domingo, 11 de octubre de 2015

UNA HISTORIA CON VAIVENES



Por Rafael Ielpi 
Aquella experiencia surgida de la visión de una institución ce­realista iba a encontrar pronta competencia con la aparición de lo que sería LT8 Radio Rosario, la que a partir de su consolida­ción como tal protagonizaría una extensa y brillante tra­yectoria que la ubica hoy entre las emisoras más importan­tes del interior del país, en permanente disputa de audien­cia con sus colegas LT2 y LT3 y una extensa nómina de ra­dios de frecuencia modulada, que proliferarían después de 1960.
La nueva broadcasting —para respetar la terminología entonces vigente y en la actualidad poco menos que peri-mida- se gestaría sin embargo bastante antes, en los inicios de la década del 30, gracias al tesón y entusiasmo de otros dos apasionados por la radiofonía, Juan Colón y Alberto Millelot, que instalaron un precario equipo transmisor en los fondos de un comercio emplazado en Salta 2133. Con él, comienzan las emisiones de la que —de acuerdo a las dis­tintas etapas que se consideren, anteriores a 1931- se llama­ría indistintamente Radio Millelot, LV5 Radio Millelot o Radio Colón, ya estuviera en manos y dirección de uno u otro propietario.
        Distintos vaivenes, que incluirían una etapa posterior en Sarmiento 884 -al ser adquirida por el ingeniero Julio F. Blomberg- iban a anticipar la etapa de definitiva consolidación de la radio, que ocurriría con su traslado a Córdoba 1825 no sin que atra­vesara todavía una serie de modificaciones, que harían que su presen­cia en el éter (para aplicar otra frase cara a esos años) fuese irregular.
     A mediados de la década del 30, la radio pasa a constituirse en filial rosarina de una de las grandes emisoras porteñas, LR5 Radio Ex-celsior, de capitales británicos. Esta influencia se deja sentir en la pro­gramación diaria, con novedades que iban desde la lectura de diarios ingleses a la irradiación de grabaciones de música clásica, registradas por alguna de las grandes orquestas sinfónicas o filarmóni­cas del mismo origen, que llegaban al país en los discos de 78 rpm de grandes dimensiones.
    Todo ello daría personalidad y perfil peculiar a LT8, hasta constituirla casi en una radio para melómanos, en la que todo (desde los sobrios y atildados locutores a la programación misma) parecía estar a ese servicio, por lo menos hasta 1940, año en que su programación incluía aún al tenor Luigi Battaglia, la soprano Flavia Milano y la gui­tarrista Nelly Ezcaray, como para interesar a los amantes de la música clásica, aunque compartieran programación con números de música popular como la Orquesta Caracterís­tica Barone, la Orquesta del Litoral, de Nicolás Barbatto, o las emisiones en cadena de radioteatros porteños, con los elencos de Norma Castillo-Lalo Harbín ("Amor y sacrifi­cio") o de Jorge Lanza.
     Aquel concepto selectivo inicial iba a sufrir un brusco cambio cuando Jaime Yankelevich se convierte en 1953 en propietario de LT8 y la incluye como un eslabón más de la que llamara Primera Cadena Argentina de Broadcastings, cuya cabecera era LR3 Radio Belgrano, la radio porteña que también lo tema como dueño. En rigor de verdad, Yankelevich ya había incursionado en la ciudad en relación con la radio al obtener la concesión —por parte del diario "La Capital"- para explotar una emisora de onda corta, LRR Radio Ovidio Lagos, cuya dirección ejercería Néstor Joa­quín Lagos. La misma iniciaría sus transmisiones el 15 de marzo de 1944, con un acto en el teatro "El Círculo", en el que se alternarían el Coro de la Schola Cantorum Perosiana con la Orquesta de la Socie­dad Filarmónica dirigida por Juan José Castro, con el cellista Pedro Farruggia como solista. Sus estudios estuvieron primero en Córdoba 1736 y luego en Córdoba 1825.
La concepción de lo popular de don Jaime iba a transformar a LT8 en una "radio viva", con inclusión a partir de entonces de pro­ductos como el radioteatro, las actuaciones de orquestas en vivo en el auditorio, los programas episódicos, etc. Aquella condición se manten­dría sin modificaciones substanciales hasta la década del 60, cuando la irrupción de la televisión y la modificación de modas, gustos, usos y costumbres determinan para la radiodifusión el inicio de una etapa de cambios y la aparición de propuestas creativas que le permitieran com­petir y sobrevivir.


Fuente: Extraído de la colec
ción  “Vida Cotidiana – Rosario ( 1930-1960) Editada por diario la “La Capital –