martes, 26 de julio de 2016

EL SALADILLO

Por Melina Torres


En 1880 Don Manuel Arijón crea lo que sería la aldea Saladillo, un lugar donde las familias adineradas de la época


SANGRE, SUDOR Y LAGRIMAS



Envuelto en cientos de historias, el barrio donde los ricos descansaban y los inmigrantes trabajaban, vive gracias a la memoria activa de sus vecinos, que luchan cuerpo a cuerpo contra el Saladillo es un barrio con tantas historias que no alcanzarían las páginas de esta revista para contarlas. A finales de 1800, las fami­lias más adineradas de la ciudad eligie­ron esta zona para construir sus grandes casonas, pasar su tiempo libre y recrear­se. Las mansiones quedan como símbolo de la oligarquía argentina; soberbias se erigen con sus paredes altísimas e impe­cables. Pero también aquí mismo, más de 12 mil obreros de distintos lugares de Europa y Argentina construyeron sus casas, tallaron sus familias y trabajaron para obtener un futuro mejor, En 1950 moverse hacia el centro de la ciudad era impensable, no había necesi­dad tampoco. Saladillo tenía todo: las fondas de los griegos, los grandes alma­cenes de los españoles, sastrerías que importaban las más exquisitas telas del mundo, cine, bares por doquier y un paisaje arrogante que emulaba en peque­ña escala las cataratas del Iguazú. Por sus calles se escuchaban distintos idio­mas y muchos sueños se tejían olvidando un pasado de pobreza e incertidumbre. En el barrio se filmó una película, a él llegaron inmigrantes de toda Europa, Eva María Duarte de Perón inauguró un edificio frente a miles de personas que la aclamaban, en sus barrancas se fusiló en 1930 al primer desaparecido de la historia argentina (el anarquista catalán Joaquín Penina), se construyeron casas que hoy son analizadas por los estudian­tes de arquitectura y, lo más importante, se trenzaron mil y una historias que siguen vivas porque hay alguien encar­gado de contarlas. Alfredo Monzón es profesor de Electricidad en una escuela técnica de Saladillo, pero su pasión es ser historiador barrial; él es quien sabe fechas, anécdotas y datos que no figu­ran en ningún libro. Con la compañía de Alfredo, recorrió los lugares más emblemáticos de esta zona de la ciudad.

Barrio de inmigrantes

El Swift comenzó a funcionar en 1924, eso provocó una gran oleada inmigrato­ria. Es por esto que el barrio se forjó con inmigrantes.
En busca de trabajo, llegaron personas de distintas partes del país. Y escapando de la hambruna de la Europa desvastada por la guerra, también llegaron hombres y mujeres, mayormente de Rusia y Polonia.
En el Swift destinaban a los trabajadores según su lugar de origen: a las cámaras frías, donde se trabaja con temperaturas de 25 grados bajo cero, generalmente mandaban a los polacos, ucranianos y rusos porque estaban acostumbrados a esas temperaturas; a la gente del litoral, que era muy hábil en el manejo del cuchillo, la mandaban a la producción a la picada, a la playa o a la hacienda, porque eran excelentes jinetes.
En la zona de Avenida del Rosario hasta el Swift, se estableció la comunidad griega, que instauró sus fondas, donde comían los trabajadores cuando salían de trabajar del frigorífico.
La colectividad judía se caracterizó por tener sastrerías. Los mejores trajes se podían conseguir aquí, con un acabado digno de cualquier casa de "”haute couture". Y los españoles fueron los que impusieron el rito del almacén.
Los criollos se establecieron mayoritariamente en lo que en su momento fue el Bajo Saladillo.


