jueves, 26 de septiembre de 2013

EL PRIMER AERO CLUB ROSARIO


Sin lugar a dudas, la aviación ha sido una de las actividades que en el menor tiempo posible adquirió real magnitud.
En su edición especial del 14/11/1967, al re­ferirse a ello, el Diario La Capital, asi se expre­saba:
"Breve su historia, porque el modernismo pa­só de una etapa a otras con vertiginosa rapidez y las primitivas máquinas, demostración de la ca­pacidad del hombre, de pronto se convirtieron en informales máquinas de destrucción en la es­pantosa guerra que se inició en 1914. Historia con la brevedad de las proezas y perdurable co­mo ellas, ésta que comprende la formación y sur­gimiento de ¡a aeronáutica argentina con sus ca­balleros de la intrepidez y de la osadía que po­blaron nuestro cielo con sus maravillosas inquie­tudes sin pausa, que todavía adquirió mayor grandeza porque en un momento y en otros cie­los, los del viejo mundo, la misma causa estuvo al servicio de la devastación".
Entusiasmados por los éxitos alcanzados por la aviación durante la contienda bélica que ter­minaba en Europa; contagiados por el éxito lo­grado por el "Aero Club Argentino", fundado el 12/01/ 1908 en la ciudad de Buenos Aires por dis­tinguidos hombres afines, tales como Aarón de Anchorena, el Coronel Arturo M. Lugones, Jor­ge Newbery. Alberto de Bary, Mayor Waldino Correa, Barón Antonio de Marchi, Sebastián Le-zica, Roberto D. Zimermann, Isaac de Oliveira César, Florencio Parravicini, etc.; pero más que nada alentados por las gestiones que la Misión Francesa de Aviación, que ya había comenzado a desarrollar su acción en la Capital Federal, ha­bía solicitado a la Municipalidad de Rosario, se­gún asi lo consigna La Capital en su edición del 12/10/1919, la concesión temporaria de un te­rreno en esta ciudad a los efectos de establece: los hangares y demás instalaciones de una Esta­ción intermedia, un pequeño, pero caracterizado grupo de calificados vecinos de Rosario, enca­bezados por don Alfredo J. Rouillón, debida­mente compenetrados del grado de progreso que la aviación ya había alcanzado y del futuro promisorio que dicha actividad significaba, no ya como arma de destrucción, sino mas bien para el desarrollo civil de la nación, resuelven fundar en el mes de noviembre de 1919, una entidad a la que se le dio el nombre de "AERO CLUB ROSARIO".
Fijadas las bases de la novel Institución, y ele­gida su primer C.D. que estuvo presidida por don Alfredo J. Rouillón, actuando como Secretario don Florencio Andrade, de inmediato sus auto­ridades se abocaron a la búsqueda de los elemen­tos primordiales para el desenvolvimiento de las actividades, es decir la provisión de los aviones que habrían de servir no sólo para ejercitarse los que ya tenían su brevet de pilotos, sino también para poderse impartir las enseñanzas y prácticas a todos aquéllos que quisieran adquirir los cono­cimientos de tal actividad.
La empresa no era nada fácil, más aún tenien­do en cuenta la escases de aviones en ése enton­ces en el país. Pero, luego de arduas gestiones realizadas por ante el Ministerio del Interior, el Club consigue, dados los fines perseguidos, se le hicieren donación de las siguientes máquinas: Dos Moraune Saulnier, tipo parasol, con motor rotativo marca La Rhone, de 80 HP; otro, de la misma marca, pero con motor de 110 HP; y un biplano marca Curtís Meteor, con motor de 90 HP. A l95 dos primeras de las máquinas nombra­das les fueron impuestos los nombres de "Ciu­dad de Rosario" y "Alfredo J. Rouillón", res­pectivamente.
