miércoles, 29 de mayo de 2013

EL "PUEBLO DE FISHER"


 
      Quizás el nombre de Fisherton se asocie todavía en forma inme­diata a la idea de esparcimiento de fin de semana, a barrio de aire puro y chalets con césped prolijamente cuidado. Si bien esas descripcio­nes no alcanzan hoy para reflejar por completo la actividad de la zo­na, son suficientes, por lo menos, para acercarse a su pasado y a parte de su presente.

       Los orígenes del barrio (que a oeste se confunde con los limites del municipio; al norte llega a la prolongación de la calle Albcrt Schwciztcr; al este linda con la Avenida de Circunvalación y al su con la calle Córdoba) csluvteroi intimamente ligados a una empresa de capitales y hombres británicos: el Ferrocarrií Central Argentino.

Fue la sociedad inglesa la que adquirió en 1889 las tierras que actualmente conforman Fisherton. con el propósito de levantar allí un lugar de residencia para su perso­nal jerárquico. El ingeniero Henry Fisher. por entonces principal di­rector financiero y jurídico de la compañía en la Argentina, fue el encargado del trazado del plano original del conjunto de viviendas. De la argentinización de la expre­sión Ftsrtertown (pueblo o villorio de Fisher) derivaría la actual deno­minación, que como ha ocurrido en casos similares ya consignados, perdura todavía pese al cambio de la misma por la de Malvinas Argen­tinas, que ostenta asimismo la es­tación ferroviaria del barrio.
Fueron estas circunstancias iniciales las que determinaron que el estilo de vida y la arquitectura que predominaron en la villa sean fundamentalmente sajones. Knight, Forrest. Talbot, Bowling, Day, Middleton, fueron los prime­ros apellidos que se conocieron en ese paisaje casi descampado, con algunas chacras y quintas (habi­tuales en el oeste) interrumpidas sólo por grandes mansiones de jar­dines geométricos, algunos de más de una manzana de extensión. Se recuerda aún la residencia de Zavaleta y su gran laguna artificial, que servia de habitat a patos y cisnes y donde sus propietarios re­alizaban sedantes paseos en bote de remos...
De ese periodo fundacional data también la creación del Harás Ascot —de innegable origen británi­co— y, en 1892, del Fisherton Golf Club, antecesor inmediato del ac­tual Rosario Golf Club.

La paulatina llegada de inmi­grantes italianos y españoles y la construcción de sus viviendas más modestas, que contrastaban con las ya existentes, fue alterando la fisonomía predominante del barrio de Fisher. De menores recursos económicos que los ingleses, los inmigrantes latinos fueron relega­dos a un status social inferior, di­ferencia que se suavizaría luego con el surgimiento de las genera­ciones posteriores.
 En 1907, la Sociedad Nueva Fis­herton compró y urbanizó la lonja que abarca desde la calle Estados Unidos hasta Wilde, y desde las vías del ferrocarril hasta la calle Nº 9. Se inició de ese modo un período de desarrollo más intenso marcado por hechos como la fundación de la Escuela Provincial Na 147, en Córdoba al 8300, el nacimiento del Club Atléttco Fisherton, en 1915, o la construcción del templo católico a principios de la década del 30. A mediados de la misma, el Jockey Club de Rosario habilitó en el pre­dio de Córdoba y Wilde las instala­ciones de su Country, que sirvió para caracterizar asimismo a la zo­na.
El centro de la vida comercial de Fisherton se trasladó desde el Bvard. Argentino, donde estuviera radicada inicialmente, a la calle Córdoba, actualmente arteria fun­damental del barrio y acceso de salida hacia otros puntos del país. Un decreto provincial del 27 de julio de 1889 reconoció a Fisherton como pueblo. Si bien nunca funcio­nó como una comunidad políticamentee autárquica, su relativo ale­jamiento del centro de Rosario, apenas paliado durante anos por el lento transcurrir del tranvía Nº 14, fue estimulo suficiente como para configurar una clara identidad ba­rrial, distintiva y precisa.
El eje de la misma —la calle Córdoba— ha adquirido, en los úl­timos anos, el dinamismo y la im­portancia de un centro comercial barrial de interesantes aspectos. Sobre ella se aglutinan desde sofis­ticados shoppings a confiterías. pasado británico del barrio), res­taurantes, boutiques y comercios de todo tipo (comestibles, deportes, modas), y la arteria ostenta, sobre todo en horas de la tarde y prime­ras del anochecer, una vida propia dinámica y pujante.

Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo N• 18 de enero 1992.- “autor Albero Campazas