centro, con el cual solo había dos canales de comunicación, el pasaje Celedonio Escalada (imposible de transitar en días de llucia) y la avenida Alberdi hacia calle salta, que Convertía a ese cruce en un suplicio dadas las frecuentes interrupciones al tránsito por parte de los trenes de carga y de pasajeros.

Probablemente lo anterior obligó a sus habitantes a abastecerse por sí mismos y a desarrollar una política comercial y económica de indudable independencia, lo cual incluía el tema que nos ocupa: los locales de diversión. Debemos recordar que en aquellos años no había

transmisiones de radio, dado que recién en 1924 se inauguró la primera radio rosarina: LT3, así que imagínese el lector.

A través de los años, los que siguen fueron los locales de diversiones en el Barrio Arroyito.



Royal Park


En 1920 se inauguró el Royal Park, ubicado en la esquina noreste de avenida Alberdi y French. El lugar era manejado por el Sr. Emilio Carchano de amplia experiencia en temas relacionados con la proyección de cine, quien también fuera propietario del Cine Avenida. Pensado como lugar de diversiones al aire libre funcionaba desde noviembre a mayo, y era un

espacio abierto con juegos y atracciones, parque de diversiones, funciones de cine (llamado biógrafo en aquellos tiempos) y varieté al aire libre donde se presentaban excéntricos musicales, tonadilleras, parodistas, magos, faquires, otros números por el estilo. El Royal tenía varios kioscos alrededor de los cuales el público se agolpaba esperando turno para disfrutar de esparcimientos y ganar premio, por ejemplo el tiro a la pelota, volteo de muñecos, carreras de caballitos, ejercicios de fuerza y otros por el estilo, dificil de imaginar en nuestra época.

Completaba un teatro con palcos para representaciones artísticas de todo tipo, a los que se agregaban números de varietés y orquestas. En ocasiones se presentaban circos en temporada de invierno, en carpas levantadas donde después de la primera parte estrictamente circense, subía a escena algún drama criollo como era costumbre en aquellos años. El predio con piso de tierra, pero cubierto de pequeñas piedritas de color rojo, contaba con un esmerado servicio de bar equipado con mesas y sillas de lata donde los visitantes disfrutaban de frescas bebidas y alimentos rápidos especiales para noches de verano.

Durante 1926, las instalaciones se utilizaron para representaciones del Teatro infantil Francisco Godoy. Había en esa época en Rosario dos instituciones artísticas para niños, el Teatro Infantil Municipal dirigido por Ernesto de Larrechea y el Francisco Godoy que agrupaba a niños de las escuelas números 86, 99, 116, 113, de los barrios de Refinería, Talleres y Arroyito.

Algunas notas de color la dieron por ejemplo la censura que se aplicara en 1928, cuando las autoridades policiales prohibieron la obra Sacco y Vanzetti que iba a ser presentada por la compañía Renovación de actores rosarinos, aunque la misma pudo ser representada un año después. En marzo del 1929 un fuerte temporal con, características de un ciclón derrumbó más de 10 metros del tapial del frente, pero el Royal conIinuó hasta entrados los años 30.

Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región. Fascículo N.º 147 de Diciembre 2015.-