Ya obtenidos los elementos indispensables, es decir las máquinas, se abre la Escuela de Pilota­je, a cuyo efecto se nombra como primer Ins­tructor al piloto francés D. Adrián Bedrignans, quién había llegado al país formando parte de la Misión Aeronáutica Militar Francesa. Los an­tecedentes de dicho piloto lo hacían acreedor al mejor de los reconocimientos. Su primer vuelo lo había realizado el 12/7/1912, y su bautismo de fuego lo tuvo el 21/9/1915 como integrante del Regimiento 7o Genie, con el cual cumplió 75 mi­siones de bombardeo. Su campaña principal lo fue en el frente Belga, habiendo obtenido activa par­ticipación en las batallas libradas por los aliados en el Somme, el Aisne, y el Oise; y a mérito de todo ello recibió las siguientes condecoraciones: La cruz de guerra Francesa, una estrella de bron­ce, una de plata, y una palma; la cruz de guerra Belga; y la medalla militar de la misma naciona­lidad con Palma de Plata. Su último reconoci­miento aéreo lo efectuó con fecha 11/11/1919, es decir el mismo día en que se acordó el armisti­cio.
En lo que respecta al campo de actividades, el Club instaló su aeródromo en el viejo Barrio El Saladillo, hoy Roque Sáenz Peña, de esta ciudad, en las inmediaciones de las actuales calles San Martín y Muñoz, lindando con las vías del F.C.C.A., hoy Mitre, levantándose sobre el mis­mo un precario cobertizo donado por el presi­dente del Club; hecho lo cual, de inmediato co­menzaron a desarrollarse las prácticas aéreas, co­mo asi también a ser usado por la Misión France­sa a que hemos hecho referencia anteriormente.
De los primeros pilotos que surgieron de la novel Institución hemos recuperado los nombres de su primer Secretario, don Florencio Andrade: don Pedro Ficarelli, que completara luego sus conocimientos en el Aero Club Argentino y que, años después, habría de pagar con su vida la pa­sión que sentía por volar; don Humberto E. Gat­ti, figura señera de nuestra ciudad, que tanto hi­zo para elevar los prestigios de nuestra aviación: de los dos últimos citados nos hemos ocupadc preferentemente en el capítulo anterior: don Juan Arfinetti, que años después, pilotean­do un Farmán 223, y representando al Círculo de Aviación de Rosario, habría de obtener el primer puesto en la prueba nacional que bajo el nombre de "Myriam Stefford", y con un recorri­do por las 14 provincias de la Nación, fuera reali­zada por primera vez por el Aero Club Argenti­no; De Marotte, Garay Díaz, Brochier, etc., asi como otros que, lamentablemente, y por la falta de documentación fehaciente nos impide rela­cionar.
El primer accidente aéreo ocurrido en el aeró­dromo del Saladillo, que se tienen noticias, lo fue el día 26/2/1920, cuando el aviador francés Julio Abel, al servicio de la Misión Francesa, y llevando como pasajeros a los señores Ignacio Montalvo, Juan Ariani, Guillermo Blanco, y Jor­ge Gaspary, éste último corresponsal de la Revis­ta Fray Mocho en Rosario, al querer aterrizar su­fre un serio accidente, por fortuna sin conse­cuencias  graves para el piloto y el pasaje, pero con el avión seriamente dañado, tanto que, para posibilitar el regreso del pasaje a Buenos Aires, el día 1o de marzo la Misión remite desde la Capi­tal Federal un avión Farmán al mando del aviador Adrián Bedrignans y de los técnicos E. Mathelin y A. Fargés. El nombrado piloto habría, poco tiempo después, pasar a desempeñarse co­mo instructor en nuestra ciudad, según se ha di­cho anteriormente.
La antes recordada revista "Fray Mocho", su edición del 2/3/1920 dá abundante y pormenorizada cuenta de los citados acontecimiento como así también los documentó gráficamente y de una de dichas fotografías, tomada desde aire, se advierte nítidamente la conforma que en ése entonces tenía el aeródromo. ]existencia de un único cobertizo.
El Aero Club Rosario inauguró oficial su aeródromo el día 17/4/1921 con una fiesta aeronáutica que concitó la atención de da la ciudad y alrededores. El diario La Capital, al comentar dicho acontecimiento, hace re que era tanta la afluencia del público interés en llegar al lugar, que el tranvía N° 8, a las l horas, ya era imposible tomarlo, y muchos poder hacerlo lo tomaban de regreso, y efectuaban todo el recorrido de vuelta e ida. Además fletó un tren especial, que debia partir de la Estación Rosario Central a las 14 horas, cuyo voy lo componía un total de 20 vagones, los fueron prácticamente asaltados por el público, tanto que llegaron a ocuparse no sólo los techos de los vagones, sino también la casilla del maquinista y, cuando ya no había más lugar para hacerlo, muchos se ubicaron a lo largo de la 1ocomotora apiñándose sobre el miriñaque. Al que dar en la estación una extraordinaria cantidad de público sin poder viajar, hizo que la Dirección del Ferrocarril habilitara otros dos trenes más.