Vamos de paseo

Residencia de Monsieur Your. Fue la morada del ingeniero francés que tuvo a su cargo el tendido y la construcción de las vías- desde la estación Villa Diego hasta el puerto de Rosario-, que se quedó tan enamorado del barrio que se construyó su mansión aquí.
El Esqueleto. El edificio fue bautizado por el saber popular como El Esqueleto, precisamente porque nunca vio su final y sólo quedó su armazón. Evita fue quien lo inauguró. Y se dejó de cons­truir, según rumores, porque hubo una desavenencia entre los dirigentes gremiales de esa época con el gobierno central y, como la construcción estaba solventada por la Fundación Eva Perón, se cortó el suministro de dinero.
Los balnearios del Saladillo. El que está actualmente es el tercer balneario. El primero fue construido por Manuel Arijón en 1885, y duró hasta 1937 cuando sus herederos se lo vendieron a la Municipali­dad, que lo demuele y en su lugar cons­truye el balneario "Roque Sáenz Peña", más conocido como la Rambla del Saladi­llo. La Rambla dura hasta el año 1977, cuando es demolida durante la gestión del intendente de facto Augusto Félix Cristiani. Estuvo abandonada durante años y, en 1992, se construye el actual balneario.
"Capo di tutti gli capí". Este barrio contiene la residencia en la que vivió Agata Galiffi, hija de Juan Galiffi, que manejó la mafia en la Argentina a nivel internacional. Don Juan Galiffi era el Al Capone nacio­nal, el alma mater de la mafia de Rosa­rio de los años '30. Apodado "”Chicho Grande", este siciliano llegó a la Argen­tina en 1910 imperio mafioso. Así, muchos de los grandes hampones de la historia eligie­ron Saladillo para asentarse.
Esta casa tiene la particularidad de tener un sótano y, debajo de él, cuatro sótanos más con túneles que en aquellos tiempos servían para escapar de la policía.

Casa de Arijón. En 1880 Don Manuel Arijón crea lo que sería la aldea SaladiLlo, un lugar donde las familias adinera­das de La época venían a veranear. En un principio había seis mansiones y hoy sólo queda una en pie: la suya. Entre otras extravagancias, la casa cuenta con miradores que las familias utilizaban como lugar de recreación; mientras tomaban el te, miraban el paisaje del río y de las quebradas de Saladillo. En 1930, la familia Cassarino, al no poder seguir solventando los gastos, donó la mansión al gobierno provincial, que la declaró patrimonio histórico cultural de la ciudad.

El corazón del barrio

Avenida del Rosario y Lituania es la médula del Barrio Saladillo, escenario que presenciaba el agitarse de los cora­zones de las mujeres cuando se estrena­ba alguna película de Hugo Del Carril en el Cine Diana. Cine que fue construido por dos inmigrantes de origen judío (Aaron Braun y Salomón Linde),  instalaron una fábrica de soda y amasa­ron una inmensa fortuna; tal es así que muchas de las grandes propiedades de Saladillo les pertenecían. El cine se inauguró el 12 de mayo de 1943 con la proyección de "La guerra gaucha", protagonizada por Enrique Muirlo, Esto ante todo", con Tyrone Power. El cine, no fue la excepción en tiempos de derrumbes y su pantalla se apagó en 1972. Pasaron 32 años y volvió a la vida de la mano de la Asociación Cultural Amigos del Barrio Saladillo, aquellos vecinos que pasaron sus "mejores momentos" en este lugar.
Cuando terminaba la proyección, la gente se cruzaba al Piave (que inicialmente fue una tienda, construida en 1932 por un inmigrante sirio-libanés llamado Manuel Gull, y en el año 1940 lo compra un tal Mario Chiess y lo convierte en café billares). La vida social y cultural transcurría aquí y en las fondas de los griegos; los obreros pasaban a tomarse una caña cuando salían del frigorífico.
Entre el Piave y el Diana se encuentra el monumento a Eva Perón, más conocido como "”la mandarina" (aunque actual­mente no guarde semejanza con el citrus). Los opositores al justicialismo lo denominaron así porque las capas que rodeaban al busto de Eva Perón tenían un parecido a los gajos de la fruta. Su construcción data del año 1952 y ningún obrero del Swift se opuso cuando el sindicato propuso descontar un día de jornal para erigir un monumento a la protectora de los descamisados.
Como símbolo de la desgracia que envol­vería al país, durante la dictadura vola­ron el busto, quedando únicamente los "gajos" como testigos de lo que fue en su momento. En el año 1992 se cons­truyó un monumento y se quitaron los gajos. La estatua tiene 2,30 de altura, pesa 350 kilos y tiene un anclaje espe­cial que solamente con una topadora la pueden sacar.
Algunos dicen que todo tiempo pasado fue mejor, pero otros miran esperanzados hacia el futuro. Saladillo tiene su historia y hay quienes se empecinan en que esta no muera en las paredes sino que camine de voz en voz. Pero  hay quienes, como los vecinos del Cinc Diana, no dan el brazo a torcer y pelean cuerpo a cuerpo contra el olvido.

La colectividad judía se caracterizó por tener sastrerías. Los mejores trajes se podían conseguir aquí, con un acabado digno de cualquier casa de "haute couture"
En el barrio se filmó una película, a él llegaron inmigrantes de toda Europa, Eva María Duarte de Perón inauguró un edificio frente a miles de personas




FUENTE: Extraído de la Revista de Cablehogar N.º 115 de Octubre 2007.-