lunes, 8 de agosto de 2016

EL FRIGORIFICO SWIFT



El Swift actuaba en la Ar­gentina desde 1907, como un desprendimiento del poderoso Beat Trust de Chicago. Los mata­rifes importantes de dicha ciudad

habían organizado un pool dentro de los propios Estados Unidos, cuya influencia se hizo evidente al punto de provocar la aplicación de una norma anti­trust, la llamada Ley Sherman.

Cinco grandes frigoríficos de Chicago maniobraban para evi­tar la libre competencia en los mercados de producción y con­sumo, con el fin de asegurar un reparto de altos beneficios. Ellos eran Armour, Swift, Morris, Wilson y Cudshy, que coordina­ban precios uniformes en la compra del ganado a los pro­ductores rurales, y en la venta de sus productos en el mercado interno.

Ante la aplicación de la men­cionada Ley Sherman, uno de ellos, el Swift, se instalo en la Argentina en 1907, siendo el primer frigorífico norteameri­cano en hacerlo; años mas tarde siguieron su ejemplo el Armour y La Blanca.

En 1918, el Swift organiza un nuevo rubro legal, la Swift Inter­national Sociedad Anónima Argentina, que vigilaba los intereses de la empresa y de sus subsidia­rias en Brasil, Paraguay, Uru­guay y Australia. Pese a la apa­rente división entre los intere­ses de la Swift &, Co. de Chicago y la Swift International de Bue­nos Aires, lo cierto es que la empresa de Charles y Harold Sw{ft mantenía el control tanto en una como en otra ciudad.


La instalación, del frigorífico en el Saladillo, en una zona no ganadera por excelencia (que imponía al animal el desplaza­miento al lugar de faena, man­teniendo las cámaras frigorífi­cas cercanas al transporte ma­rítimo) representó una estrate­gia americana en un ámbito de influencia británica. Con ello se quebraba un cierto equilibrio lo­grado por las potencias impe­rialistas a partir de la Conferen­cia de Fletes de 1915, que afir­mó la incorporación de capita­les de Estados Unidos en la Ar­gentina. En dicha reunión se coordinaron los intereses y ope­raciones de embarque de carnes hacia Gran Bretaña, siendo la expresión del entendimiento an­glonorteamericano que domi­naba la industria frigorífica.

Las nuevas técnicas introdu­cidas y la utilización de una flota propia permitió al Swift obtener menores costos y con ello margen para pagar mejores precios a los ganaderos argenti­nos, exigiendo una mayor cuota de participación en la exporta­ción de carnes.

El desequilibrio causado por la apertura de la planta indus­trial del Swift en Rosario, que ocupaba 65 Has., con cámaras frigoríficas que abarcan un edi­ficio de cinco pisos, faenando 600 cabezas diarias y dando ocupación a alrededor de 1600 obreros, se compensó con el le­vantamiento de la unidad del Dock Sud, en Avellaneda, por los británicos. Esto no significó un real ajuste de la influencia inglesa ya que los norteamericanos aplicaron técnicas expe­rimentadas ya en su mercado interno, que posibilitaban la producción del "enfriado" y de los elementos componentes del animal y productos derivados aplicados a la industria de la alimentación, química, etc., que no constituían actividades per­mitidas ni en los Estados Uni­dos ni en Inglaterra.

El procedimiento utilizado prefirió un determinado tipo de carne proveniente de animales de alta mestización: Shorton, Aberdeen Angus, Hereford, etc. Esta zona, centro vital de la economía agropecuaria del país, es por otro lado receptora natural (por la envergadura de sus operaciones) de la hacienda vacuna existente en la zona de la Mesopotamia, norte del Lito­ral, así como de gran parte de la Pampa húmeda.

El procedimiento exige, ade­más, especialización de pastu­ras, lo que incidió en la división del sector productor ganadero entre los invernadores, especializados en el engorde , ligados a los frigoríficos., y a los criadores, ­que proveían a aquellos hacienda, vinculados al interno, que no compartió» grandes beneficios obnidos por los primeros.
Fuente: Extraído de la revista “Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 15 de Julio 1991. Autores: Sandra A. Bembo-Nelly I. Sander de Foster – Marisa Richa