Sigue informando La Capital, que el aeródromo presentaba un brillante golpe de vista, con sus gallardetes con los colores patrios, y los ae­roplanos alineados frente a los hangares. Las bandas de música de la Policía y del Regimien­to 11 de Infantería, turnándose,  alegraban el ambiente interpretando marchas. Se calculó en­tonces que en la recordada oportunidad se con­gregaron en el campo de aviación más de 20.000 personas.
El acto contó con la presencia del Vicegober­nador de la Provincia, D. Clorindo Mendieta; el Jefe Político de Rosario, D. Juan Cepeda; el In­tendente Municipal, Dr. I. Newell; el Coronel Andrés Guiraldes; el Coronel Mosconi; los Seño­res Esteban Juárez y Posse, en representación de los Aeroclubes de Córdoba y Tucumán, res­pectivamente; el Presidente del Aero Club Ar­gentino, Ing. Florencio Martínez de Hoz; el Dr. Schleisinger, etc.
Al iniciarse el acto, y luego de ejecutado y coreado el himno nacional argentino, el Presi­dente del Aero Club Rosario, D. Alfredo J. Rouillón, dirigió la palabra a los asistentes, sien­do escuchado con gran interés. Entre otros con­ceptos, el Sr. Rouillón, dijo:
"He esperado con vivo interés este momento,
y es que este momento para los que nos hemos
consagrado con la mayor intensidad de nuestras ilusiones y esperanzas al fomento de la aviación, y al arraigo de esta Institución nuestra que aquí veis tan floreciente, representa la consagración definitiva de grandes esfuerzos, la brillante coro­nación de una obra que, debo decirlo en obse­quio y justicia de quiénes me han acompañado a realizarla desde el seno de la comisión y de la asociación, con el mas desinteresado y perseve­rante entusiasmo, es obra de aliento para el por­venir, es obra de noble patriotismo, es obra de seguridad y grandeza para nuestra patria argenti­na que reclama el concurso constante de sus ha­bitantes para seguir marchando a la cabeza de los pueblos latino-americanos donde se colocara al tomar la iniciativa libertaria en las grandes jorna­das históricas de la Independencia Continen­tal. . . .Señores: Ante el digno testimonio de to­dos vosotros, declaro oficialmente inaugurado este aeródromo con sus correspondientes instala­ciones, del cual diré, parafraseando uno de los
más bellos conceptos de nuestra magna Consti­tución, que queda desde hoy abierto para todos los aviadores  del mundo que quieran utilizarlo. Asi debe ser, y asi es, en efecto, el espíritu de es­ta Institución; sin egoísmos, nacida en una tierra donde la libertad es la Ley, la democracia la norma, y ¡a hospitalidad el atributo de todos los co­razones. —He dicho— ".
Asimismo se refirieron a tan significativo acontecimiento, el Coronel Benavfdez y el Ma­yor Jorge R. Crespo.
Finalizado los discursos, comenzó el Festival aeronáutico, en cuya oportunidad el público si­guió con gran interés los vuelos en escuadrilla; si­mulacros de combate a cargo de pilotos extranje­ros partícipes de la guerra mundial; simulacro de bombardeo por aviones militares; vuelos de acro­bacia; etc. En dicha oportunidad quién acaparo la mayor atención de los asistentes lo fue el pilo­to inglés Mayor Shirley H. Kingsley, quién viajó especialmente desde Asunción del Paraguay, y que, al mando de un avión biplano marca de Havilland DH 6 o 9, con sus arriesgadas pruebas, fruto de las experiencias adquiridas durante la guerra, tuvo en vilo a los espectadores.
Posteriormente, con fecha 5/11/1922, gracias al aporte personal efectuado por Directivos y socios de la entidad, y en razón de que el tráfico aéreo era cada vez más intenso, se procede a la inauguración de un nuevo y moderno hangar, al que se le impuso el nombre de "Santos Dumont", como un sincero y justiciero homenaje a la figura de quién fuera uno de los precursores de la aviación a motor.
