lunes, 14 de septiembre de 2015

MANO DE OBRA EN EL BARRIO SALADILLO



El establecimiento de esta ma­no de obra en el barrio del sur rosarino produjo —junto con la instalación de la fabrica, como se denominaba al Swift— un cambio de fisonomía y trajo aparejados asimismo nuevos conflictos sociales.
Estos coincidirían con lo que podríamos llamar una segunda etapa dentro del movimiento obre­ro argentino, caracterizado por una tendencia reformista, en la que predominaron las corrientes socialistas y sindicalistas, en con­traposición con la primera etapa signada por una tendencia revo­lucionaria en la que predominaban los anarquistas.
En Rosario, el sindicalismo fue un fenómeno fundamentalmente urbano. En el período 1880/87, con el paralelo ingreso a la ciudad de una importante corriente inmi­gratoria, es que se organiza el gremialismo rosarino con el aporte de europeos que ya habían conocido el movimiento sindical en sus res­pectivos países de origen. Puede señalarse ese momento inicial co­mo coincidente con las huelgas fe­rroviarias de 1886/88, cuando ya se había constituido La Fraterni­dad y funcionaba una filial de la misma en nuestra ciudad.
El movimiento sindical local de esa primera etapa carecía de una organización definida, aunque existía por cierto el sentido de soli­daridad en sus dirigentes y se pro­ducían ya enfrentamientos entre tropas y manifestaciones po­pulares.
Con la instalación del frigorífico se produjeron las primeras luchas sindicales de los trabajadores de la carne, entre 1924 y 1926, las que se profundizaron entre 1928 y 1930, cuando se inicia la huelga más dilatada realizada hasta en­tonces, iniciada en Rufino y en el puerto de Rosario, y a la que se plegaron otros gremios y los obre­ros del Swift.
Estos movimientos habían te­nido dramáticos antecedentes en el año 1904, cuando en Rosario, Zarate, Berisso y Avellaneda los trabajadores de los frigoríficos La Negra, La Blanca y Angla recla­maron la jomada laboral de ocho horas y mejoras salariales. El sa­lario, por entonces, era menor que los gastos necesarios establecidos por el Ministerio de Trabajo de la Capital Federal. También en 1917 se reiteraron sucesivos paros en los frigoríficos de capital norte­americano situados en territorio bonaerense: Berisso, La Plata y Avellaneda.
Las condiciones de trabajo del Swift no diferían de las que eran comunes a los obreros en la Argen­tina posterior a 1920. Los testi­monios actuales de quienes viven y conocen el barrio son diversos. Daniel Malaponte afirma: "El fri­gorífico, siempre en manos nortea­mericanas, explotó permanente­mente a sus obreros, y ninguno de estos salía, al cabo de su vida en la empresa, en mejores condiciones económicas. Se hacían sus casitas en muchos años, es cierto, pero eran intelectualmente someti­dos..."
Jorge Leiva, en cambio, tiene una opinión diferente: "El Swift tu­vo siempre un alto porcentaje de producción y se trabajaba en for­ma distinta a la de ahora, es decir, se tomaba personal para un pe­ríodo o dos, tres o cuatro meses. No había contrato alguno, se to­maba personal temporario, a veces para trabajar dos días seguidos, cuando se preparaba la "picada".
Después, el trabajo, mermaba y se suspendía transitoriamente a la gente. Pero ellos no se iban, porque sabían que a lo mejor pasaba un mes, 6 15 a 20 dias y volvían a llamarlos... Cuando necesitaban tomar mucho personal, por ejem­plo 300 a 400 personas, inmedia­tamente la gente ya estaba en la puerta esperando. Muchísimos eran conocidos ya por la empresa y se tomaba a esa gente: ya tenían la mano de obra práctica..."
El inmigrante Piotrowski, por su lado, consigna su propia expe­riencia: "No se trabajaba en las mejores condiciones, pero no se podía protestar mucho tampoco, porque si no uno perdía el trabajo. Asi que adonde a uno le tocaba tenía que ir. No se podía uno enfer­mar porque si se enfermaba tam­bién lo echaban", para rememorar luego: "La primera huelga de 1928/29 hizo que echaran a mu­cha gente a la calle. No les gusta­ban los que hacían problemas..."
Fue en esos movimientos huel­guísticos que comenzó a estructu­rarse la idea de un gremio unido, mientras se mantenían vigentes sindicatos de obreros de la carne en los que predominaba aún la dirección de anarquistas y comu­nistas. El establecimiento del Swift y la consecuente instalación en la zona de obreros que trabajaban en él, así como sus tempranas del Saladillo para ceder espacio a un presente obrero que se afianzaba e imponía inexorable­mente.
Fuente: Extraído de la revista “Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 15  de Julio 1991. Autores: Sandra A. Bembo-Nelly I. Sander de Foster – Marisa Richa.