Este nuevo hangar, que por sus extraordina­rias medidas podía llegar a albergar hasta 20 aviones a la vez, de resultas de un fuerte tempo­ral que el día 26/9/1925 azotó todo el Sur de nuestra Provincia, en cuya oportunidad el vien­to adquirió gran intensidad soplando rachas ci­clónicas, resultó, lo mismo que otros dos cober­tizos, totalmente destruido, y con él todas las máquinas que en ese momento se encontraban en su interior.
De las 11 máquinas que en aquélla oportuni­dad se destruyeran, la única que puede decirse se salvó, fue el viejo avión Moranne Saulnier, ti­po parasol, de 80 HP. que hemos mencionado en otra parte de este capítulo, y que llegaba el nom­bre de "Alfredo J. Rouillón", máquina que fuera armada en Rosario, y piloteada por primera vez el 18/11/1920 por el recordado piloto Instruc­tor Tte. Adrián Bédrignans, y luego entre otros por sus discípulos Andrade y Ficarelli. Esta má­quina, después de una ligera reparación, estuvo nuevamente en condiciones de volar, y asi lo hi­zo durante mucho tiempo. Gracias a ella, pudo en principio el ACR. Seguir realizando sus activi­dades luego de aquél recordado siniestro.
El recordado desastre, que fuera el primer cimbronazo serio que sufría la Institución, unido a una situación financiera nacional que ya co­menzaba a flaquear, prácticamente hacían posisible una pronta reconstrucción y reposición de lo qué la naturaleza, en breves momentos había destruido. ¡Parecía todo acabado!.
Pero es entonces cuando vuelve a aflorar la extraordinaria personalidad de su Presidente D. Alfredo J. Rouillón, quién con su dinamis­mo, decisión, y desinteresada colaboración material, contagiando coraje a todos los que lo acompañaban en sus gestiones, les inyecta una nueva dosis de entusiasmo, y con ello, en poco tiempo nomás, el Club está otra vez en condiciones de continuar con la misión que se había propuesto cumplir en beneficio no sólo de la aviación sino de la ciudad toda.
Aconsejados por expertos en lugares geográfi­cos y de mejor estrategia para el desenvolvimien to de las actividades aéreas, se resuelve como pri­mera medida, proceder al cambio de ubicación del aeródromo, a cuyo efecto se consigue en arrendamiento una fracción de terreno de campo ubicada en el entonces pueblo Fisherton; se bali­za convenientemente el terreno; se hacen cons­truir dos hangares, a los que se les bautiza con los nombres de "Rouillón" y "Santos Dumont", respectivamente; con el aporte del único avión salvado del desastre, el antes recordado, y con IOS repuestos de los destrozados, se arman otros; y, asi en poco tiempo nomás, se vuelve a la casi normalidad, y el club, medianamente, en condiciones de volver a prestar su concurso en pro del desarrollo de la aviación civil, tanto que, gracias a esa fe y entusiasmo el 22/1/1927 el Club inaugura una línea privada de correo aéreo
entre nuestra ciudad y la de Victoria (E.R.), ser­vicio que, a pesar del éxito obtenido, pero por falta de apoyo oficial y de medios económicos suficientes como para mantenerlo, no pudo te­ner mucho tiempo de vigencia, y con ello se echó por tierra un proyecto por demás interesante Pero, a pesar de todo el entusiasmo y dedica­ción personal puestos al servicio del Club por sus Directivos, el mismo no conseguía volver a su an­tiguo nivel. Muchos de los primitivos pilotos ha­bían emigrado a otros lugares del país; Gatti ha­bía instalado ya su propio aeródromo en las proximidades de las calles Mendoza y Wilde; las pocas máquinas con que se contaban no estaban en óptimas condiciones; la situación económica-financiera deplorable, pues la ayuda que se soli­citaban a las autoridades pertinentes caían en el vacío absoluto; y, para mayor desgracia, por la falta de elementos primordiales para la realiza­ción de un balizamiento acorde para la pista de aterrizaje, el mejor avión que poseía la entidad, un Curtís Meteor, que con motivo de la Revolu­ción del 6/9/1930 fuera incautado por Fuerza Aérea, se estrelló contra uno de los hangares, de cuya resulta no sólo se perdieron la máquina y el cobertizo, sino también la vida del piloto que lo dirigía.
Todo aquéllos aceleró la caída total del Club. Cundió la desazón general; la situación económi­ca y política entonces vigentes en el país impe­dían hacer erogaciones mayores; por lo que, en definitiva, se resuelve dar por terminadas las ac­tividades de la Institución; proceder a la venta de los elementos que aún quedaban, y por ende a declarar a la misma totalmente disuelta.
De aquél primitivo y primer club de vuelo de la ciudad sólo ha quedado el recuerdo de sus Di­rectivos; gestiones realizadas en pro de la avia­ción; y semilla de lo que luego habría de venir. Asimismo, los diarios y revistas de la época, pe­lículas, fotografías, etc., recuerdan a quiénes lo dirigieran; sus primeros pilotos; sus máquinas, sus socios; etc.; como asi también aquellas me­morables jornadas realizadas ya sea en el viejo aeródromo de El Saladillo, con la visita de los primeros ases de la aviación , como lo fueran  Santos Dumont. el Capitán Almonacid, el  Barón  de Marchi, etc., o la brillante exhibición que la primera aviadora argentina- Da. Amalia  Figueredo, realizara con su avión biplano Famán, el día 16/5/1915; o las posteriores en d nuevo aeródromo de Fisherton. entre las que se destaca por su gran importancia, la gran concen­tración aeronáutica realizada el 1/10 1925 en ocasión de festejarse el segundo centenario de la supuesta  fundación de  Rosario,  de la que participaron 8 aviones de la Escuela Militar de la Nación al mando de su director Mayor Zuluaga; etc. En dicha oportunidad el Gobierno Nacional giró el importe de la primera cuota del total que se había adjudicado al club para posibilitar la compra del terreno de Fisherton. y que luego, por los motivos antes expresados. no tuvo fortuna de poder concretar.
Desde entonces, es decir desde su disolución, y hasta el 4/5/1938, en que se procede a la fun­dación o refundación, del nuevo Aero Club Ro­sario, las actividades aéreas dentro de nuestra ciudad habían quedado reducidas tan sólo a las realizadas por el aviador Gatti, con su aeródro­mo particular, y al Círculo de Aviación de Rosa­rio, entidad fundada el 30/4/1932, cuyo campo de actividades estuvo radicado primeramente también en la zona de Rosario, en terrenos que le fuera facilitado temporariamente por el Jockey Club de Rosario en Fisherton, para pasar posteriormente a la vecina localidad de Paganini, hoy Granadero Baigorria, a orillas del Río Para­ná, y luego, finalmente, a su predio particular de 39 Has., situado en la vecina localidad de Pueblo-Esther donde tiene actualmente radicadas todas sus instalaciones aéreas.
En la forma precedentemente consignada he­mos delineado, muy brevemente, la trayectoria del primer "Aero Club Rosario". A no dudar que los lectores, de la breve reseña de lo mucho que él realizara durante los escasos años de vi­gencia, habrán de compenetrarse profundamen­te de la real importancia que tuvo no sólo dentro de nuestra ciudad, sino en todo el país y en el extranjero mismo, pues su sede social y sus ae­ródromos conocieron la presencia de los mas destacados hombres del quehacer aeronáutico nacional y foráneos. Por ello, se agranda la vir­tud de sus fundadores y pilotos, verdaderos pio­neros en la materia, quiénes en una época en que aún el volar era todo una quimera, arriesgaron no sólo sus vidas sino también parte de sus bie­nes materiales para poder brindar a la ciudad, además del'mojón desde donde habrían de par­tir, años después otros que seguirían la senda que el mismo dejara al paralizar sus actividades, sino el surgimiento del progreso mismo de la ae­ronáutica de Rosario.
Por todo ello, consideramos que en ningún momento aquél viejo Club dejó de existir. Sólo permaneció en un letargo de pocos años, del que despertó cuando, en el año 1938, el nuevo  “Aero Club Rosario” incia sus  actividades
En definitiva y por todo lo realizó en pró de la actividad, su nombre y hombres, forman parte integrante del rico historial de la Aeronáutica Argentina.
Fuente: Extraídos del Libro ­ “Acercamiento a la Historia Aero Club Rosario” Ensayo : Nicolás E. De Vita. Hecho en Rosario en Mayo 1988